galiciaunica Un recorrido semanal por Galicia, España.

BELÉN DE GALICIA

         Hay un Belén de Galicia próximo a la gran catedral del Apóstol. Tiene santuario mariano en honor de la Virgen, pero de tan humilde que es no llega a parroquia. Sin embargo es el portal de entrada a la modernidad de la zona, transformada en el que será el más grande y el mejor campo de golf de España.

          Belén es aldea y, pese las fechas, goza de una pasmosa tranquilidad que se refleja en la carballeira próxima al templo, donde los escasos niños montan cada año el más humilde de los belenes.

          A los de Belén lo del golf les importa poco y sí la cuota de la leche, que es pueblo ganadero y tiene varios pesebres. Claro que en ninguno de ellos nació el Niño Dios y por eso aquí ni se pronuncia la palabra turismo.

         Y eso que desde Belén alcanzas pronto  bellos soutos, el bosque de Cernadas, los paisajes del Tambre y esas aldeas de nuestro pasado que trepan por las laderas para ver limpio el horizonte.

        Algunas, como O Bachao,  han vuelto a la vida gracias al turismo rural y otras aún recuerdan al abuelo que se fue…

        En Belén hay solo cuatro abuelos con ganas de cháchara, de esos que aún cantan las de Machín y tienen nostalgia del tiempo quemado en su juventud. A ellos les da igual ya como se llame el pueblo porque…

       —- Aquí celebramos poco la Navidad.

       —- ¿Pero no vienen los hijos?

       —- Algunos sí y otros no, porque están lejos…

       Al abuelo José le gustan más las fiestas de “Nosa Señora a Virxe de Belén”. Porque hay verbena popular y tocan las mejores orquestas. Es cuando le crece la saudade caribeña…

      —- Yo emigré primero a Cuba pero luego terminé en Brasil, na Bahía. Allí me entendía mejor con la gente… ¡Bueno yo de aquellas me entendía con todas!

      Sentando frente al fuego de la lareira, el abuelo Jesús se ríe de las invernales “faiscas do demo” que es leyenda que cuenta a los nietos –tres, tiene- para que le dejen soñar.

      Goza con la teoría de que aquel fuego de colores alcanza el techo del cielo entre dibujos de hadas, por eso siempre lo remueve con la vara de acacia, que “esa nunca arde”.

      La lareira siempre está encendida en Belén, porque, además de pequeño, el pueblo es húmedo y frío.  Yo no creo que las hadas vengan el año que viene a la verbena de la Virgen, pero esta gente es tan buena gente que se merece que respondan a su invitación…

      Así que,  cuando llegue el nuevo septiembre volveré otra vez, a este Belén que celebra entonces su gran fiesta y la Navidad como todos…

     —- Boeno, iste ano, coa crise, hai que gastar menos.

     La abuela Carmen es la que lleva las cuentas de la casa, como ocurrió siempre en esta Galicia que tiene su vida organizada en el entorno que nos cautiva, en la aldea, que es el lugar donde aún es posible la convivencia que hace posible la grandeza de esta tierra…