galiciaunica Un recorrido semanal por Galicia, España.

NÚMERO 100

Esta semana firmamos el número 100 de nuestra Revista Digital; lo que quiere decir que os hemos acompañado 100 semanas. Hemos sentido vuestra lejana amistad en más de 100 países de este Planeta y juntos formamos ya una comunidad de 100 mil personas a las que nos une el amor por una Tierra que es Única. Porque…

  

          Es un paisaje de cumbres suaves y valles profundos, organizado en torno a mil ríos, en los que se bebe agua pura y saludable, motivo esencial de la expresividad cromática de las cuatro estaciones del año. 

          También es un bellísimo paisaje marinero: la gigantesca estatua de piedra salada que el mar esculpe en los acantilados, cuando nos envía su  música de olas, que unas veces braman historias de muerte y otras cánticos dulces de sirena… momento mágico en el que se deshacen en la playa de arena tostada por el sol que nunca quema.

      El agua es aquí quien remueve el paisaje admirado. Y el valle la saborea, sorbo a sorbo, cuando atraviesa los caminos para crear la obra perfecta, junto al lago de la ciudad sumergida. Luego, el agua atraviesa el bosque redescubriendo en cada tramo un nuevo rastro y dejando su huella entre árboles de impredecibles raíces milenarias.

      Entre ellos transcurren los siete caminos que llevan al peregrino a Compostela… Caminos que atraviesan mil pequeñas aldeas y cientos de agradables villas; lugares prolijamente humanizados rodeados de naturaleza.

       Además, tiene millones de embajadores en los cinco continentes; gentes aquí nacidas que,  con su esfuerzo y generosidad, lograron hacer más anchas las fronteras de la Galleguidad

      Por todo eso, Galicia sí, es Única… Por las sensaciones que te invita a vivir y por el acento de sus gentes, que inventaron palabras tan bellas como alborada, morriña o  lusco fusco.

      Hoy, al llegar a este número centenario, te abrimos la puerta de sus corazones, resumiendo  diez de nuestras  más expresivas portadas:

ALBORADA

       La “alborada vieja” es la primitiva. Es el canto matinal a la luz roja del amanecer, -cuando el sol renace-, compuesto con notas de himno para acompañar la oración celta al Astro Rey, en la hora primera en la que se postraban ante el Ara Solis del Fin del Mundo.

      Aquella alborada iniciática  pasó a ser con el tiempo la música de las reuniones de los clanes y de las procesiones sagradas. Costumbre que aún se conserva en algunas celebraciones importantes de la romería más ancestral.

      Porque hoy en día, la alborada es la música que inicia la fiesta que es pagana, aunque se celebre con la disculpa de honrar a Nosa Señora, que sale en procesión, también a ritmo de alborada…

      Sirvió pues la alborada de nuestra historia para la religión y para la guerra; para la superstición…y sirve aún para la fiesta.

HISTORIA

      Las huellas del pasado más antiguo las hallamos en las piedras de la Prehistoria, con los petroglifos de nuestros símbolos, aquella primera escritura. Y las encontramos también en los dólmenes y los menhires, de aquel primer culto a la muerte.

     Los pueblos galaicos descubrieron para vivir los paraísos de la media montaña y aquellos otros que tienen su horizonte en nuestros dos mares.

Los nobles de la Galicia medieval eligieron paisajes únicos para levantar sus fortalezas y castillos; y los monjes construyeron  sus influyentes monasterios en los más hermosos lugares.

Y el ermitaño Pelayo eligió el Campus Stellae para hallar la tumba del Hijo del Trueno, Santiago, el Apóstol, que aún sigue siendo motivo principal de las peregrinaciones a Compostela y del turismo a Galicia.

MAGIA

En la Tierra Única hay montañas mágicas que los celtas convirtieron en sagradas. Montes con restos del templo en donde los romanos hallaron el Ara Solis. Caminos de peregrinaciones que siguen rutas legendarias. Los dos mares nos trajeron cristos crucificados, alguna virgen y el cuerpo de los apóstoles Santiago y Andrés. Los mil ríos son el espejo natural de extrañas criaturas nacidas en las fragas…

De las entrañas húmedas de la tierra surgen misterios de niebla y orvallo caído del cielo, mientras al pié del fuego de la lareira se cuentan hazañas protagonizadas por fantásticos personajes de leyenda.

La  fe mueve montañas y nos hace entender el milagro. Nos debatimos entre la fiesta de la vida y el culto a la muerte, dialogando con santos y con almas en pena que vienen del más allá. Buscamos tesoros nunca encontrados  bajo el mar o en la piedra encantada del Valle del Oro.

¿Y las Meigas? Las Meigas existen y siguen siendo las heroínas de nuestra ficción…

MONTAÑA

En la montaña que nos cautiva, las cumbres están llenas de blanca soledad y el tiempo transcurre libremente, en el más profundo de los silencios.

Es invierno en la sierra común y el paisaje que nos rodea es otra vez blanco luminoso, incluso brillante.

Desde la Peña de las nieves de nombre Trevinca, la vista alcanza los tejados de pizarra del refugio, la pequeña aldea y los valles profundos ocultos bajo la niebla.

Estamos en el techo galaico-berciano, frontera de belleza serena a la que la montaña aporta una especial atmósfera de quietud, de calma…

Al descender, ya bajo un nebuloso cielo de plomo, volveremos a pisar el camino que conduce a la vieja aldea,  próxima a las minas del oro negro.

BOSQUE

 

      Amanece con bruma mansa que empapa la tierra. A través de ella penetra un sol tímido que matiza las perspectivas. Clarea más allá del mediodía entre conversaciones de pájaros. A veces, por la tarde, el verde se torna plomizo-gris de lluvia. Aunque luce más cuando aparece sobre el cielo el rojo gastado de un largo atardecer…       

      Todo se anima en este bosque, el mismo que inspiró a Wenceslao Fernández Florez y tal vez aquel que los celtas llamaron Lubre y convirtieron en sagrado.

     Crecen en él árboles de extrañas formas abrazados por líquenes misteriosos. Y a su lado, helechos de ascendencia milenaria, que esconden la casa del gnomo. ¡Y quién sabe si en él habitan aún las hadas! Es la fraga, bella y misteriosa, y propia de la Tierra fantástica, de la Galicia mas interior.

         Existen otros bosques de ladera, crecidos entre prados y cultivos, que llamamos soutos. Crece en ellos el castaño que da fruto en otoño. El souto es primo hermano de la carballeira, que está próxima a lugares humanizados.

         Dicen que los  bosques  llegaron a cubrir toda Galicia, cuando el territorio era solo de los galaicos.

RÍO

        Del cielo cayó el agua de invierno en forma de nieve, para descender helada y cristalina la gran montaña y crecer como río entre laderas verdes de brezo primaveral.

       El agua logra entonces una fantasía barroca entre los montes. Sobrevive de salto en salto logrando la más expresiva combinación de los factores naturales. Al caer al vacío entre el rocoso paisaje geórgico, impone su ritmo acelerado a la belleza.

       Pero también nos emociona con su canto rumoroso de fuente de salud o cuando entona su melódico latido para darnos la fuerza vital que precisamos. Incluso al avanzar como regato entre rumores de bosque hasta procrear el fulgurante lugar que nos entusiasma:

       El lago al que rodea un jardín natural de abedules, espejo de la estancia perfumada que cada día ilumina una luz diferente.

LAGO

        El agua de la vida se remansa, para reflejar la flora de ribeira  que nos cuenta el estado más puro de la naturaleza. Nacieron lagos y lagunas para prolongar la estética del territorio, pero, inevitablemente, en este país nuestro, son también el pozo sin fondo de la magia y la leyenda.

        Nos enseñaron que el gran Miño nacía en Fontmiñá, pero su verdadero origen es un misterio, porque no hay aquí fuente si no laguna, espejo de la geometría de los árboles de la típica gándara gallega. Culpan a la bruja Irimia de tapar con piedras el lecho del río cuando nace, para ocultarlo.

        La lagoa de Antela volvió a renacer tras años de seca dictadura y en democracia el agua vuelve a proporcionarnos las más llamativas degradaciones cromáticas.

        De hidrografía indecisa, pero de perfecta y admirable belleza, es la lagoa de Carregal, mitad marinera y mitad fluvial, en el mágico lugar donde la arena busca el cielo de Corrubedo

        En Cospeito la laguna es de posesión virginal, porque a Nosa Señora la creo para inundar una villa llamada Veria, en la que no había ni templo ni iglesia.

         Una legendaria ciudad, que no una villa, permanece sumergida bajo las aguas de la lagoa das Xarfas, al pié del Monte Louro, que es principio y fin de la Costa de la Muerte.

         Y en Xuño, el agua dulce de su lagoa deja crecer nenúfares de verano para que en el entorno cercano al viejo castro, sea posible la vida feliz.

         Los lagos y lagoas de Galicia crean la gran fantasía del paisaje interior…

MAR

 Un faro que comienza a iluminar el final de la tarde. Grandes olas cubriendo de espuma blanca, refulgente, rocas multiformes a lo largo de todo el trayecto. La campana del monasterio, en silencio, en el contraluz de la torre. El sol raso que torna de oro el océano. Miles de aves entrenándose al paso de los barcos, allá en el horizonte…

        Es parte del espectáculo que alcanzaremos encaramados al mirador de A Valga, hasta donde llegamos con facilidad por Mougás, desde Oia.

        Perseguimos la hora mágica desde este espacio natural protegido, que se extiende entre Baiona y A Guarda, con el atractivo inmenso de sus panorámicas atlánticas.

         Entre el Tecla y A Grova,  el agua nos invita a seguir su trayecto para prorrogar la estética de esa hora mágica.

MARAVILLA

     Cada uno de nosotros trazamos nuestras propias maravillas en el entorno que procuramos. A mí me maravillan los dos ríos sagrados…

     Cañones del Sil y del Miño, ribeiras verdes de cepas blancas y de cepas tintas, de amieiros, de bidueiras, de avellanos, de primigenias y multiformes rocas que juegan a verse en los espejos del agua…

     Dos ríos y el telón de fondo de la mayor concentración de edificios románicos de toda la Iberia. Monasterios, prioratos, iglesias y capillas que nos sumergen en la espiritualidad y hacen sagradas estas ribeiras.

     La Ribeira Sacra es una de las muchas maravillas que te fascinarán de esta Galicia Única.

CIUDADES

 

             Siete son los caminos xacobeos. Siete las ciudades gallegas y siete sus símbolos. Siete maneras de vivir y siete modos de divertirse. Si paseas la noche imaginas la historia entre las sombras que provocan las luces del hombre…

              A Coruña se convierte en un nido de luciérnagas noctámbulas que se van de copas por la Marina y la calle Real. Vigo es paisaje de peces de amanecer en el Berbés de los pesqueros. Las sombras de las grúas de los astilleros alcanzan Ferrol, cuando miles de bombillas urbanas llevan el arco iris hasta la ría que baña los viejos arsenales. Pontevedra siente el latido de su corazón nocturno en la gran plaza, donde fluye la conversación de terraza frente al histórico convento franciscano, justo al lado de la fuente que da de beber a quien pasa. Las luces de Lugo destacan el monumental paso de dos milenios en su Muralla. Los puentes de Ourense recomponen su paisaje nocturno mirándose en los espejos del Miño, mientras la gente busca el agua termal a las orillas del gran río. Y Santiago, es espléndida en sí misma y refugio de peregrinos que llegan de día y se van de aquí con la noche, tras admirar la hermosa selva florida de piedra de la fachada de su Catedral, una de las mayores obras de arte del mundo.

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