galiciaunica Un recorrido semanal por Galicia, España.

CAPRICHOS DE AGUA

Es domingo y se me han mojado las camelias. Este año van con retraso porque las confunde el invierno con sus caprichos climáticos. Ya sabes, lo mismo tiñe de blanco el paisaje próximo que nos manda a la playa de paseo, para que nos yodemos en febrero como si esto fuera Galifornia.

Hablando de playa, una perra descubrió en la de Samil un bicho que solo vive en las profundidades más profundas del océano…

“Mía” quiso avisar de su hallazgo y comenzó a ladrar a su dueño, que es patrón mayor y conoce a muchos de los habitantes de nuestras rías. A Julio Alonso aquella viscosidad le pareció tan rara que terminó llevándola al Instituto de Investigaciones Marinas y por el biólogo Manuel E. Garci supimos todos que se trataba de una hembra de Phronima sedentaria, a la que en Vigo bautizaron Alien por su pinta de extraterrestre.

El bichito es un crustáceo pequeño, inofensivo, nada habitual por aquí, pero su presencia no es fruto del calentamiento global, no. Es un regalo que nos envió el Atlántico en alas del viento del sur… para que nos vayamos enterando de cómo son nuestros colegas del Espacio.

Ese viento sureño es el mismo que trae la lluvia a mi Tierra Única para que rompa el silencio con su música y dé inicio al ciclo de la vida…

Así, por entre las hojas caídas del bosque, fluye el agua transparente, pura y peregrina, buscando la corriente favorable que le haga crecer en el vientre de una de las mil venas fluviales del país. Baña el tapiz de hojas con el que los senderos se protegen del invierno, cuando la luz obtiene del entorno los grises plomizos de la niebla y de la lluvia.

Entre murmullos rumorosos de agua transcurre el tiempo y lo fantástico envuelve toda esta hermosa geografía.

Entonces nace el pequeño regato para crecer como río pequeño, luego convertirse en mediano y entregarse finalmente a los dos grandes… o directamente a los dos mares.

El agua fluvial desciende entre las plantas silvestres que nacen en soledad bajo los árboles, entonando una canción de pájaros…

Fíjate bien en este, aunque no cante. Parece ser que podría expulsar de nuestros árboles a las velutinas, esas intrusas asiáticas que se comen a nuestras abejas. El Abejero Europeo es un bello depredador. Lo están estudiando dos investigadores de Marín que trabajan en la Universidad de Alcalá de Henares. José Manuel Fernández y Salvador Rebollo creen que al Abejero le encantan las avispas asiáticas y ven en su presencia un método eficaz para acabar con las invasoras sin causar daño a otras especies. Miel sobre hojuelas.

Ya ves como el agua de lluvia luce de verdad su belleza cuando fluye en forma de río, transparente y cristalina, pura y alegre, camino de la ría, porque ha de crecer submarina en su vientre.

La lluvia es el agua múltiple que canta con sentimiento y ternura sobre la tierra y el mar. Un día de lluvia en Galicia es el gran concierto de la gran orquesta de la Naturaleza.  Y da para mucho.

¿Por qué nos entusiasma el agua? Verás. El canto del agua es la suave melodía que reverbera ya en los orígenes difusos de nuestra memoria, en el momento de la inmersión germinal en un vientre de mujer: mientras sucede la tibia flotación amniótica escuchamos ya la música de la linfa materna.

Algunos tuvimos la suerte de crecer junto al río, como el agua que sale de su vientre; y nos miramos en su espejo durante cuatro estaciones, todos los años de toda una vida. Es lo que nos diferencia y lo que nos hace amar los entornos naturales de nuestro alcance.

Cuando hablo del río me acuerdo del Miño a su paso por Tabagón y también  de Mauro y de Fernando, que me llevaron a pescar angulas  aquella noche. Ya sabes que la pesca de la angula es nocturna, invernal, húmeda y fría. En el estuario del Miño los pescadores queman sus vidas, que cada luna es morir un poco para obtener un mínimo fruto. Aquella vez supe que este es un trabajo poco recompensado por muy caras que tú pagues las angulas. Primero porque en ello va la salud y segundo porque hay que pasar varias lunas para hacerse con un kilo.

Los ríos del país cantan mil corrientes para su danza mientras procuran el oasis perfecto. Escuchamos su música desde ese primer momento en el que el regato avanza saltarín hacia el río grande. Pero la gran sinfonía final nos llega cuando río y mar se entregan el uno al otro, como protagonistas del más sublime acto de amor.

La lluvia culmina su ciclo en el gran estuario porque el agua entona en mi país su melódico latido…