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EL JEFE MAS ODIADO

Te supongo enterado del episodio a bordo de un avión de Ryanair que cubría la línea Barcelona-Londres. Nadie paró al tipo que atacó a una mujer negra de 77 años, profiriendo insultos racistas incluso con violencia:

—- No quiero sentarme junto a tu fea cara, tu puta cara fea…y no me hables un puto idioma extranjero, puta vaca fea.

Ni la tripulación ni los pasajeros pararon al energúmeno que aún a día de hoy no muestra ni el más mínimo arrepentimiento por el ataque.

Pero quizá aún más grave que los insultos en sí fue el comentario del consejero delegado de la aerolínea…

—- Yo no soy racista pero no tengo porque entrar en una discusión entre pasajeros. Es un asunto policial.

 “Me importa una mierda si nadie me quiere” (Michael O’Leary)

 

Este pájaro es Michael O’Leary, uno de los hombres más ricos de Irlanda. Un agresivo ejecutivo nacido como tal en la Universidad de Dublín. Se ha convertido en el jefe más odiado del mundo y los trabajadores de su compañía constatan sus prácticas empresariales como rayanas en el esclavismo…

—-  Si no trabajo no cobro y si cobro son seis euros por hora.

Matias Nicolás Pavesi, representante del principal sindicato de auxiliares de vuelo de Ryanair, también deja constancia de cómo los trabajadores irlandeses desplazados a España, no tienen derecho a seguridad social completa. No cotizan para sus pensiones  en España…

—-  Y, por lo tanto, no sabemos cómo será el futuro.

Nicolás afirma que los empleados de la compañía que dirige O’Leary tienen muy complicado conseguir un préstamo hipotecario porque su nómina es irlandesa, y en cuanto a la prestación por desempleo, en caso de necesitarla…

—- Nos resulta muy difícil conseguirla.

—- ¿Y en Irlanda?

—- No cotizamos por todo, cotizamos muy poquito. Así que no tenemos ningún beneficio.

Este es el motivo de las huelgas llevadas a cabo por el personal de cabina el pasado verano, cuando se llegó al colmo de que una tripulación de Ryanair tuvo que dormir en el suelo al no poder despegar su avión por las inclemencias del tiempo.

Mientras sucedía la huelga, Michael O’Leary decía…

—-  Me importa una mierda si nadie me quiere.

No tiene amigos porque lo único que le interesa es amasar dinero. Su sueldo anual ronda los 1,2 millones de euros, pero él opina…

—- Soy el responsable de una aerolínea peor pagado, además del menos apreciado.

O’Leary es el inventor de la línea de bajo coste, un modelo de negocio poco ortodoxo que utiliza los aviones en vuelo como tiendas en las que alquila coches y vende juegos por Internet, reservas de hotel y todo tipo de productos. Esto, además de haber reducido los espacios para los pasajeros y limitarles el equipaje de mano al mínimo, además de cobrar como extras el equipaje que se factura.

Sin embargo esto no es nuevo. Es lo menos que puede suceder con un personaje como Michael O’Leary al frente del tinglado. Porque es un tipo arrogante, controvertido y rayano en lo chulesco por la utilización del lenguaje más vulgar.

Esta es su verdadera filosofía empresarial.  La descubres con la simple recopilación de algunas de sus frases más “memorables”:

—- Nadie quiere sentarse al lado de un miembro realmente gordo a bordo. Nos ha sorprendido francamente la cantidad de clientes que no solo quieren gravar a las personas gordas sino torturarlas.

—- Si las ventas de bebidas se están reduciendo, los pilotos diseñan un poco de turbulencia. Eso generalmente aumenta el consumo. Tampoco les dejamos dormir, les despertamos.

—- Atornille a los agentes de viajes. Son una pérdida de tiempo sangriento. ¿Qué han hecho por los pasajeros a lo largo de los años?

—- Una cosa que hemos pensado es poner una ranura para monedas en la puerta del inodoro para que la gente tenga que gastar una libra para hacer sus necesidades.  Si alguien quisiera pagar cinco libras les limpiaría yo su culo.  

— Me encantaría operar un avión donde sacáramos las diez filas de atrás y colocásemos pasamanos. Si quisieran sentarse tendrían que pagar por ello. La gente dice: “Oh, pero si estás de pié morirás si hay un accidente”. Y yo les contesto con respeto: las personas que se sientan podrían morir también.

—- ¿Vamos a disculparnos por nuestra falta de servicio al cliente? Absolutamente no.

—- Yo no soy un conejito de nubes, no soy un aerosexual. No me gustan los aviones. Nunca quise ser piloto. No soy como esos otros pelotones de matones que pueblan la industria aérea.

—- Si esta es una mina de sal siberiana y yo soy un ogro… ¿Por qué siguen trabajando para la aerolínea? Si alguno de nuestros pilotos no está satisfecho con el acuerdo actual es libre de irse. En otra parte,  que Dios les sirva.

—-  Esperamos que nuestras ganancias crezcan entre un 20 y un 25 por ciento. Eso no solo es bueno, es prácticamente obsceno en una industria en la que pocas personas ganan dinero. Esto no es una aerolínea, es un negocio del barón de la droga.

—-  Los mansos pueden heredar la tierra pero no la tendrán por mucho tiempo – dijo refiriéndose a sus prácticas empresariales.

Cuando dio a conocer los beneficios del año pasado en conferencia de prensa:

—- Estoy aquí con Howard Miller y Michael Cawley, nuestros dos directores ejecutivos adjuntos. Pero actualmente están haciendo el amor en los baños de caballeros, tal es su entusiasmo por los resultados de hoy.

—- Yo sé que molesto a mucha gente porque les digo lo que pienso. Soy irrespetuoso con lo que se percibe como autoridad. Al igual que pienso que el Primer Ministro de Irlanda es un gilipollas.

Para ofrecer ruedas de prensa,  Michael O’Leary utiliza la excentricidad. Es capaz de vestirse de torero o de Papá Nöel y de ponerse unas gafas de bucear llenas de flores. Lo suyo es no pasar desapercibido. Desde luego, se ha ganado bien la fama de ser un despreciable truhán capaz de esclavizar a su gente.

La última historia que leí de él es que se había comprado una compañía de taxis de Dublín, de la que solo funciona un coche y que tiene en nómina a un solo conductor: lo hizo para utilizar el carril bus de la capital irlandesa. Dijo que así no solo ahorraba tiempo, sino también dinero.