galiciaunica Un recorrido semanal por Galicia, España.

CORBAL, CABANILLAS, VALLE INCLÁN…

Pepe Conde Corbal, pintor de la quintaesencia de la ría de Arousa, veía una marina de invierno cada vez que se asomaba a la terraza de su estudio, en Vilagarcía. Era su estación favorita, la de la playa vacía y la de los atardeceres rojos sobre la gamela que le inspiraba.

Los ojos del inolvidable pintor pontevedrés me sirvieron de guía, muchas veces, para admirar como el azul se funde con el oro solar, mientras la ría inunda esta costa con su mágica luz.

Corbal me enseñó a navegar por los doscientos kilómetros cuadrados de este mar  de riqueza, por el entorno de las bateas de mejillón y por los bancos marisqueros que dibujó con maestría. Nadie como él dibujó una acuarela de ría.

Gracias a Ramón Cabanillas, el poeta de la raza, aprendí a amar el paisaje de Cambados… donde un río, el Umia, se entrega a la ría para protagonizar el más sublime acto de amor nunca ensalzado, mientras los árboles desnudos se miran en su espejo de agua, mitad dulce y mitad salada, un poco más allá de la Torre de San Sadurniño, que nos recuerda un hermoso pasado medieval cada atardecer.    

Esos poemas de Cabanillas que mi madre me descubrió casi de niño, me obligan a buscar de cuando en vez el refugio de la dorna que encuentra abrigo a flor de agua, en medio de la Illa que también es de Arousa.

Entre Cambados y Arousa están los espacios sumergidos donde se esconden el pulpo, la vieira, la nécora o la centolla, las excelencias gastronómicas de este mar tan nuestro.

Valle Inclán me impuso ya sus respetos cuando aún había reválida en cuarto de mi bachillerato pero solo cuando lo imaginé paseando con Bradomín por los Forcados de A Curota, a 618 metros sobre el mar do Caramiñal, pude comprender bien el porqué de esas fábulas, que el maestro de la sátira y el esperpento alimentaba con leyendas, exageraciones y despropósitos sobre su persona.

Desde aquí alcanzaba Valle su villa natal, Vilanova, y A Pobra, la de su disfrute.  Y puede que en este mirador naciese alguna de sus fabulaciones literarias que, no sé exactamente en donde, pero en este lugar de la sierra que llaman del Barbanza se esconden algunas de las musas principales.

Desde este alto de A Curota destaca la postal de una ría de bateas, una costa de playas de blanca arena y una sucesión de pintorescos puertos, punto de atraque de barcos pequeños, principalmente los de la flota mejillonera.

En torno a este mar de artistas y poetas han crecido once municipios y tres de las comarcas más dinámicas y turísticas de Galicia. La de Arousa es una ría de placentero navegar no solo entre bateas de mejilones; bajo el agua se esconde el mejor marisco del mundo, que, ya sabes, nos deslizamos sobre los lugares secretos donde se ocultan la centolla y la nécora, el pulpo y la vieira, la almeja y el berberechiño, además de las xoubiñas, los xureliños, las cariocas, las acedías o el robalo salvaje.  Esta es la ría de la luz de oro que hace resplandecer mediodías y enrojece los cielos de cada luscofusco.

Es un mar vital para quien habita en sus serenas ribeiras…

Las bateas son los nuevos barcos de la vida, anclados al corazón del agua verdiazul, a donde llegan más suaves los cantos de olas. Crece en ellas el molusco sabroso, el  mejillón de Galicia, el más apetecido.

De sus puertos van y vienen mariñeiros sobre sus barcos para procurar cada día o cada noche, el horizonte inmenso del Atlántico, más allá de Sálvora,  en busca de la riqueza que ocultan sus aguas. Ellos son los propietarios de este lugar de selvas sumergidas y de almacenes de corales.

En las acotadas playas entran los pies de las mujeres para buscar con sus manos la húmeda cavidad donde se ocultan los moluscos, ya crecidos. La almeja de Carril, el mejor fruto de esta playa, próxima a la playa amarilla de los cuerpos sobre la arena…

También es espejo de agua sobre el que navega el velero al compás de la música del viento… cuya espumosa estela se alcanza desde un cielo bajo caído tras las montañas.

La ría de Arousa es el mar donde el sol enciende todo tras  los requiebros de la tarde convirtiendo en fulgurante cualquier espacio… Aunque descubrirás que es en Carril donde duerme la fascinante constelación que nos guía a la Compostela espiritual.