galiciaunica Un recorrido semanal por Galicia, España.

AMADOR QUINTAS, CERERO

Me he pasado media vida de romería en romería en este país, donde la cifra de romerías no baja de dos mil por año. Para mí tienen todas ellas mucho  interés. Bien sea por sus valores etnográficos, por las leyendas de sus santos “curandeiros” y sus vírgenes de los milagros; o por la fiesta que reúne a miles de apasionadas personas, crean o no en la doctrina oficial… Este año maldito nos hemos quedado son ellas, por eso quiero recordar algunos de sus aspectos mas reseñables.

La romería es para mí la esencia de lo popular. La bomba de palenque que te despierta sobresaltado casi al amanecer. Esa alborada de gaita afinada a la que responden los pájaros cantores. La procesión de la virgen “de la salud” pasando bajo el arco confeccionado con mirtos y flores. La sesión vermut de la orquesta. Los niños “vestidos de fiesta” correteando toda la tarde. Los jóvenes, esperando que empiece la orquesta. La verbena con el cimbreante baile de los mayores, que lo mismo le dan al bolero, pegaditos, que a la salsa que nos llegó de América

No os hablé de la misa solemne a propósito, porque sí… ¡Es un solemne despropósito! Rezan las señoras a las que distinguimos todos como beatas… Las demás presumen. De su peluquera, del vestido que se compraron en el comercio de la villa, de lo guapas que son… Ellos hacen lo mismo pero fijándose de reojo en la mujer del prójimo que está más buena que la suya. Y los hijos están todos en Babia, contando velas, que las hay a cientos por todo el recinto iluminando a sacerdotes e imágenes de todos los santos.

Las velas, los votos y los exvotos son –después del “negocio” de la parroquia-  toda una industria que para nada nota la crisis. Y si no me crees pregúntale al cerero de tu zona, que al parecer se reparten el mapa como los farmacéuticos y los notarios.

Yo conocí a uno de cerca de Pontevedra, que atendía hasta el Corpiño, la gran romería de Lalín. Se llamaba Amador Quintas y aquella vez en su taller me dijo…

—- Eu no Corpiño, en Amil e A Lanzada xa saco cartos para todo o ano…

Amador era “fabricante” y “de lo mejorcito de España y Portugal”. Él montaba puesto en las tres grandes romerías de la provincia pero en las del resto llegaba a un acuerdo con las “dependientes”, como decía…

LA FE NO SABE DE CRISIS

—- Sí, home. Os meus votos e as velas están en todalas romarías. Eu págolle unha comisión e as venden as “dependientes”. Elas ganan unhos cuartiños i eu os meus.

—-  Total, que ti eres tan comerciante como os señores curas…

—-  ¡Ai eu neso non me meto!

—-  Pero non tedes que pagarlle algo por poñer o tenderete…

—-  Iso é normal, ¿Non?

A Amador lo que más le gustaba no era hacer velas, que era muy fácil. Cuando se sentía artista era cuando depositaba la cera líquida en los moldes de pies, manos, piernas, cabezas o cuerpos, que de todo tenía el buen cerero para ofrecer a los “ofrecidos”

—- O que mais se vende son as velas porque é o mais barato que temos. Endemais as velas véndense todo o ano para a Iglesia e tamén para a casa. ¡Iste negocio non falla, amigo! Nos vendemos incluso a grandes almacenistas…

—- ¿E ti sabes qué santo ou que virxe son os mais milagreiros?

—- Pois os que colleron fama antes. Como vai mais xente a romería pois cren que fan mais milagros…

—- ¿Ti puxeches algún exvoto algunha vez por un familiar ou por ti…?

—- Algunha vez que cheguei a Iglesia e non había ainda ningún, para picar a xente. Pero digoche a verdade. Na miña casa si alguén se pon enfermo vai o médico…

A Amador le iban bien las cosas. Se notaba en la casa, en el taller, amplio y ordenado; y en que cuando fuimos al bar sacó para pagar un fajo de billetes de cinco mil pesetas de las de los años setenta. Él…

—- Non home, non. ¡Como vou a crer eu nesas tonterías da Santa Compaña ou dos endemoniados! No Corpiño escoítase berrar desde fora, pero eu creo que é un conto que se montan os curas.

Amador tenía tres años más de los sesenta y cuatro confesados aquel día en el que lo conocí. Ahora estaba postrado en una cama del Hospital Provincial. Lo vi de casualidad, visitando a un amigo que estaba iniciando el camino de las estrellas…

—- ¿E logo que foi Amador?

—- Pois xa sabes, o puto cáncer que veu a joderme…

—- Pero non será dos graves…

Y en ese momento entró don Benito con los santos óleos a darle la “santa extremaunción”. A decir verdad, rezamos todos en alto como las beatas que van todos los días a misa por la mañana y rezan el rosario por las tardes.

Antes de marcharme, me dijo…

—- Por si acaso, Xerardo, por si acaso. Tamén lle mandei os santiños e as virxes todas un “corpiño enteiro” para ver si me curan.

Tardó poco menos de una semana en emprender viaje. Seguro que me está esperando para hablarme de su nuevo negocio allá arriba…