galiciaunica Un recorrido semanal por Galicia, España.

FORNELOS DE MONTES, LA MONTAÑA Y LOS RÍOS

LA SIERRA

 

            Al pié de la gran sierra y a la orilla del río Oitavén dicen que canta veranos el gallo Kiriko, muy contento,  porque que este es el lugar que prefieren los niños para descubrir la naturaleza más viva.

            Desde Fornelos de Montes, podríamos comenzar caminando por el sendero del más profundo de los silencios, que es también el más largo,  el que une todos los municipios que miran hacia la Ría de Vigo.

            Pero esta vez tomamos el que nos conduce hasta los Chouzos y al Foxo do Lobo, en la cima del Suido,  allá donde la sierra aporta su calma.

            La Sierra do Suido preside las tierras de Covelo, hacia la cuenca del río Tea, que baña El Condado. Las de Avión asentadas entre las cumbres de A Laxa y A Pena, donde está la fuente del Avia, la que da origen al río que humedece las cepas del Ribeiro

            Y también preside la belleza natural de este municipio de Fornelos de Montes, mirando hacia la Ría de Vigo, para que podamos contemplar toda la ensenada de Arcade.

            Cuando se alcanza la cumbre del Suido bien se ve que está llena de misterios del pasado del que quedan como testigos Os Chouzos. Se trata de un muy antiguo refugio de pastores, arquitectura popular de una sierra cuya belleza en estado salvaje nos cautiva…

            O Foxo do lobo aún es la barrera protectora de las ovejas y los sabrosos cabritos que aquí pastan, inviernos y veranos.  

            La Sierra do Suido luce siempre un paisaje, brillante y luminoso, por el que,  además del lobo y las ovejas, vaga libre el caballo gallego para escuchar el eco de algún tango o de una ranchera cantada por los pastores de antes, que algunos sí han vuelto del gran Buenos Aires o del México lindo. 

            Fornelos es y será de Montes porque siempre mirará de cerca a la gran montaña, donde esconde sus mitos y sus paisajes más legendarios.

LA RÍA

 

    Al pié de la Sierra del Suido, que contempla los más bellos valles del interior de la provincia de Pontevedra, se extiende el municipio de Fornelos de Montes, con una extensión de 84 kilómetros cuadrados, en los que viven 2.500 personas… Habitan en 10 parroquias, en las que se agrupan 24 entidades de población.

    Fornelos de Montes se ha convertido en una zona residencial: aquí vive un buen número de personas que trabajan en Vigo, Redondela o Pontevedra, poblaciones con mejor acceso al trabajo. E incluso son muchos los que han construido aquí su segunda vivienda, que suelen ocupar en fines de semana y en tiempo vacacional.

    Este ayuntamiento fue uno de los más castigados por la emigración, principalmente, a principios de siglo. Aún hoy son muchos los nacidos en Fornelos que viven en países sudamericanos como Argentina, Méjico, Uruguay, Venezuela o Brasil. Y lo que antes fueron penurias hoy supone un importante aporte de riqueza al municipio: cada vez son más los que retornan e invierten aquí, dinamizando esta su tierra.

    En ella encuentran, en su estado más puro, el principal valor que dejaron: un paisaje de ensueño, mimado y cuidado con esfuerzo, que convierten a Fornelos de Montes en una de las zonas de interior más atractivas de Galicia.

OITAVÉN

 

    La Sierra del Suido da origen a vertientes fluviales de singular belleza, sobre todo las que configuran los ríos Parada y Barragán, que afluyen al Oitavén. Este último alimenta el embalse de Eiras, que abastece de agua a la ciudad de Vigo.

   La configuración del terreno no permite un desarrollo agropecuario como en otras zonas de Galicia: los cultivos agrarios son para el autoconsumo y la ganadería carece de relevancia.

   Por el turismo residencial pasa, sin duda, el futuro de este pequeño pero bello municipio pontevedrés, cuya estampa urbana más destacable es, sin duda, la plaza que en la capitalidad del municipio agrupa a un pequeño núcleo de construcciones muy iguales, con amplios balcones corridos, perfectamente ordenados, y que se corresponde con una tipología de vivienda singular.

     Sin embargo, existen vestigios de asentamientos muy antiguos en Fornelos de Montes.

     Comenzando por el topónimo megalítico “Porto da Arca”, en la parroquia de A Laxe; los grabados rupestres hallados en la parroquia de Galos; los asentamientos castreños en el monte da Cividade, en Oitavén, del que se conserva una parte; o el castro del monte Castrove, en Calvos, que está sin excavar…

LA FRAGA

 

     Aunque la pieza arqueológica más notable es un sepulcro antropoide, excavado en una roca, que fue hallado en el lugar de Vilán, en la parroquia de Fornelos.

     Claro que,  las páginas principales de la historia de este municipio se escriben a partir del siglo XV. De ahí data la Torre de Alemparte, que fue conquistada por los Irmandiños en la segunda revuelta. En ella perdió una cruenta batalla el Obispo de Tui al que se habían unido varios caballeros y únicamente fue reconquistada por Pedro Álvarez de SotomayorPedro Madruga que dice una leyenda se la arrebató a su propia madre, líder revolucionaria irmandiña…

     Pocos restos quedan de aquella Torre Fortaleza, que fue definitivamente destruida en el año 1.890.

LOS RIOS

      El paisaje admirable lo remueven  los ríos en su rápido descenso desde las entrañas de la sierra. Al mismo tiempo, son el espejo del alma verde de esta tierra de Fornelos de Montes, cuando ya tranquilos, dibujan los valles.

      Los del este nacen a más de mil metros, entre el Coto Minuto y el Outeiro Vello. Los del oeste, en el Peña Aranda y el Coto do Corno. Son nombres familiares entre la gente que conoce bien esta Serra do Suido.

      Dicen que de las fuentes de estos montes nacen cien regatos diferentes que dan saltos, alborozados, para unirse en los dos que llaman Parada do Valdohome y Barragán. Y estos dos, a su vez, alimentan al río principal, el Oitavén.

      Este nombre, Oitavén,  es no solo el del río, sino el de la parroquia y el de la presa que abastece de agua a la ciudad de Vigo.

      Pero donde crea su espacio perfecto es en Ponte Vilán, playa fluvial en verano y lugar de pesca en temporada.

      En este lugar los árboles recomponen el paisaje invernal de sus riberas y los espejos del agua reflejan la esencia de la vida.