galiciaunica Un recorrido semanal por Galicia, España.

CAMIÑO DOS FAROS

Vamos pues de faro en faro. El sendero litoral nos llevará esta vez por los rincones perfectos que permiten contemplar la inmensidad marinera o las rocas multiformes teñidas de blanca espuma, las que marcan los límites de las playas interminables. En Galicia hay algunos faros famosos, muchos desconocidos y solo uno que podemos considerar un emblema de la modernidad.

El más popular de todos, el más antiguo del mundo y  Patrimonio de la Humanidad es la coruñesa Torre de Hércules, el faro romano que sigue iluminando el paisaje más turístico de A Coruña, desde el siglo II. El rey Alfonso X El Sabio, en su “Crónica general”, atribuyó a Hércules su fundación, porque era el “mito que venció a las tinieblas, al mal y a la muerte”.

Faro de Punta Nariga

Pero si de leyendas se tratase nada mejor que hacer el Camiño dos Faros. Un largo sendero de ocho etapas, de entre 20 y 32 kilómetros, que nos invita a recorrer a pie el trayecto litoral comprendido entre Malpica y Fisterra, la temida Costa da Morte; 200 kilómetros sorteando la orilla del gran océano en compañía de los espíritus de mil náufragos que por aquí habitan.

Si te animas a caminar de punta en punta y de cabo en cabo, conocerás lugares mágicos de los que surgen las leyendas y los milagros, los de algunas vírgenes salvadoras, cristos crucificados que llegaron hasta la playa o las bellas leucoiñas cuyos cantos se confunden entre las olas.    

La linterna del primer faro del trayecto alumbra alimentada por la energía solar. Punta Nariga es el faro más moderno de Galicia, diseñado por el arquitecto Cesar Portela y construido en 1994. Está próximo a la aldea malpicana de Barizo y es todo un referente de la integración de la arquitectura en el paisaje natural. El edificio de 50 metros de altura soporta una linterna que alcanza las 20 millas. Es de diseño avanzado con forma de casco de navío y rematado con una escultura modelada en bronce a modo de mascarón de proa.

Faros Roncudo y da Laxe.

Desde allí se alcanza fácil Punta Roncudo. La Costa da Morte no lleva ese nombre por casualidad. Está bañada por un mar fiero, indomable, que no se deja vencer ni someter; que no responde a leyes humanas sino a las que dicta el propio Atlántico. El Faro del Roncudo es como un monumento erguido en honor de los percebeiros desaparecidos en este océano… que baña la tierra con agua salada de lágrimas hermanas.

Desde el Roncudo se avista el Faro de Laxe. Ambos compiten en la calidad de sus percebes y en la belleza inconmensurable que se alcanza desde sus torres.  Por ejemplo, el espacio natural de Traba, un lugar legendario porque está lleno de rocas que parecen haber sido cinceladas por gigantes, pues cuesta creer que haya sido el viento el artista de tales esculturas. La piedra cósmica da pié aquí a la imaginación para que podamos ver animales, barcos y formas magníficas… pero cuentan los cronistas que, aprovechando las formas de la piedra, fue el hombre, hace tres mil años, el autor de estos laberintos y de estas extrañas formas que hoy nos sorprenden.

Faro Vilán

La sombra de la muerte planea eternamente entre los acantilados, entre la gran marejada y el temporal incesante. Y ya son muchos los recuerdos de alertas, de búsquedas, de cuerpos que el mar nunca devuelve. El Atlántico es aquí justiciero y vengativo. En Cabo Vilán. Está emplazado en una zona donde se produjeron más de cien naufragios y es el mejor ejemplo de vida y de muerte.

La vida es el percebe que se aferra a la roca para que, quienes amamos esta mar, disfrutemos de sus frutos. La muerte son las mil doncellas que representan los mil náufragos de esta costa del diablo. El diablo es “O Demo”: el hombre de la barca negra que te tiende la mano si te caes al agua, pero no para salvarte, si no para llevarte al Averno. Es como la luz del Faro y la negra oscuridad “que conduce el barco a las piedras”. La vida y la muerte.

Faro Vilán posee un record: el de haber sido el primer faro de España en utilizar la electricidad para su linterna. Esto sucedió en 1896, el mismo año en el que se iluminaba con luz eléctrica, en Nueva York, la estatua de la Libertad.

Faros de Muxía y Touriñán.

Hay una virgen salvadora que tiene santuario junto al Faro de Muxía. Es Nosa Señora da Barca, con romería y ritos propios. El faro es modesto pero también testigo mudo de la presencia de miles de peregrinos que buscan el perdón final frente a este mar infinito. Porque por aquí pasa la ruta que nos lleva al verdadero final del Camino de Santiago.

Aunque antes pasaremos por el Faro Touriñán que, según los mariñeiros de esta costa, es el verdadero punto más occidental de Europa. Desde aquí se alcanza ya la cumbre del Monte do Facho y el Faro del Fin de la Tierra.

Faro de Fisterra

A la cumbre del Monte do Facho le habla el viento con fuerza. Se yergue hacia el cielo sobre el horizonte Atlántico, en el lugar al que llegan gentes peregrinas buscando, unos la casa del sol; otros, imitando a los romanos, el lugar donde se acaba el mundo; y algunos, los cristianos creyentes, vienen para alcanzar el rito final de las rutas xacobeas, que fue aquí, donde primeramente predicó el Apóstol Santiago, en la ciudad de Duio, donde nace la cristiandad gallega según cuenta el viejo Códice Calixtino.

Desde el Faro de Fisterra se alcanza ese paisaje de roca gigante y de universo marino donde el sol se duerme cada día, después de inundarlo todo con luz de oro, momento en el que el peregrino a Compostela quema las ropas impuras en la hoguera de la incandescente eternidad. Pese a todo, tuvo que esperar a 1931 por la luz eléctrica.

Si desde aquí contemplases alguna vez el infinito en compañía de algún viejo farero y le hablases de la muerte, él te diría…

—-  La muerte es temida pero justa, ya que no distingue a ricos de pobres.

En realidad lo que quiere decirte es que, tras contemplar el espectáculo del sol hundiéndose en el Atlántico como si fuera un disco de oro incandescente, ya te puedes morir tranquilo… aunque nunca tengas prisa para ello.

Esta semana este Camiño dos Faros es la recomendación que hace a sus lectores el diario británico The Telegraph. Lo llama “gran aventura” y lo compara con la conquista del Kilimanjaro en Kenya,  jugar con primates en Ruanda, cruzar el desierto del Gobi con una tribu nómada o prepararse para el montañismo en el Himalaya. Aunque yo creo que el gran sendero gallego es mucho más saludable.