galiciaunica Un recorrido semanal por Galicia, España.

CAMILO SESTO, EL ÍDOLO DE BARRO

Allá por los setenta, cuando empezaba a ser un número uno, venía siempre de promoción a Vigo. Era un tipo estupendo. Tan guapo como divertido en los almuerzos que celebrábamos al otro lado de la Ría, cuando Pepe Simón no precisaba de ninguna estrella Michelín para que los grandes de la música se dejasen caer por su casa.

Las fans lo perseguían por guapo y en la radio sus discos levantaban las audiencias de las efeemes. Fue, de verdad te lo digo, tan prodigioso intérprete… como cursi de modales. Su voz no era de este mundo y sus canciones eran para todos los públicos. Para su casa de discos era un filón y para las salas de fiestas de Galicia, aquellas de grandes aforos, un llenazo seguro.

Camilo Sesto fue un artista de los de verdad. Por eso nunca entendí su transformación personal…

A ver si me explico. Parecía tan seguro de sí mismo que nunca imaginé yo que fuese a ser un desastre como hombre. Ni siquiera aquella noche en la que Manolito Lombao me metió con él en un coche junto a su manager, Manolo Sánchez y a José Vélez. Recuerdo especialmente esa madrugada madrileña porque logré apearme a tiempo,  en el drugstore de Velázquez.

CAMILO SESTO 70 +

Es que, en aquellos sus principios, no le preocupaba para nada su estética y si su ética. Era un profesional como la copa de un pino. Cada dos meses de cada invierno actuaba por aquí. Primero en el Nova Olimpia, luego en la Sala Montesol de As Neves, en Ramallosa 2.000, en Tebra, en Redondela… Por donde pasaba dejaba buen recuerdo y sobre todo quedaba flotando en el ambiente ese halo del éxito que le convertía cada temporada en un número uno.

Así fue Camilo Sesto hasta la década de los noventa,  cuando desaparece de este mapa y todo el mundo lo sitúa en Miami.  En América nunca llegó a triunfar como en España y según dicen los afines, Camilo Sesto se convirtió en un casi anónimo Camilo Blanes Cortés.

En su vida de rosas aparecieron las espinas y el espejito mágico ya no le quiso como antes. Comenzaron las operaciones, los cambios de look, los reintentos, el querer y no poder… Perdió entonces la fama y el cantante de moda se quedó en el bufón de la corte que la tele explota porque “mola mazo” como ídolo caído.

CAMILO SESTO HOY +

Esta semana quise sentar entre mis únicos a Camilo Sesto porque le he visto irreconocible al lado de la Campos, en la tele. Su rostro denotaba múltiples retoques estéticos y aunque conserva el peinado de siempre, con dos kilos de maquillaje encima, parecía un personaje salido de la noche de los muertos vivientes.

En las redes sociales, la crueldad juvenil se mofó del artista que fue y dejó de ser. No lo hizo por su música, ni por sus respuestas, ni siquiera por los recuerdos de algunos contertulios… Fue por esa pinta mitad señora, mitad caballero. Por esa estética artificial que despierta la hilaridad de la gente, cuando en realidad debiera de generar… pena.

A veces, los ídolos nacen con pies de barro. 

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