galiciaunica Un recorrido semanal por Galicia, España.

Carmiña Valverde, la nena de «El Mosquito»

Ya ves. En boca de todos están los innovadores pero pocos se acuerdan de mis clásicos. Como si todo I+D+I desembocara en éxito irrefutable y lo tradicional hubiese fracasado para siempre.

Estoy hablando de cocina, de la nuestra, de las exquisiteces de las abuelas, de gastronomía gallega y no de la “nouvelle cuisine”, con todos mis respetos para esos jóvenes que ganan medallas y estrellas aquí y en la China.

Tuve la gran suerte de ser vecino de Manolita, incansable trabajadora de “El Mosquito” y por ella descubrí ese templo del buen comer en el que se santiguan mis amigos de Madrid cada vez que vienen a Vigo. ¡Y no es para menos!

— Esta es la Nena, la jefa –me dijo Manola cuando me presentó a Carmiña.

Carmiña, la del Mosquito,  es un personaje único que da de comer a la gente entre la Piedra y la Concatedral. Una institución de la hostelería viguesa que luce como nadie 80 años magníficos, llenos de inolvidables experiencias.

Por este restaurante, tradicional, de los que a mí me gustan, sí que desfilaron estrellas.  Así lo verás en las viejas paredes y así te lo contará, afablemente, Carmiña.

— El Mosquito lo abrió mi madre, Carmen Roel,  en el año 1930. Por cierto, con la oposición de mi padre, Ernesto Valverde. Porque no estaba bien visto que las mujeres se dedicaran a los negocios.

Carmiña Valverde entró a dirigir el mejor restaurante de Vigo de los de toda la vida en el año 1953 y desde entonces ha sido feliz testigo de muchos encuentros y desencuentros, de los que calla lo sustancial con picardía femenina…

— Si yo te contara…

Pero nunca cuenta más de aquello que puede contar. Como la emoción que sintió cuando tuvo que atender a Don Juan, el padre del Rey, lo que le curtió en protocolo para atender a otros miembros de la familia.

—  Por aquí pasó gente muy famosa,  de todos los estamentos sociales y artísticos.

Claro. En medio siglo y dos años Carmiña guarda en su memoria a escritores…

— Edgar Neville, Josep Plá, Wenceslao Fernández Florez, Cunqueiro,  Camilo José Cela…

A intelectuales…

— Ortega y Gasset, Otero Pedrayo… ¡Uy!  ¿Cómo se llamaba aquel que fue alcalde de Pontevedra?

— Filgueira Valverde, Carmiña…

— Ese.

Actores…

— Muchos, muchos actores españoles y extranjeros. Pero recuerdo con mucho cariño a Pepe Isbert y a José Bódalo.

— Y a Cesáreo González y a Peter Ustinov…

— Cuando él vino fue cuando hablaron por primera vez de “El Mosquito” en el diario “Pueblo”, de Madrid…

A Carmiña Valverde le caben muchos recuerdos en la cabeza, porque ella es la gran matriarca de este lugar lleno de sabores…

— El marisco es lo que más elogia la gente. El marisco y la merluza a la gallega…

Siempre que he ido al “El Mosquito” comí marisco y pescado; y siempre he salido con la sensación de haber degustado auténticas exquisiteces.

Carmiña Valverde se casó con un futbolista del Celta, Pedro Cantero. Le contó a mi amigo y colega Fernando Franco

— Fuimos de luna de miel a Barcelona. Allí Antonio Tamburini, gran empresario de la moda y cliente mío, nos puso durante nuestra estancia un “Buick” –que era el cochazo de la época- con chofer…

Carmiña siempre se hizo querer y a uno no le extraña que un tipo como aquel Tamburini que lucía nombre en la etiqueta de mis primeros trajes la tratase como a una reina. Porque eso es lo que es.

Cuando esta vez salía de “El Mosquito” recordé mis días de radio en Vigo y aquella plaza desde cuyo balcón se veía el mar. En alguna ocasión, ayudado por el Albariño, canturreaba allí mismo aquello de…

— Mira ese barco que va por la bahía, ahí se va, se va la novia mía…

Y me quedé con la dedicatoria que Juanito Valderrama escribió en uno de los muchos libros de firmas que celosamente guarda Carmiña Valverde…

— “Mi copla del emigrante que ya es famosa hasta en Quito tiene mucha menor fama que el restaurante “El Mosquito”.

Aunque tal vez la mayor fans de Carmiña sea Lina Morgan…

—  Una vez fui a verla a una de sus actuaciones en Madrid con otras nueve personas. No le llamé,  como ella me había pedido, ni le avisé de que estaríamos en una obra suya casi en primera fila. Debió de reconocerme durante la actuación porque, cuando salíamos, había una persona en la puerta con un sobre en el que estaba el dinero de nuestras diez entradas. Debió arreglarlo todo en el descanso.

Este invierno la distinguió, no sin tiempo, el ayuntamiento de Vigo, concediéndole uno de los premios Concepción Arenal.

Yo creo que Zapatero, antes de dejar La Moncloa, debiera otorgarle la Medalla al Mérito del Trabajo. Y mi amigo Pepe Crespo, -alcalde por renovada goleada del ayuntamiento de Lalín- , tendría que pensar en Carmiña Valverde Roel como protagonista de la gran cita gastronómica de Galicia, la Feria del Cocido.