galiciaunica Un recorrido semanal por Galicia, España.

BUEU … Si vou nun bou

Puerto de Bueu

Tenía Andresiño Dobarro una canción dedicada a Bueu, en cuya letra jugaba con el nombre de la villa y el típico bou marinero, para ir y venir hasta  allí a ritmo pop. Decía algo así… «Si vou a Bueu nun bou, si vou nun bou non vou…»

Fue todo un himno de los setenta cuando, en este municipio del Morrazo, la pesca era consustancial con la economía y las fábricas conserveras vivían su máximo esplendor.

El inolvidable periodista Santiago Davíla fue el primer veraneante ilustre de los ilustres veraneantes que aún comparten aquí sus vacaciones, como Javier Solana o Alberto Oliart.

Un día me contó en la Radio Galega que Bueu poseía la fórmula de la antimasificación turística, de ahí que tuviese más futuro como villa veraniega que las villas veraniegas tópicas del estío gallego.

Ni Andrés ni Santiago conocieron este nuevo Bueu que se estira entre Beluso y Cela por el mar de Teucro, pero si acertaron en que la pesca y el turismo siguen siendo el motor de su economía y su mejor postal, que es la del puerto y la de la playa.

Porque aquí está la cuna de los marinos que hicieron posible la utopía y la playa amarilla donde cada verano se refugia la luz solar para procurar el frescor atlántico…

Entre la isla de Ons que habitaron los abuelos, ahora parque nacional, y la playa de bandera de Portomaior está el mar de azules por el que navegan los pesqueros y los veleros, bordeando curiosas formas litorales que interrumpen solo la villa veraniega y el paisaje de arena predominante en la costa. Esto es Bueu y su mar de vida.

Así pues, Bueu tiene isla protegida  y costa veraniega. Solo una parroquia interior, Ermelo que no hay que confundir con el monte Hermelo, y tres que miran de frente al mar, Beluso, Bueu y Cela. Y está muy a mano, en la península del Morrazo, entre Marín y Cangas.

Es todo un descubrimiento para quien lo visita por primera vez. Por su sabor marinero y porque su gente nos hace muy grata la estancia.

El invierno aquí es de tertulia. De plaza por la mañana y pescado fresco a mediodía en casa. De mariscada en sus buenos restaurantes para disfrutar de los percebes de la Onceta, de la más rica vieira y de un pulpo exquisito de la ría.

La villa es coqueta y marinera. Empieza en Beluso, se estira por Bueu y termina en Cela. Por algo dicen que fue uno de los más importantes puertos de Galicia y que ahora es uno de los primeros en pescados de bajura. La calidad debe de ser indiscutible porque a su lonja vienen a comprar incluso desde Vigo.

Desde la parroquia de Ermelo las casas trepan hasta uno de los miradores menos frecuentados que se llama así, pero con H, es decir, Hermelo. Desde él se alcanzan las rías de Pontevedra y la de Vigo, las Ons y las Cíes. En el trayecto, quedan carballeiras magníficas y paisajes pintorescos que tienen como fondo, casi siempre, el mar.

En Beluso hay que ver los castros de Udra y de Bon, el pazo de Santa Cruz y la capilla de San Amedio, del siglo XII.

En Bueu hay que visitar el Museo Massó –que nos recuerda la gran importancia que tuvo aquí la industria conservera- y el pazo de Santa Cruz de Quitapesares, construido por Fernando de la Rúa, abuelo del que fuera presidente de  Argentina.

Y en Cela hay que encaramarse a su iglesia parroquial para obtener la mejor postal de la ensenada y conocer un monumento románico del siglo XII.

Desde aquí bien se ve como la villa configuró su fisonomía urbana y su desarrollo en torno a su puerto.