galiciaunica Un recorrido semanal por Galicia, España.

A GUARDA, EL SUR DE GALICIA

Puesta de sol

Hemos de seguir nuestro recorrido por la tierra que amamos, ahora que ya es verano y las autoridades nos permiten movernos. Hoy te llevaré a las tierras que el Miño esmalta en su tramo final, allá donde provoca un sublime acto de amor con el Atlántico inmenso. Esta vez, amigos míos, os invito a visitar el sur más al sur de la Galicia Única.

AL SUR

La luz del trayecto....

El límite del paraíso lo encontraremos en el sur más al sur. Es un lugar fulgurante porque la luz se esconde en el mar después de bañarse en el río. He ido tantas veces… que me sé de memoria el trayecto y cada uno de los rincones perfectos en los que hay que detenerse. Si quieres venir, mejor que vayamos por la costa que yo bauticé como “de la luz”  por los irrepetibles momentos que nos brinda el sol bailando con las olas de ese Atlántico que nos une a la República Dominicana, a Venezuela…

Ahí, en esos países hermanos,  están buena parte de los corazones errantes nacidos en este territorio fantástico que habitaron ya los primeros galaicos “oestrimnios”, para, desde su Monte Sagrado,  adorar a ese sol que abandona la tarde en el infinito horizonte.

Estamos en A Guarda, villa marinera en el sur más al sur. Ya sabes, donde la otra orilla se llama Portugal.

Por encima del gran río crece el Tecla hacia el cielo para que podamos admirar el valle, reverdecido por la húmeda atmósfera fluvial. El Miño inunda de belleza A Guarda y baña de plata sus ribeiras en Camposancos y en Salcidos. En ellas nacen frutos de cuatro estaciones.

Bien se ve desde esta cumbre como convergen dos países para formar una misma región europea. Y bien se admira la pasión que viven río y mar en el instante en que nos deslumbra una pirámide de luz atlántica.

A Guarda es puerto, playa y costa luminosa. Langosta exquisita regada por el vino de la fraternidad. Villa monumental y divertida, nacida del castro más antiguo.

Y un pueblo de postal,  lleno de bellas plazas, de calles estrechas, de arquitectura marinera, de iglesia románica junto al pequeño cenobio reconvertido en hotel, de escultura en el puerto y de barcas varadas en sus rampas.

Por eso es el refugio que busca el sol para descansar cada vez que se encuentra con la luna…

EL GRAN RÍO

Desde el Tecla se obtiene el plano cenital que nos incita a volar como las aves por el estuario magnífico en busca de los espejos de plata y de las islas pequeñas que configuran el mejor paisaje del Miño, padre de los mil ríos.

En sus ribeiras, se nota el respeto al medioambiente y el interés ornitológico de este lugar. Desde el monte bien se ve como este Miño es el espejo mágico de la vida.

Desde la tierra el agua refleja los cielos limpios y las flores de cristal. Desde el aire, acompañando a las aves que vuelven, el sol provoca mil estrellas cuando baila sobre el lecho del río.

Partiendo de Camposancos, navegando sobre el Miño  cara a la Canosa y a la Morraceira, dejamos la portuguesa Caminha a nuestra derecha y el Tecla a nuestra espalda. Te encontrarás, enseguida,  las aguas del río Tamuxe y su puente antiguo y podrás seguir luego por aguas próximas a Tabagón, que es mi paraíso perdido; y desde allí  llegar a una de las islas más hermosas de este entorno fluvial.

Le llamé un día la Illa do Amor, porque explorándola con mi amigo Mauro, el hombre que habla con los caballos de A Valga y los trae a este lugar, descubrimos a una ninfa haciendo el amor con un druida. Era primavera porque en verano está muy concurrida.  Sus playas son de agua dulce y de agua salada, según la marea.

Está frente a Lanhelas, freiguesía portuguesa y en ella orilla San Xoán, el Bautista, para ayudar a los pescadores de angulas y lampreas en las lunas del invierno más crudo.

Otras islas de este tramo final del Miño son de explotación ganadera por parte de asociaciones vecinales y dicen que las carnes que aquí se crían complementan los más sabrosos platos de río y mar.

EL MONTE OESTRIMNIO 

El Monte Tegra es mucho más que un mirador del Miño y del Atlántico. Porque esconde en su castro los secretos de nuestra historia. Por eso resulta ser el lugar más visitado de Galicia, tras la Catedral de Santiago. 

Sí, A Guarda es villa veraniega y turística. Se lo debe al Tegra, que emerge entre el océano y el río como atalaya perfecta del mar y de la tierra. 

A este observatorio del paisaje miñoto más admirado se suben cada año más de un millón de turistas que se asombran con el plano cenital del estuario, la acuarela del puerto de A Guarda, los espejos atlánticos, el valle fértil de O Rosal y la frondosidad boscosa de A Valga, que todo se alcanza desde este lugar. 

Pero su importancia se debe a que en él se halla una de las citanias más antiguas de Galicia y quizá la mejor conservada,  prueba de los ancestrales orígenes de los galaicos oestrimnios, tal vez mis ancestros…y puede que también los tuyos, aunque ahora bailes merengue. 

La ascensión al monte, al margen del castro, está llena de curiosidades…

Castro del Tecla

PERSPECTIVAS MARINAS

El paisaje marítimo-costero de A Guarda, nos ofrece los acantilados más bellos con permanente olor a salitre en cada imperfecto rincón de esta orilla atlántica. Es  toda una sucesión de rocas gigantes y marinas, envueltas en el rumor mágico de las olas que cantan y escupen blancura de espuma al mismo tiempo.

Porto da Guarda

Rocas habitadas por el percebe sabroso, tesoro que procuran hombres y mujeres  valientes, habituados a saltar de piedra en piedra para huir del furor del mar. Pero el mar de A Guarda nos ofrece además playas muy diferentes, desde pequeñas calas hasta la marítimo-fluvial de O Muiño, una de las mejores de Galicia.

La villa es encantadora por su concepción marinera. Posee buenos alojamientos y excelentes restaurantes a lo largo del paseo del puerto y en las calles próximas, que hacen gala de una excelente gastronomía, de la que la langosta es la reina.