galiciaunica Un recorrido semanal por Galicia, España.

EL PASADO PERSIGUE A LA ACTRIZ PORNO

erotismo

Detrás del porno hay una industria cada día más floreciente pero sus decorados esconden más de un millón de vidas profesionales que se truncan como muy tarde cuando el actor o la actriz cumple los treinta y seis. Pasada esa edad es muy difícil que alguien encuentre un papel en uno de esos bodrios que se fabrican en California, en el Valle del Porno, nombre oficioso de San Fernando Valley, la capital de esta actividad global.

Pero has de tener en cuenta que si Porn Valley fuese una república independiente seguro que superaba a Suazilandia en el triste record de nación con menos esperanza de vida del planeta, aunque por razones bien distintas. Mientras en el país africano el hambre es la primera causa de mortandad en la cálida quebrada norteamericana lo son las drogas, la violencia, el alcohol y los suicidios.

En España, pese a que en Madrid y Barcelona funcionan empresas dedicadas en exclusividad al cine porno, no se ha llegado aún a esos extremos y en Galicia no existe más industria que la del copiado, antes en cintas VHS y ahora en DVD. A ello se dedica una firma de A Coruña a la que cierta productora encargó una vez mil copias de un documental sobre el Camino de Santiago. ¡No veas la que se armó…!

Aquellos videos se utilizaron como regalo institucional… y en las colas, tras todas las loas a la tradición xacobea, aparecían escenas de películas pornográficas, porque se había abaratado el coste reciclando las cintas. El escándalo fue tremendo porque uno de aquellos videos había llegado a monseñor Rouco Varela, por aquel entonces arzobispo de Compostela.

Jamás he visto tanto cinismo social como ese estigma que se les impone a las actrices porno en todo el mundo. En el cine pornográfico sí que sufre discriminación la mujer, a la que se aparta de una sociedad que, por otra parte, es insaciable consumidora del sexo virtual.

Te invito a que hagas una prueba. Lleva a tu “nueva novia” a una fiesta de amigos. En principio diles que es profesora de Instituto pero luego desliza que, mientras estudiaba en la Autónoma de Barcelona, hizo un par de películas porno.

Luego… ¡Fíjate en las caras de todos! Ellos pondrán sonrisa de aligátor al sol y ellas la mirarán con desprecio de arriba abajo. No te digo nada lo que pasaría si tu joven acompañante fuese realmente una actriz “de esas” y hubiera sido reconocido por uno “de esos”… ¡Intentaría llevársela al huerto por menos de lo que vale un peine!

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El ejemplo de María Lapiedra –ahora María Pasqual- es el más claro que he encontrado en la hemeroteca estatal. Tras licenciarse con matrícula de honor en Filología Catalana quiso ejercer como profesora de Literatura pero se casó con el director de porno Ramiro Lapiedra y la tentó el género de su marido.

Se hizo famosa. La catalogaron como la “estrella del porno”, pero su paso por la industria fue efímero: solo duró 20 minutos. Ahora, tras su divorcio, montó una tienda de ropa infantil y lo que nota es que…

—–  Muchos preguntan por mí para que les atienda… y luego no se llevan nada.

No es que se trate de una señora recatada, que fue portada de Intervíu,  también stripper y mantiene una web personal desde la que se accede a webcams con chicas a las que cobra una comisión. Pero toda su vida social está llena de mirones y de curiosidades…

El pasado de esta gente no se borra y las heridas, cuando las hay, no cicatrizan. La sociedad, además, la marca para toda su vida.

Todo lo contrario que ocurre con ellos, los actores, sobre todo si van sobrados. Ellos serán siempre unos machotes que hasta podrán convertirse en los más populares del concurso hortera del prime time televisivo.

La mayoría de ellas, sin embargo, cuando se marchita su belleza y las primeras arrugas asoman por su piel, se quedan sin trabajo. Al buscarlo en esta sociedad de cínicos será difícil que no le reconozcan su pasado. Luego, aislada de este mundo tan atroz, llegarán las depresiones y lo que haga falta para salir de ellas.

Lo mejor es no entrar en el túnel… si no ves luz al final de él. Porque también es verdad que algunas sí saben convivir con ese pasado que nunca las abandona.

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