galiciaunica Un recorrido semanal por Galicia, España.

DEL CHARRÁN A LA ENCINA

Por Diego Carcedo

 La gente es mal pensada por naturaleza. Hay muchas personas convencidas de que el Partido Popular no es un partido conservador sino ultraconservador. Piensan, y así lo manifiestan, que en el PP nada cambia, ni siquiera cambia algo para que todo siga igual. Y es falso de toda falsedad. A las pruebas voy a remitirme.

No cambiará en su manera de gobernarnos ni de adoctrinarnos en la fe de la ortodoxia capitalista y demás, cuando realmente lo que se lleva es la política liberal con imagen moderna.

Nada de eso. Su voluntad de cambiar en lo sustancial la está dejando patente estos días los dirigentes “populares”. Decenas de años exhibiendo el logotipo de una gaviota, perdón que al parecer no es una gaviota sino un charrán – como de tantas otras cosas de biología no sé nada –, pues ya digo, decenas de años anunciándose con alas listas para volar del charrán más patriótico de todos, van a terminar y van a terminar de la mejor manera posible, no con el finiquito como en tantas empresas sino con un cambio.

Un cambio fundamental, representativo de la flexibilidad de la doctrina que sustenta y de la voluntad de innovación que siempre se respira en la calle Génova y en La Moncloa. El vuelo azul del charrán pasará a la historia con todos los honores de un partido que evoluciona y será reemplazado por la sobriedad estática del verde prometedor de una encina, de tallo firme y ramas frondosas; es un decir. Todo un símbolo de futuro. La encina es un árbol con vocación centenaria.

Desde luego, nada mejor que la imagen de una encina, el árbol que los depredadores ecológicos están haciendo desaparecer de la piel Ibérica, para visualizar la transformación social que se impone y la defensa de la igualdad que las nuevas tecnologías y las nuevas corrientes políticas no están propiciando. ¿Qué podrán decir ahora en el PSOE con su capullo eterno, sin imaginación de sus diseñadores? O en Podemos, ¿qué dirán en Podemos, habrá algo más populista y demagógico que un bosque de encinas?

Podrán decir lo que quieran las mujeres que reclaman el final de las discriminaciones y de los privilegios masculinos; podrán decir lo que les pete los pensionistas, cuyas reivindicaciones tendrán su réplica más convincente desde la silueta añosa de una encina, agotada de tanto criar bellota para que generar buen el jamón, y podrán quejarse a Montoro los funcionarios públicos cuando observen que el charran que les mantuvo congelados vuela ya hacia la eternidad de un mundo mejor.
Que el PP cambie algo tan sustancial para su existencia y tan vital para el bienestar de los ciudadanos es una noticia que no podemos de menos de celebrar. Pronto la influencia de la nueva imagen, bajo cuya sombra guiará nuestra suerte se notará en las economías domésticas, en las relaciones internacionales, en el dinamismo que la encina refleja a la hora de afrontar los problemas y, por supuesto, en la libertad: las encinas son libres, silenciosas y ni siquiera exigen agua para subsistir.