galiciaunica Un recorrido semanal por Galicia, España.

ANTONI TÀPIES

Por CARLOS VELLO, Pintor.

        A muchos GURUS de las artes les hubiera gustado encasillar al maestro de los maestros de la pintura matérica, sin embargo y aunque le agradase esta opción a diversos personajes de la “cultura”, a Tapies no se le puede encerrar en un único y simple registro, ya que es dueño de un inagotable lenguaje, muy personal, propio, quizá único, muy “solo de él”.

       Es probable que en los años cuarenta cincuenta, su pintura hubiera contraido alguna deuda con su amigo el pintor Miró, al que admiraba profundamente y con el surrealismo, que dominaba entonces en aquellos años, pero ésta fue muy corta y puntual. Hay que reconocer obviamente que después se desinhibe y automatiza totalmente.

      Sus materias y escrituras abarcan un caudal expresivo casi inagotable. Es en esta época cuando empieza a trabajar con gestos y a la vez aplicado gran cantidad de materia, pero, debemos de tener mucho cuidado en el análisis posterior: Todo es ejecutado bajo una reflexión admirable y asombrosa, sobre la manera de cómo debe enfrentarse uno con el soporte, cuando se desea realizar una obra en la que predomine la seriedad y la fuerza expresiva, para que no sea enclenque y superficial, estancándose la misma en superficie y faltándole el rigor necesario para ser considerada una pieza maestra.

       Es justo decir de Tapies que éste jamás navegó en una sola dirección, siendo sus imágenes siempre extraordinariamente coherentes en el tiempo, pues a partir de los años 50 abandona la descripción en su obra, arropàndose tan sólo en la materia, unas veces suave, con levedad, otras con grosor, pero siempre rotunda, recia.

      Esa preciosa materia es aplicada de un modo excepcionalmente personal, propio, que lo distingue ya definitivamente del gran Burri y a nivel sígnico de Fontana, dos grandísimos maestros del informalismo del siglo XX…

      No cree Tapies en la “realidad” en pintura, y como dice en “Memoria personal” (libro que debía de ser de lectura obligada en las Escuelas y Centros de Enseñanza, por su enorme aportación a los campos artísticos y no sólo para el disfrute de los alumnos, sino también como herramienta didáctica de sus profesores), cuando estamos pintando una hoguera, al acercarnos a la misma su fuego nos abrasaría, aparte de funcionar como calefacción en el taller si el cuadro lo ejecutamos en invierno.

       El maestro también en los años cincuenta sesenta, recibe sugerencias y consejos de la alta burguesía catalana:

       — Antoni: debes de volver a tu época de los años cuarenta en la que pintabas “tan bien”.

       Tápies les responde que él no deseó jamás pintar bien, no sabe lo que significan esas palabras…

       —  ¿Qué es pintar bien…?

       Tápies lo único que desea es expresarse.

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