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CUANDO LE PILLAS EL TRUCO AL MAGO

El mejor artículo de opinión que uno ha leído sobre el llamado Procés lo publicó esta semana La Vanguardia de Barcelona y lleva la ilustre firma del renovador del periodismo que molesta a los regímenes porque cumple el papel social de mosca cojonera, especie que estaba en extinción en España. Porque Franco la aniquiló como si fuera la velutina  y con los demócratas que le sucedieron nadie se atrevía a insistir, no fuera ser que le retiraran la subvención.

Hoy he pensado que, por sus méritos impresos, Jordi Évole se merecía ocupar este espacio independiente del periodismo digital y es un gran honor para mí cederle mi sección habitual de opinión que, como verás, él llena de sensateces.

Xerardo Rodríguez.

Por Jordi Évole *

En una de las últimas series de televisión que he visto completa, Verano azul (si tienes menos de 30 años, está colgada entera en YouTube), la pandilla de Tito y Piraña conocían a un viejo ilusionista venido a menos. El mago, animado por los chicos, les quiere hacer una función, pero los trucos ya no le salen.

Esa es la sensación que tengo con la ­política catalana los últimos meses. Hay unos ilusionistas que intentan repetir los trucos que les han funcionado en los últimos años, pero ya no cuelan. Lo que antes generaba ilusión en un público ávido de emociones, ahora genera hastío. Incluso hay espectadores que en otros tiempos se habían emocionado con los mismos juegos de manos, pero que ahora contemplan el espectáculo con desencanto y sufren por si el mago acaba pareciendo patético.

El último truco que han intentado repetir es el conocido como el de los lazos. Cada mago intenta hacer el número a su manera. Aprovechando que se acercan las elecciones, unos han intentado actualizar el truco que les dio un enorme éxito el pasado verano. Consiste en mostrarse muy ofendidos por la presencia de lazos amarillos en las fachadas de los edificios públicos y pedir su retirada inmediatamente porque en época electoral no se puede consentir ese uso partidista de los edificios públicos. Y ante ese truco, otro grupo de ilusionistas intenta hacerle creer a su público que no retirarán ningún lazo porque no son símbolos independentistas. Y así intentan que sus seguidores sigan quedándose embobados ante el truco, con el objetivo final de que les sigan votando en las próximas elecciones.

Antes los públicos respectivos reaccionaban con aplausos y muestras de asombro: “Ooooooohhhhh”. Pero me da la ­sensación de que esta vez el truco se ha notado demasiado y gran parte de los espectadores han reaccionado pensando: “¿Otra vez lo mismo?”. Sigue habiendo un público entregadísimo que continúa aplaudiendo a rabiar. De hecho, la rabia es uno de los alimentos de los seguidores más acérrimos. Pero hay muchos otros que ya no vibran como vibraron.

A pesar de todo, los medios les damos una cobertura exagerada a estos trucos. Es como si fuésemos incapaces de marcar nuestra propia agenda periodística y hubiésemos sucumbido a la agenda política, para acabar hablando de lo que los ilusionistas quieren que hablemos.

La semana pasada nos juntamos varios periodistas para discutir sobre la guerra de relatos que hay en torno al procés en Catalunya y el resto de España. Lídia Heredia, que lidera las mañanas de TV3, reconocía: “El problema del periodismo es haber comprado muy fácilmente el relato”. Josep Cuní, ahora en las mañanas de la Ser en Catalunya, añadía: “Los periodistas hemos querido ejercer, negándolo, de políticos. Porque queremos influir”. Con Mònica Terribas recordamos cómo informó del día de la proclamación unilateral de independencia. Ella abrió su informativo de aquel 27 de octubre del 2017 saludando a sus oyentes así: “Bona tarda, ciutadans i ciutadanes de la república de Catalunya”. Le pregunté, ahora que los políticos han reconocido que todo aquello era simbólico, si se sentía engañada. Me dijo que la pregunta no era pertinente, porque había gente jugándose su libertad. Creo que lo que nos cuesta mucho a todos, no sólo a Terribas, es decirles a los nuestros lo que no quieren oír. Que los medios han contribuido decisivamente a que lleguemos hasta aquí es una evidencia. Y hasta que haya una asunción de errores, hasta que veamos que esa cesión no es una derrota, seguiremos en el terreno del ilusionismo.

El capítulo de Verano azul se titulaba “La última función”. Con el procés, no caerá esa breva. Habrá más funciones, cada vez menos novedosas, más repetitivas, e intuyo que con menos público. Ya les avanzo que ahora el próximo truco que nos espera es: “Si votes el president, torna el president”. ¿Les suena?

* Director de “Salvados” y comentarista de “La Vanguardia”.