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ARSENIO IGLESIAS

NOS TRANSMITIÓ EL ORGULLO DE SER GALLEGOS

Por Eugenio Eiroa

He visto la imagen de Arsenio Iglesias, este fin de semana pasado, en el acto de homenaje que el Concello de A Coruña ha llevado adelante, entregándole la placa con el nombramiento de «hijo adoptivo» de la ciudad.

Ha habido muchas lágrimas en el rostro de muchos de los presentes. Ha habido emoción, profunda emoción en todos los presentes. Arsenio está en la recta final, que suele decirse. Y ojalá que esta aún sea lo más larga posible y que su estado físico no se siga deteriorando, como últimamente en su caso viene sucediendo. Es Ley de Vida, dirá el listillo de turno, juzgando el caso.

El menor de nueve hermanos, nacido un día de nochebuena de 1930, Arsenio, ha vivido lo suyo, sí, pero era gran merecedor de tener una recta final menos complicada en su salud de lo que se le está viniendo encima.

Este homenaje del Ayuntamiento de A Coruña llega en buen momento. Para recordarnos a todos aquello de la levedad del ser humano, pero también para dar a Arsenio y a su familia el abrazo entrañable, emocionado, eterno que en estos momentos alguien como el, sin duda, también necesita.

El título de «hijo adoptivo» es lo de menos. Si por títulos fuese, Arsenio merecería tener llena su casa de placas y diplomas que diesen fe de sus enormes virtudes, como entrenador grande que fue, pero sobre todo como especialísimo ser humano, excelente persona, inmejorable catedrático de las situaciones que la Vida depara y que supo siempre interpretar -en el éxito y en el fracaso- en clave de humildad, honradez, aceptación de la realidad… con su filosofía tan especial, su sabiduría tan popular, que encarnaba mejor que nadie y que tanto nos hizo sentir… orgullosos de ser gallegos.

Arsenio Iglesias fue siempre un Señor, con mayúsculas. Y un gallego entrañable, que hizo por el Fútbol, por el Deportivo y por Galicia tanto, que será imposible olvidarle con el paso de los años. Quedará para siempre en el recuerdo imperecedero, en los libros que enseñen lo que es el fútbol, que deberán de tener bien presente y destacado un capítulo: «El Fútbol según Arsenio Iglesias», título bajo el cual debería de incluirse este sumario explicativo: «orden y talento». Eso decía siempre el que llamaban «O Bruxo de Arteixo», otros «el Sabio de Arteixo«, otros «el Mago de Arteixo». Eso decía siempre : «orden, mucho orden en los equipos, es indispensable; y sacar lo mejor de cada jugador a relucir, aplicar el talento que cada buen futbolista lleva dentro, en las situaciones difíciles que puedan surgir».

El día menos pensado, alguien podrá decirnos que Arsenio se ha ido para siempre. Deseamos que ese día tarde mucho en llegar; fervientemente lo deseamos tanto, como que para el entrenador que hizo inmensamente grande al Deportivo llegue esa mejoría en sus padecimientos que su familia ansía.

Mientras, es bueno, claro que es bueno, que el Ayuntamiento de A Coruña le haya hecho -y entregado  la placa- «hijo adoptivo» (predilecto no podría serlo, pues no nació allí, claro está). Y que acaben de ponerle su nombre a una calle; y a la ciudad deportiva de la zona de A Torre, donde tantas veces entrenó a los suyos… Porque los homenajes, ciertamente, en vida deben de ser. Y Arsenio se mereció muchos hace mucho tiempo. Algunos los recibió. Otros aún los está recibiendo.

Entre la foto del 2016 en el homenaje que a pie de campo, en Riazor le dieron; y la foto de este inicio de 2020 que encabeza estas líneas… están las huellas, las evidencias de un deterioro físico notable. El tiempo vuela. Más cuando los achaques se hacen presentes.

Aquel hombre que tanto se hizo querer, más aún cuando empleaba el diminutivo y aplicaba aquel tono paternalista (¡pero home, Mauriño (a Mauro Silva), un futbolista tan grande coma ti, co afecto que eu te teño, e…!¡pero home, Monchiño (a Moncho Viña, radiofonista), non eran necesarios tantos eloxios nesa crónica…! ), aquel hombre tan querido por tantos y tantos, anda ahora  apoyado en un bastón, con los ojos protegidos tras oscuras lentes, recorriendo el último tramo de su gran camino… Que alguien le explique bien, hagan el favor, que no está solo en esta hora. Que junto a su querida familia, marchamos detrás -aunque en el sentimiento sea- una legión inmensa, de quienes siempre seremos sus profundos admiradores. 

Habernos dado tantas lecciones de humildad, de saber estar, de infinita grandeza… en un mundo tan complicado como es el fútbol, donde tanto de aquello falta, tenía que tener su recompensa. La de pasar a ser inolvidable.