galiciaunica Un recorrido semanal por Galicia, España.

AQUELLA RADIO POPULAR DE MIS TIEMPOS

Después de cuatro horas de radio matinal, solía tomarme un “pote” con una “banderilla”, a la una y pico, en el viejo Bar Tánger de la calle Bengoetxea, frente a los antiguos estudios de Radio Popular de San Sebastián. Allí conocí a Antxón…

—- Tú debías hacer radio en tu país, que necesita gente como tú, capaz de poner discos en euskera en una emisora de los curas.

Al día siguiente de esta sentencia, Patxi, el barman, me desplegó el “Diario Vasco” con la crónica de una muerte anunciada, la del Txiquia, que no era otro que nuestro Antxón, aquel que sabía tanto de radio y tan poco de política.

Ese mismo día, ya en casa, a media tarde, sonó el teléfono y tuve el placer de conocer al entonces director de Radio Popular de Vigo, José Andrés Hernández Vicente…

—- Machiño, tu no conocerás por ahí a un locutor de esos con buena voz, que se me va Manolo Yélamo y necesito alguien como él…

—- Hombre, yo tengo que ir a Galicia la semana que viene, a  Ourense, pero puedo acercarme a Vigo y hablamos…

—-  Pero… ¿A ti te interesa venir? Porque me dijeron que eras muy caro y aquí hay pocas pelas…

—-  Hablamos, José Andrés. Nos vemos la semana que viene…

Acababa de nacer mi hija Gloria y sobre mis espaldas periodísticas tenía ya el primer secuestro de ETA, el del cónsul alemán Beihl, el Consejo de Burgos y los fusilamientos de Hoyo de Manzanares. Tres hechos que pedían paz a mi alma.

José Andrés me ofreció la mitad de lo que yo cobraba en Donosti y aún así llegue a Vigo dispuesto a hacer musicales, a grabar cuñas y a poner mi voz a guiones de los publicistas de la época.

Tomé el nombre artístico de Xerardo porque González Martín, el del despacho de al lado, era también Gerardo. Ambos estábamos hartos de que a mí me llamasen del ayuntamiento y a él mi gente. Y los dos, de mutuo acuerdo, decidimos que los nacidos en Ávila son “Gerardos” y los de Cudeiro debíamos de llamarnos “Xerardo”. A partir de entonces, todas las llamadas que nos pasaba mi querida amiga Chon iban a su correcto destinatario.

Uno de mis mejores recuerdos profesionales es haber pertenecido a aquella generación que abrió una brecha contra la dictadura en el Vigo obrero, con la espada de Franco aún levantada y amenazante. Me siento orgulloso, especialmente, de haber creado, presentado y dirigido el primer magacín del circuito gallego de Radio Popular, “Galicia de Noite”.

En Vigo pasé los 15 mejores años de mi vida y he de agradecerle a José Andrés Hernández Vicente, ya no solo que me enseñara el camino de vuelta, sino que me permitiese hacer una radio libre que en poco tiempo se convertiría en “la voz del pueblo”.

Porque… ¡Que a gusto trabajábamos!

—- Es verdad y que poco nos importaban las pelas porque no teníamos tiempo ni de gastarlas…

—-  Sí. Yo entraba a las diez de la mañana en la Radio y salía a la una de la madrugada. Me acuerdo que cenaba un “Pepito” primero en el “Rías Baixas”, cuando estábamos en García Barbón; y luego en el “Flamingo”, cuando nos mudamos a la calle Príncipe…

Por aquel entonces, el periodismo de Vigo era otra cosa. Os citaré algunos nombres para que comprendáis mejor lo que voy a decir: Juan Ramón Díaz, Segundo Mariño, Juan Francisco Armesto, Joaquín Rolland… Pepe Rey, (que nos salió rana)… ¡Éramos todos amigos y compartíamos ocio de madrugada!

¿Qué significaba eso? Pues que lo mismo jugábamos una partida de tute en la Cafetería Fraga, que nos íbamos a tomar una copa a “Lady Hamilton”, donde Karina Fallagan ejercía de “Reina de la Noche”.

Allí tenía yo una amiga e informadora, Mayte, guapísima lesbiana vergonzante, que me conseguía alguna de las informaciones sabrosas que los imprudentes prebostes munícipes solían comentar con cuatro copas de más. A alguno, Mayte le hacía “chin-chin” en las gafas con su copa de “Möet & Chandón”.

¡Ay, la noche!

José Andrés nunca creyó en los programas nocturnos porque era madrugador y me decía siempre…

—- Allá tú, si quieres malgastar tu voz sigue haciendo programas de noche.

La radio de noche es un vicio para el cuerpo, pero también despierta en tu alma sentimientos únicos. Algunos salen a antena y otros se quedan en una simple llamada telefónica que te hace cómplice, quieras o no quieras, de situaciones insólitas.

Un presentador de radio, en la madrugada, no siempre despierta pasiones eróticas; no creas; más bien es una especie de druida al que acude la gente solitaria que no tiene a nadie a quien contarle sus secretos. Y lo mismo te enteras de que el hijo de aquella señora “pertenece al GRAPO”  o que el marido de esta otra “es el hombre del maletín del concejal de Urbanismo”. La noche es cómplice. Para lo bueno y para lo malo.

En torno a un programa nocturno se crea cierta adicción y es muy posible que te conviertas en líder de tu franja horaria. Pero no es que seas un fenómeno… ¡La gente se agrupa y crea ella su propio programa! Te va llevando a su terreno, te envuelve en el silencio y te hace cómplice de sus amores y de sus desamores…

Yo empecé en la noche con “El Popular Show”, un musical en el que yo creía que lo importante era la música… hasta aquella luna en la que Miro Casavella estrenó un “cantar de cego”…

“… Ademiraba aquil conde non as ringleiras do viño, senón o embalse futuro do meu Castrelo do Miño… Que el embalse se construya, dixo Franco entusiasmado, e alí mandou os civiles para impoñe-lo mandado… Pedradas mandou o pobo, que  lle foron a perilla, a quen enche de auga Castrelos e da a luz a Castilla…”

La reacción popular fue extraordinaria y aquel “cantar de cego” se convirtió en el tema más solicitado por los oyentes.

A partir de ahí desempolvamos los discos de los “Ceibes” y el cantor recuperó la radio. Se sumaron los intelectuales, la gente de la cultura, los clandestinos… ¡”El Popular Show” era la gran cita de todas las noches en el Vigo de comienzos de los setenta!

Para lo bueno y para lo malo…

Es curiosa aquella mezcla de curas obreros con curas fachas que se quedaban “un rato” en la pecera escuchando el mensaje que llegaba por teléfono…

—- Gran Jefe Toro Sentado os invita a La Madroa, en el lugar de costumbre, a ver la luna llena…

Se citaba la izquierda ilegal, cantaban los ceibes, iban al estudio los de la UPG y los del PC… Aquel musical tenía poca música, la verdad.

Su éxito fue tal, que comenzaron a emitirlo todas las emisoras gallegas de Radio Popular. No teníamos dinero y nos quedábamos a copiarlo en cinta porque en directo solo podíamos grabar en dos magnetófonos y necesitábamos tres copias… Al día siguiente las enviábamos por los “castromiles”.

Fue al mudar de estudios de García Barbón a Príncipe cuando cambiamos el programa. Hicimos a partir de entonces la “radiorevista” Galicia de Noite”, de once a una de la madrugada, ya en directo a través de todas las emisoras gallegas de Radio Popular.

Era un espacio muy variado del que os pondré dos ejemplos para insistir en mi teoría de que la noche es buen cómplice.

La mayor satisfacción que me llevé en “Galicia de Noche” fue aquella vez en la que Julio Xiz, desde Radio Popular de Lugo, me leyó en antena una carta de los niños de la Escuela de Piornedo de Ancares… ¡Querían ver el mar y pedían ayuda!

Y la consiguieron. Se la dieron nuestros oyentes en solo una noche. Les bajaron en autobús de lujo, les llevaron en tren, en avión de Iberia, en barco de pesca… Les alojaron en los cinco estrellas de Galicia… Comieron en los mejores restaurantes… ¡Y aún hoy, si preguntas en Ancares, nadie olvida aquello!

El segundo hecho es la cuestación que, por petición del Padre Ortíz, llevamos a cabo a favor de la Asociación San Francisco,  hecho en el que tuvo una participación vital Leri… ¿Te acuerdas?

Con Antonio Nieto Figueroa compartimos horas de insomnio en las noches populares de la radio, que entonces era Popular de verdad,  como Samil.  Hasta tal punto, que La Popular y Samil fueron rock de Siniestro en el transistor de verano, por aquellos veranos.

Y de las cinco mil noches con Nieto Figueroa, recuerdo especialmente aquella en la que Leri inventó el fútbol de madrugada para recaudar fondos para la Asociación San Francisco…

—- Tú con el pico me ganas, pero te reto a un partido de futbol… ¡Ahora mismo! Que la gente lleve allí sus donativos y se los entregue al Padre Ortiz…

Naturalmente jugamos en el Gran Picadero. Empatamos a 1. Yo nunca olvidaré a las diez mil personas que se dieron cita para presenciar el “evento”. Muchas iban en pijama…

Leri, era así: un grito en la medianoche que decía Vigo. Fué el inventor de ese viguismo que huele a sal de Ría…

En mis noches de Vigo hay un sinfín de historias vividas con la felicidad de una juventud que teníamos claro en donde estaba el enemigo. Por muy poderoso que este fuese, nosotros confiábamos en el futuro.

Vuelvo a los tiempos del “Popular Show”, en los estudios de García Barbón, para que os riais un poco…

Fueron quince las madrugadas que pasamos esperando la muerte de Franco… porque queríamos, en nuestra humildad, ser de los primeros en dar esa noticia. En la radio, estábamos todos pendientes de ella, incluso gente amiga que no era de la profesión…

En la madrugada del 20 N de 1975 salimos de la emisora, cansados de esperar; y al llegar a casa, antes de meterme en la cama, lo anunció Radio Nacional de España.

Eran las seis de la mañana. Volví a la Radio y dos “grises” habían “ocupado” la emisora. Me pidieron el carnet de identidad. Se lo enseñé. Me puse al micrófono y solo pude decir:

—- Amigos, Franco ya ha muerto. A partir de ahora se abren nuevas expectativas para Galicia y para España…

Al salir del locutorio oí una voz que me gritaba por el largo pasillo de la emisora:

—- Xerardo, ¡Matámolo porco!…

Y al doblar la puerta del hall y ver a los grises, exclamó:

—- ¡Eiche de traer chourizos, que xa sabes que a  miña nai os fai moi ben!

Bibiano Morón siempre fue un buen vendedor… ¡Incluso de los chorizos de su madre!

Dejé Radio Popular de Vigo en el año 82… Al cerrar la puerta del director me metí en el wáter a llorar en soledad mi propia culpa por romper una maravillosa etapa profesional que nunca olvidaré, a pesar de lo bien que me trató la vida.

Esta semana COPE VIGO celebró su cincuenta aniversario al que yo resto al menos tres lustros… porque poco tiene que ver con aquella Radio Popular.