galiciaunica Un recorrido semanal por Galicia, España.

300 PARAÍSOS NATURALES

Desde la montaña al mar el río supera el vértigo de la cascada para descubrirnos el ignorado rincón de su trayecto. Porque, cuando el agua remueve el paisaje encuentra en su camino la obra perfecta de la naturaleza. Mostrarte esos lugares  es lo que me propongo hoy para que disfrutes de la perspectiva más bella del país.

Al este, las más altas montañas y la piedra primigenia. Al oeste el Atlántico infinito, que se abraza al Cantábrico en el norte, donde las rocas puntiagudas emergen del agua. En el centro late fuerte el corazón verde por su piel de prado. Y en todo el territorio, a través del agua la belleza descubre su forma más exquisita.

Entre la montaña y el mar de Galicia hay muchas historias  pintadas en verde y azul, por donde asoma la alquimia del pasado escrito en los megalitos de la cumbre, en el circulo de los castros, en la fachada de la románica iglesia o en los legendarios restos de la fortaleza de nuestros nobles antepasados.

Y aquí nos entusiasman los cursos fluviales. Los de esos ríos de discurrir tranquilo entre abedules de ribeira y los de los regatos de ladera que siguen la generosa ruta de la vida saludable, dando saltos.

Los ríos persiguen el camino del espacio protegido, con laguna de ondas tranquilas a la que rodea un jardín natural, estancia perfumada que ilumina cada día el sol que no quema.

Ese sol que nace tras la montaña y marca los senderos entre colinas encantadas, dibujando serpientes de plata sobre el paisaje, poblado esta vez de caminantes, protagonistas del nuevo milagro de las peregrinaciones a Compostela.

Es el mismo sol que muere más allá del mar tras provocar sobre la tierra la gran sinfonía natural… ¡En el espacio protegido!

Bajo una u otra denominación; mediante leyes autonómicas o estatales; e incluso por elección de los organismos internacionales, tiene este país más de trescientos espacios naturales que merecieron una especial protección. Porque son la gran reserva ecológica de Europa y sin duda configuran los grandes atractivos de la Tierra Única.

La primavera está doblando la esquina del calendario y es tiempo de conocer las mejores postales de esos lugares magníficos que bañan nuestros dos mares. Comenzando por Parque Nacional de las Islas Atlánticas: Cíes, Ons, Cortegada y Sálvora, los paraísos perfectos que emergen del mar para darnos protección y asilo ecológico.

Son islas, las del parque, que le cuentan al sol eternas historias de luces y sombras, que por algo son la guardia natural de la bahía bella. Sus espacios hay que gozarlos recorriendo a pié los viejos senderos, entre pinos. Jugando con el sol que calienta la arena de la playa, y disfrutando, junto al viejo faro, del vuelo de las aves, compañeras de los barcos que vuelven a casa con la marea.

Otro espacio grandioso es el Parque Natural de Corrubedo, con la duna móvil más grande de Europa, dos lagunas y una gran playa atlántica. Un mar de arena que espera, paciente, el ir y venir de las mareas en su espacio protegido,  un desierto junto al mar que crece hacia el cielo, como producto del misterioso amor entre la arena y el viento.

Es la playa interminable y el gran sistema dunar. La playa recibe, una tras a otra, todas las olas atlánticas. La duna se limita a escuchar las voces de las mismas olas.

Sobre la playa y sobre la duna, solo nubes transparentes y el brillo del sol  que convierte en cálidos los atardeceres.

Luego está el mar de la vida que bate contra la Costa de la Muerte creando un sinfín de espacios naturales,  donde la ansiada primavera pintará azules en el cielo gris y el sol mandará sus olas de fuego a la infinidad de la playa por donde pasean las nereidas.

Esta es la costa donde el Atlántico esculpe estatuas de piedra en los acantilados de la muerte, pero también crea mil playas de vida, todas de arena fina que el sol amarillea suavemente. De rostro hermoso y limpio por el trabajo de las mareas. Donde se deshace el agua de olas, verdiazul y salada.

También has de admirar el Espacio Natural Protegido de Bares-Ortegal. La Estaca impresiona. Desde el aire y desde el mar. Incluso a los capitanes de los recios navíos a los que guía el viejo faro. 

En algún punto de este lugar marinero se halla la imaginaria línea que une al Atlántico con el Cantábrico. Ambos mantienen aún acento gallego, aunque su eco se escucha ya en la costa verde asturiana…  

Desde el Faro, la inmensidad es conmovedora y misteriosa… Las rocas de los acantilados parecen gigantes que emergen tras el baño en agua de sal pura, en la playa próxima. Playa en la que descansa el mar tras el trabajo de esculpir la roca con su  fuerza plena.

Piedra y arena. Pequeños espacios dunares. Balcones naturales. Paseos para respirar yodo y vistas panorámicas. A veces, este mar se abre a la ternura del paisaje en calma, en el que nacen las palabras de sal. Así, surge la escultura de piedra, en medio del delirio del mar, mientras la luz de la tarde se encadena con las sombras…

Son solo cuatro ejemplos de los espacios protegidos de la Tierra Única. Describirlos todos haría interminable este relato con el que firmo mi más sincera invitación para que vengas a conocerlos. Siente la irresistible llamada de la Naturaleza en este país de gentes con piel de montaña y otras que han elegido el camino de Simbad. De la montaña al mar conocerás los trescientos paraísos de Galicia.