galiciaunica Un recorrido semanal por Galicia, España.

EL CACHALOTE DE FRANCO

El día 1 de Septiembre de 1958 llegaba a la ría de Sada el Yate Azor, que traía al Jefe del Estado desde San Sebastián, remolcando un cachalote de aproximadamente 28.000 Kgs y de unos 14 metros de longitud.

Los periódicos de entonces publicaban la noticia indicando que Franco había capturado la pieza durante el crucero de pesca deportiva, realizado desde San Sebastián hasta Sada a donde venía para pasar unos días en su residencia estival del Pazo de Meirás.

En la foto vemos ya al cetáceo encima de la rampa de frente a la Ayudantía de Marina donde, después de los trabajos de arrastre se consiguió colocarlo.

 La gente se agolpó en el muelle para contemplar al cachalote y las maniobras para depositarlo en la rampa.

Hasta ese momento no se había visto en Sada la captura de un bicho de tal magnitud”.

(Memoria de Sada)

Por J.J. García Pena

Era el verano de 1958, por tanto me quedaban dos años de vida en España. Por entonces, en aquella España gris y desgraciada, a las noticias falsas o rumores más o menos infundados se le denominaba «bulos» no como ahora, que nos han impuesto eso de  “fakenews” .

Como niño de ocho años (posiblemente entreverado entre la multitud de  curiosos de esta foto) fui testigo directo del hedor nauseabundo que despedía el gigantesco animal obstaculizando la rampa.

Periodistas complacientes con tiranos nunca escasearon, a juzgar por el comentario a pié de foto:

«Los periódicos de entonces publicaban la noticia indicando que Franco había capturado la pieza durante el crucero de pesca deportiva»

Sabido es que todo  megalómano y fundamentalista  es exhibicionista. El caudillesco «trofeo» pronto fue bautizado y conocido -irónicamente o no- como «El cachalote de Franco«. 

Tanto que, si mal no recuerdo – no sé si en A Coruña o en Vigo u otra localidad gallega- alguien se pasó de gracioso y se dedicó a jugar con el doble sentido del mote popular de tal manera que la compasiva Guardia Civil de la época lo llamó amablemente al orden, según su proverbial accionar.

A aquel pueblo oprimido podría faltarle pan y libertad, pero nunca le faltó gracia e ingenio para sobrellevar su falt , como queda demostrado en la actitud de estos dos vecinos que quisieron inmortalizarse con su cañas de pescar al lado de la colosal presa.