galiciaunica Un recorrido semanal por Galicia, España.

EL HOTEL MIÑO Y EL HOTEL SUIZO

Ourense. Calle del Paseo con el Hotel Miño.

Ourense. Calle del Paseo con el Hotel Miño.

 

Fue en el Café Miño, que era también hotel, donde nació mi verdadera pasión por la palabra y por la imagen; y también esa vocación de poeta libertario incapaz de someterse a la disciplina de la métrica.

En las noches de aquel Ourense de los sesenta, me honraron con su amistad tres grandes maestros a los que debo mucho: Eduardo Blancoamor, Pepe Suárez y Arturo Benito Silva.

El autor de “A Esmorga” acababa de llegar de vuelta a la tierra de su decepción desde su Buenos Aires querido. Suárez malvivía con una agotable pensión después de sus grandes éxitos como director de fotografía en Hollywood, a donde le había arrastrado su amor por Vivian Leight y a Dios pongo por testigo de ello.  Y Arturo, ejercía más de procurador de los tribunales que de poeta, lo que le permitía ser además mecenas generoso. Entonces trabajaba yo en la emisora “La Voz del Miño” y desde aquellos micrófonos mi voz contaba autorizada alguno de los inconfesables secretos de aquellos tres pozos de sabiduría…

Pepe Suárez echaba pestes de Hemingway, de cuyos libros taurinos fue coautor gráfico. Una vez me confesó:

—– Quizá por Ernest dejó de interesarme la fotografía.

Blancoamor y una de las últimas fotos de Pepe Suárez.

Quien sí adoraba a Hemingway era el inolvidable Carlos Casares a quien escuché a menudo en las tertulias de mis quince años en Vigo, época en la que el autor de Xinzo estudió las cartas personales de Hemingway. A través de ellas, como miembro del pueblo de “os bós e xenerosos”, Casares admiró a Hemingway por su amor a Galicia “la tierra de los dinosaurios y el mar” y contaba, en los setenta, que “el viejo” de su libro más emblemático se llamó Santiago en honor al Apóstol y a su ciudad. Según el escritor de Illinois:

—– Es la más hermosa que he visto jamás.

Ernest Hemingway estuvo en Compostela en los veranos de 1927 y 1929, instalándose en el Hotel Suizo, en la Plaza de Mazarelos. El Suizo era en Santiago lo que el Miño en Ourense. Por sus habitaciones y dependencias desfiló gente de la intelectualidad de la época y Hemingway dejó en “Adiós a las Armas” una relación muy íntima con Galicia que se supone adquirió en esos dos veranos.

—– Le gustaba pescar en el Tambre, admirar la Catedral y pasear por el casco histórico.

hemilgway +

Esta semana, el Hotel Suizo abrió de nuevo sus puertas pero solo como restaurante y cuenta José Silva, el emprendedor a quien debemos la iniciativa, que conserva la placa que figuraba en aquel hotel en honor de Hemingway y que una silla vacía nos recuerda que entre esas paredes aún vive el espíritu del escritor norteamericano, bebiendo cerveza y conversando sobre esta Tierra con Torrente Ballester o su paisana Ruth Matilda Anderson, la fotógrafa que nos dejó uno de los más completos legados gráficos de la Galicia de la época.

Un día de estos habrá que ir a vivir ese ambiente y a disfrutar de las viandas del nuevo-viejo Restaurante Suizo. Porque Suizo y Miño tienen mucho paralelismo.  

El antiguo Hotel Suizo de Compostela.

El antiguo Hotel Suizo de Compostela.