galiciaunica Un recorrido semanal por Galicia, España.

EL GRAN ESPECTÁCULO DE LA RÍA EN CALMA

A flor de agua, este mar de otoño es el espejo de la esplendorosa hermosura de una marina, en la que confluyen las bateas y las gamelas, próximas a la arena que esconde el sabor de los sabores, metido en su concha de molusco.

Si la batea es la gran fábrica, la gamela es donde se refugia el alma marinera. Y el marisqueo es el gran espectáculo de la ría en calma, en ese momento mágico de la bajamar, cuando un torbellino de colores invade el agua y quedan al descubierto los secretos de la playa.

Es la postal mas recurrida de este tiempo, las mariscadoras abrazando el mar.

 ELLAS A PIE…

Y el mar reconoce sus voces cuando la marea baja permite soportar mejor el frío del agua.  Cerca de ellas, los mariscadores procuran el mismo fruto manejando el arte de la vara desde las pequeñas embarcaciones tradicionales.

Mujeres y hombres buscan la almeja y el berberecho en las “leiras” de la  ría, donde se bañan sus sueños; porque es aquí donde obtienen el complemento económico necesario para mejorar su calidad de vida.

El marisqueo es la más bella estampa de la playa abierta cuando el sol tímido se asoma paralelo al horizonte. Por ello, mil fotógrafos propios y extraños han intentado captar el alma de sus protagonistas.

  ELLOS A BORDO

Este es un arte de ría que se admira a contraluz.

Porque sufrió numerosos avatares a lo largo de la historia moderna del mar gallego, para desesperanza de las sacrificadas mariscadoras, entonces mujeres de cuerpos mojados y negros vestidos empapados por agua con salitre.

El furtivismo, la extracción de sus bivalvos sin control, los intermediarios y los bajos precios, la desunión, las cofradías formadas solo por hombres, la falta de consideración en la Consellería de Pesca y  la carencia de una normativa mínima,  no hacían prever, hace algunos años, este presente; la rentabilidad actual del marisqueo y la positiva evolución tanto del producto como de su mercado.

CARRIL, 1963

Hoy en día, el marisqueo tiene una imagen más colorista, de gente joven con traje de neopreno, organizada en las cofradías que siembran los moluscos y son dueños de su pedazo de mar sembrado, por lo que respetan las vedas y tamaños de las extracciones, consiguiendo así una mayor rentabilidad y una mejor calidad del producto, deseado y competitivo en todo el estado español.

LEIRAS

La fotografía del marisqueo podemos tomarla en las Rías Baixas, en las Altas o en las Cantábricas. Más de 7.000 mariscadoras y mariscadores se reparten y cuidan estas fincas marinas, en las que se desarrollan diversos tipos de almeja: destacan la fina, la babosa y la japónica, además de la coquina, la de mayor precio por su sabor y demanda, pero también la más escasa, ya que únicamente se cultiva en la playa de O Vicedo, en la bahía de O Barqueiro.

Más popular que la almeja, por su  precio y su utilización en la cocina gallega, es el berberecho, auténtico protagonista del sabor de las rías gallegas, juntamente con la vieira.

Los productos del marisqueo se subastan hoy en día en las lonjas y sus precios están perfectamente regulados, aunque oscilen hacia el alza a medida que se acerca la Navidad. Para entonces, un kilo de almeja fina se pagará lo doble que ahora en octubre.

Pero el precio siempre nos parecerá bajo si conocemos el esfuerzo de estas mujeres mariscadoras, que abrazan el mar más frío para recoger su fruto. Porque, aunque ahora se siembra el marisco en las zonas de extracción y ya se logró regular este sector, el trabajo sigue siendo duro como siempre.