galiciaunica Un recorrido semanal por Galicia, España.

EL PAISAJE MÁGICO DE LOS DRUIDAS

Es aquí donde el sol de la vida se esconde cada noche. Donde las creencias tienen tanto arraigo… que las gentes llegan, peregrinas, a través de diferentes caminos de tierra y mar.  Donde habitan druidas celtas, magos como Merlín o dulces meigas en el reino de las hadas.

Este es un mundo recóndito, inestable pero bello. El ejemplo de la mítica Galicia ancestral. Dicen los sumos sacerdotes que por aquí hay que venir de muerto, si no se vino antes de vivo. Y esta es leyenda que proviene de la voluntad divina, a juzgar por lo que cuentan las creencias cristianas.

Mirando hacia el océano por encima de los acantilados, aparece un valle, un pueblo y un templo. El pueblo es Teixido y el santuario el del Apóstol Andrés.

Pueblo y templo están en la ribera del último tramo gallego del Atlántico, próximo al mar en el que la tierra se muere en vertical, que así se percibe desde la Serra da Capelada. Esta es una bella costa en la que se palpan los mil dramas escritos entre la roca marina y las aguas mezcladas del mar y el océano, las del Atlántico y del Cantábrico.

Es un paisaje con mucha magia y que se extiende desde que doblas la Ría de Cedeira hasta que llegas a la ensenada de Cariño.

De este trayecto son varios y muy recomendables los lugares a visitar, porque en todos ellos… viven las almas su eternidad.

Tras la leyenda de Teixido y sus almas vivientes, el mirador de Herveira es el mayor tajo vertical de Europa.  600 metros de acantilado donde el mar no se escucha ni casi se reconoce.

Pero se intuye porque sí se oye el viento que nos devuelve a la leyenda… al alma del caballero Lancelot que pervive aquí, entre los caballos libres, con el corazón partido por el amor de Ginebra, esposa de  Arturo, rey de Inglaterra.

El caballero de la Mesa Redonda, en los días claros, se asoma a este balcón de las imaginarias islas.

Finalmente, cuando el viento se torna cantábrico mece el bosque santuario de los druidas celtas cerca del Cabo Ortegal. Desde allí desciende la montaña hasta la villa de Cariño que nos invita a terminar el trayecto en la estructura marina que conocemos por Os Aguillóns, el lugar donde mezclan sus aguas el mar y el océano, como si fuera un natural y sublime acto de amor.