galiciaunica Un recorrido semanal por Galicia, España.

CRISTINA PATO, UNA GAITEIRA EN HARVARD

 

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A la profesora Pato me la presentó Juan Santabaya, un buen día de agosto de hace unos cuantos años. Luego nos tratamos como hace la gente de la farándula: de concierto en concierto o de programa en programa. Era muy joven, llevaba el pelo más verde que el país y me pareció siempre tan universal como nuestro espíritu emigrante. Para ser una gaiteira no me parecía nada enxebre y eso quizá tenga su explicación en sus ambiciones artísticas.

Aquella vez le pregunté…

—- ¿Y tú de mayor qué quieres ser, Cristina?

—- Yo pianista y directora de orquesta…

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Santabaya la defendía como un producto nacional, capaz de llenar de ritmo un estadio a golpe de gaita. Es verdad, también a mí me parece más artista que gaiteira, sobre todo si abrazamos el concepto de la gaita como el del folk tradicional, ese que enxebrizamos en exceso tantas veces. Y te apunto dos razones: la primera porque Cristina Pato compone lo que toca y es capaz de interpretar una sinfonía con un punteiro. Y la segunda porque a su bien hacer añade espectáculo, cualidad que siempre le faltó a la tradición de este país, llevada adelante por gaiteiros que dominan la “Negra Sombra” con la misma pena con la que Rosalía de Castro escribió aquellos tristes y bellos versos. Yo sigo escuchando a la gaiteira Pato para que me levante la paletilla aunque de cuando en vez me freno en ese trabajo que hizo a medias con la Cedrón, “Soas”, que es solo un piano y una voz, bien tocado y excelentemente aprovechada.

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Una vez llame a Cristina Pato para que participara en un clip de esos que hicimos con motivo de los Xacobeos, con el propósito de hacer país más allá de La Gudiña, y me respondió desde Nueva York…

—- ¿Pero qué haces tú en Nueva York, chiquilla?

—-  Estudio piano y dirección de orquesta…

—- Cumpliendo una vocación, claro…

—- Es verdad, ya te lo había contado. Siempre quise abordar la música con seriedad…

(¡Yo me la imaginaba aún subida a un escenario ante veinte mil personas con las que vacilaba con asombrosa facilidad, saltando, meneando el culo, bailando y tocando la gaita al mismo tiempo!)

No, no es que aquello le pareciese empresa pequeña, que no lo es; pero Cristina soñó siempre con vestirse de seria y salir al escenario con una batuta en la mano, delante de la Sinfónica de Londres

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¿Y ahora? ¿Qué pasa en el presente? ¿Por qué le llaman profesora en los periódicos norteamericanos y gallegos?

Porque además de gaiteira, pianista y directora de orquesta es docente en Harvard y forma parte de la administración Obama para… nada menos que “integrar a través de la música y de las artes” a los jóvenes conflictivos de algunas escuelas de zonas deprimidas.

Ahí está mi Cristina, siempre pensando en los demás, haciéndose querer con esa dulzura que desprende con su mirada, disfrutando de su madura juventud con quienes nunca la olvidarán, te lo juro. Porque ella misma, sola y con sus instrumentos sería capaz de frenar aquella “Rebelión en las Aulas” en las que le hicieron imposible la vida a Sidney Poitier.

¡Cuánto me alegro, Cristina! ¡Cómo te haces querer, gaiteira!

—- Son jóvenes que no lo tienen fácil por el contexto socioeconómico y el entorno. Ver cómo se les enciende esa chispa en los ojos con la música es genial. Las artes pueden despertar muchas emociones y cambiar actitudes…

Y allá la tienes, estos días, en la reserva Cheyenne de Montana. Entretanto tuvo tiempo para lanzar su nuevo disco “Migrations” e involucrarse en el “Silk Road Project” en los Estados Unidos, China o la India. Es un trabajo llevado a cabo por músicos que viajan en caravana para integrar las artes en la educación.

Cristina Pato es única. Consigue todos sus propósitos y cuando tiene el mundo a sus pies es ella la que se pone a los pies de todo el mundo. Por eso siempre la hemos adorado…  

Cristina Pato con  sus alumnos cheyennes.