galiciaunica Un recorrido semanal por Galicia, España.

ANTONIO SANJURJO BADÍA, EL HABILIDADES

Por Eduardo Galovart

Antonio Sanjurjo Badía nació en la localidad coruñesa de Sada en 1837. Su padre era el dueño de un taller y una relojería en su puebla natal y debido a su pericia era conocido como  “El Habilidades ”, mote que heredó su hijo. A la edad de 9 años ya trabajaba con su padre, primero con la relojería y más adelante en una pequeña fundición.

Hijo de una familia de 11 hermanos, en 1854, con diecisiete años, emigró a Cuba (otro hermano suyo, José Sanjurjo Badía, lo haría a Estados Unidos). Allí, al igual que muchos emigrantes españoles de la época, consiguió prosperar. Gracias a sus conocimientos mecánicos montó, con un socio gaditano, un taller de calderería de cobre, herrería, cerrajería y fundición que años después vendió a dicho socio para regresar a España y con el capital obtenido comprar en Vigo la maquinaria de los talleres  “Ortega y Baamonde” , pertenecientes a un familiar, en 1860.

La empresa original se llamaba “La Fundidora” y estaba situada en el Arenal. En dicha fábrica se construían  calderas y máquinas de vapor. Fue en 1880 cuando dio el gran salto creando la gran empresa que sería  “La Industriosa”, en la avenida Duque de la Victoria -hoy García Barbón-  entre la fábrica de la Barxa y las Escuelas Públicas. Años después se levantaría en este terreno el edificio de la Seida.

Familia Sanjurjo Badía posando junto al olivo en Sada

El nombre de la nueva fábrica se le ocurrió por su afición a la apicultura y su admiración por las “industriosas” abejas. En la entrada se veían además un olivo y un laurel, símbolos, respectivamente, del trabajo y la gloria.

Su padre había plantado también un olivo en Sada donde colgaba cosas que hacía o inventaba. Uno recordado era una serie de molinillos, pájaros y otros aparatos de madera y metal colocados en el árbol próximo al rio, que se movían y emitían sonidos por la fuerza motriz del agua.

Entre las muchas curiosidades de su taller, y durante los años en los que se dedicó a la creación de su submarino, figuraban una pileta con una de sus paredes transparente para observar los movimientos de las aletas de ciertos peces y ánades y así sacar conclusiones para el gobierno de su prototipo a escala del artefacto submarino que también tenía en la pileta.

En el catálogo de productos que producía La Industriosa en 1884 figuraban máquinas de vapor, prensas, cocinas, estufas, ollas, balcones o farolas, además de la maquinaria naval.

Cartel de La Industriosa

Con la fundición viento en popa, se convirtió en uno de los empresarios más importantes de la ciudad. En 1879 le había sido ya  concedida la Cruz de Carlos III por el rey Alfonso XII. Durante el fin del siglo XIX formó parte de varias corporaciones municipales en el Partido Conservador, junto a Joaquín Yáñez, Antonio López de Neira, Manuel Olivié Rubio (padre de Manuel Olivié Cousiño, secretario municipal varios años) o Tomás González García (padre del también médico Ramón González Sierra). Perteneció también a la Comisión organizadora de la Cámara de Comercio junto a otros próceres de la ciudad como Manuel Bárcena Franco.

El Habilidades ante uno de sus diseños

En 1906 inauguró una línea de transporte de pasajeros entre Santiago y A Coruña, con vehículos cuyo propulsor transformó del vapor a la bencina. En 1903 Antonio Sanjurjo había adquirido unos automóviles compostelanos a vapor pero las licencias para el servicio de la línea se prolongaron tres años.  Los autobuses de vapor pasaron a ser de bencina y lo más novedoso de ellos era que, dadas las dificultades del camino y las numerosas averías, se incorporó  a las máquinas algo muy avanzado en la época, una especie de “telefonía móvil” que les servía para comunicarse con la central en caso de avería y que consistía en postes con terminales cada diez kilómetros, siguiendo el tendido general.

Autobús de La Regional

De esta manera, dependiendo de donde se produjera la rotura o atasco de algún componente, el conductor o su ayudante se desplazaban hasta el poste correspondiente y conectaban su teléfono para comunicarse con la central. La empresa se llamó  “La Regional ” y fue su hijo Manuel Sanjurjo Otero el encargado de dirigirla.

En 1913, y en el mismo emplazamiento de Guixar en el que había comenzado, montó un astillero en el que se construyeron barcos de pesca y pasaje de 80 toneladas, cuyas máquinas eran construidas en la calderería y que pronto se convirtió en el segundo en importancia de la Ría.

Astilleros de Sanjujro Badía

Debido a su carácter emprendedor participó en numerosos proyectos. En su fábrica se construyeron por ejemplo alguna de las fuentes de Vigo. Participó con otros socios en la creación de la primera fábrica de papel de la ciudad, establecida en Santa Cristina de Lavadores y que se inauguró en 1862. En 1884 fue contratista en las obras de suministro de agua al Lazareto de San Simón. En 1904 se compró uno de los primeros automóviles que circularon por las calles de Vigo, un Clement Bayard de 11 cv con matrícula PO-10. En 1911 formó parte de los primeros accionistas que constituyeron la sociedad de Tranvías de Vigo.

Sanjurjo Badía el día de la prueba de su submarino

Pero su empresa más famosa fue la creación de un minisubmarino oboya-lanzatorpedos diseñada por él mismo para defender la ría de la flota estadounidense. Se trataba de un sumergible que conservaron sus descendientes y que hoy en día está en el Museo del Mar. Tenía capacidad para tres tripulantes en posturas incómodas: al timón y control de las minas él mismo y accionando las palancas de propulsión dos esforzados y temerarios operarios. Su velocidad era de 2 millas por hora y podía descender hasta los 20 metros. Medía unos 5,20 m de eslora y 3,75 de manga. El proyectó requirió la inversión de unas 18.000 pts. El 12 Agosto de 1898, en aguas de la ría y delante de su astillero, tuvo lugar la primera inmersión del aparato que fue todo un éxito, una osadía que alcanzó gran eco en la prensa nacional. En su cubierta lucían la bandera de España y la de Vigo.

Los tres hijos varones de Sanjurjo Badía

Tuvo sin embargo mala suerte en su vida familiar. Padre de tres hijos varones, sólo le sobreviviría uno de ellos. Los tres estudiaron en el extranjero, cada uno una especialidad dentro de la ingeniería. El pequeño, Fernando, ingeniería química, pero falleció en 1903 víctima de tuberculosis. El mayor, Antonio, estudió ingeniería naval y se hizo cargo del astillero y la Industriosa y murió en 1918. El del medio, Manuel, había cursado ingeniería mecánica y estaba al frente de la empresa de autobuses La Regional. A la muerte de su hermano se vendió la empresa de Santiago y pasó a ser el gerente de las fábricas de Vigo.

Además de su talento para la innovación, en su época destacó por su conciencia social, una toma de posición en un campo en el que también fue precursor cuando el concepto de sistemas de protección para los trabajadores apenas estaba desarrollado. De esta manera, diseñó y puso en práctica seguros sociales y subsidios de vejez y enfermedad en sus empresas.

Creó una especie de caja de previsión, una Hermandad, mediante la cual se les retenía a los obreros una mínima parte del sueldo que servía para asegurar a los trabajadores un retiro vitalicio y una garantía de salario mínimo en caso de enfermedad. También implantó la costumbre de pagar los sueldos los sábados, pues hasta entonces –comienzos del Siglo XX– se entregaban los salarios los domingos, lo que obligaba a los operarios a acudir ese día para limpiar las instalaciones.

En 1920, el entonces alcalde del Ayuntamiento de Lavadores, al que pertenecía Teis, Tomás Martínez Silva, propuso dedicarle una calle a Sanjurjo Badía. En la moción se decía… 

Es rarísimo hallar una fábrica o taller donde los trabajadores consideren a su patrono como un protector y éste a aquellos como sus favorecedores”. 

Así el 27 de febrero de 1921 se le dio su nombre a la calle que une la Calzada con los Caños y en el acto -al que acudieron cientos de personas (empresarios, trabajadores o líderes sindicales)- se descubrió una placa de bronce diseñada por el escultor Alejandro Curty, que se mantiene aún hoy en día y es una de las más bonitas de la ciudad. En el homenaje participó entre otros el cronista de la ciudad Avelino Rodríguez Elías que había escrito una biografía sobre el industrial vigués y quien afirmaba…

—- Creó una auténtica colmena humana entre sus empleados.

Placa que se conserva en la calle Sanjurjo Badía

Antonio Sanjurjo Badía falleció en enero de 1922 y su entierro fue descrito como impresionante. Su capilla se instaló en la nave de la vieja fundición, que velaron gentes de toda condición social.

Durante la postguerra civil un incendio destruyó gran parte de las instalaciones de La Industriosa, que dirigiría su único hijo superviviente Manuel Sanjurjo Otero. En 1960 el entonces alcalde de Vigo, Tomás Pérez Lorente, le entregó la medalla de oro concedida a la empresa, con motivo del 100 aniversario de su fundación.

Hoy en día la herencia de Sanjurjo Badía sobrevive en la empresa Funditesa Sanjurjo, en el polígono del Caramuxo, dirigida por uno de sus descendientes, Manuel Sanjurjo Blein y que se dedica a la producción de camisas de cilindro para medianos y grandes motores diesel marinos.

Eduardo Galovart