galiciaunica Un recorrido semanal por Galicia, España.

EL RECUERDO DE AQUELLA TRAGEDIA

 

HACE DIEZ AÑOS DE LA MAYOR MAREA NEGRA DE LA HISTORIA

NEGRA SOMBRA SOBRE EL MAR DE LA VIDA

MARIÑEIROS

          Hay en Galicia una estirpe marinera que se distingue, como el pescado que  se subasta en las lonjas y es la esencial protagonista del paisaje que contemplamos junto al mar.

         Son los hombres y mujeres que viven enraízados en las olas, como las gigantescas estatuas de roca que esculpen aquí, en la costa gallega, el Atlántico y el Cantábrico.

         A la estirpe marinera debemos la conservación de las selvas sumergidas de nuestras ensenadas, y los almacenes de mariscos y peces de nuestras profundidades; porque en ellos guardan también su vida.

PESCA

        Galicia tiene dos mares, el Atlántico y el Cantábrico, que bañan 1.200 kilómetros de costa. Más de 20 mil familias viven directamente de la pesca,  y otras tantas de los empleos auxiliares. Genera una actividad económica de más de cinco mil millones de euros. Las últimas tablas “input-output” indican que a la pesca están vinculados 54  sectores económicos diferentes, entre los que se incluyen, por ejemplo: envases y embalajes, transporte, servicios de reparación naval e incluso prendas de vestir.

        La pesca es, pues, un sector estratégico en Galicia. Una buena parte de esta actividad –la que se refiere a las artes de bajura y de litoral- ha sufrido hace ya una década la mayor catástrofe económica de nuestra historia.

                    (Foto de Munimara, www.munimara.com)

COSTA

           Cuando el río se convierte en ría sus aguas se tornan verdiazules de mar. La costa  es aquí de playa a la que llegan repetidas olas para besar con ternura su arena blanca.

          También en ella nacen amaneceres sobre los barcos cuando, desde el puerto embocan la bahía para superar las islas protectoras. Navegan por entre bateas, acompañados de gaviotas y cormoranes.        

          Y desde el Faro, se alcanza el paisaje infinito donde buscan la vida los pesqueros madrugadores, salvando las estatuas de salitre enraizadas en el agua.

          El paisaje marino nos envía su esplendorosa belleza desde el lugar en donde se quiebra el sol, cada tarde.

          Bajo la superficie, sin embargo, a pesar del arco iris submarino, la sal elemental del mar gallego recubre restos de mil tragedias.

          Y entre peces de colores y corales de cristal, hay fantasmas que nos recuerdan el cementerio de agua del gran naufragio que provocó la mayor de las tragedias ecológicas.   

 COLLAGE 1 +

TRAGEDIA

        Aquel 13 de Noviembre del 2002, un petrolero mal llamado “Prestige”, cargado con 77.000 toneladas de fuel de pésima calidad, de ese al que los gallegos llamamos “chapapote”, se ve metido en medio de un fuerte temporal a 28 millas de Fisterra, quedando a la deriva con olas que superaban los seis metros y en medio de vientos de fuerza ocho. Tal era la vejez del buque y la fuerza del mar que enseguida se abrió una vía de agua. Se produce por el mal estado del casco y permite que el mar inunde el tanque del lastre y provoque una fuerte escora.

       Por el lateral del buque se inicia el primer vertido de chapapote al mar gallego,  momento en que las autoridades deniegan el permiso de atraque en ningún puerto español.

       El buque queda escorado unos 45 grados y obliga a la evacuación de todos sus tripulantes a excepción  hecha del capitán, el primer oficial y el jefe de máquinas, quienes intentan desesperadamente salvar la carga. Las maniobras que llevan a cabo logran que se abran brechas en los primeros depósitos de fuel, en la parte central del buque.

      Al día siguiente, a primera hora,  los vecinos de Muxía veían el barco a tres millas, arrastrado por tres remolcadores y auxiliado otras tres naves de salvamento; pero nadie podía contener aquel chapapote que salía cada vez en mayor cantidad de los depósitos del “Prestige”.

  COLLAGE 2 +

CHAPAPOTE

        Aquel viernes toda Galicia despertó alarmada por las manchas de chapapote que estaban llegando a la costa bonita y llenándola de ese fuel viscoso y asqueroso que todo lo mataba a su paso. Era 15 de noviembre y el tráfico hacia la costa de Muxía, declarada Zona Cero,  llenó las carreteras de coches cargados con los primeros voluntarios dispuestos a recuperar sus playas y sus acantilados.

         Mientras, las autoridades,  restaban importancia a aquel primer vertido y desplegaban algunas barreras de contención, pero el chapapote las superaba y teñía el paisaje más bello de un negro que ya vestía de luto una gran parte de la Costa da Morte.

         Pero lo peor estaba por llegar. Dos días más tarde se detiene al capitán del barco, Apóstolos Mangouras al que acusan no solo de delito ecológico sino también de desobediencia; y se decide alejar de la costa el buque que, en solo tres días de navegación, provoca la mayor contaminación jamás recordada. Las manchas alcanzaban ya Corrubedo.

        El lunes negro, día 18, la fragata portuguesa “Joao Coutinho” obliga a los remolcadores a llevar el barco hacia la gran tormenta… Su estructura apenas resiste un golpe de mar…

        El chapapote llega a Cíes, amenaza la entrada en las Rías de Arousa y de Vigo, los voluntarios se cuentan por miles a lo largo del litoral, una gran mancha de unas diez mil toneladas anda a la deriva, las sombras de la noche hacen temer lo peor… Efectivamente,  el chapapote vira hacia Coruña, llega al Cantábrico, incluso a Francia… Todo, entre Oia y Francia, sufre la contaminazación.

       El Prestige, a las ocho de la mañana del martes 19 de Noviembre de aquel infausto 2002, se hunde definitivamente a unos 3.500 metros de la superficie, a 150 millas del cabo Finisterre.

VOLUNTARIOS

         Nadie te cuenta, sin embargo, que cantidad de chapapote se ha vertido en el hundimiento, cuanto queda en los depósitos del barco, si el casco resistirá la presión, si el fuel se solidificará…

          Cinco días más tarde queda tan solo la evidencia de la falta de medios para luchar contra la marea, mientras miles de personas de todo el mundo llegan a Galicia con el fin de ayudar con sus manos a limpiar la costa bonita. Son los voluntarios. Vinieron por sus medios, sin que nadie les llamara e incluso alguno se dejó la vida en Muxía que, sí, les rinde homenaje cada vez que se hace preciso recordar que una marea blanca de más de diez mil almas dejó nuestro litoral limpio de aquella maldita negra sombra…

          Pero ese fue el final. Antes…

          Yo había recorrido toda la costa desde A Guarda hasta Ribadeo y en los oídos de todos, escuchaba el lenguaje de la desesperación. Porque aquellos días, limpiabas y…

         El paisaje volvía a teñirse del negro color del chapapote, que iba y venía a su antojo, de los acantilados a las playas, del mar a la tierra y de la tierra al mar: una continua pesadilla que hacía desesperante las tareas de limpieza del litoral, en medio de aquel maldito temporal de lluvia y viento.

        Solo el entusiasmo de los voluntarios,  de los soldados, y de los marineros, percebeiros y mariscadores fue capaz de, cada día, volver a limpiar el negro y viscoso hidrocarburo, en el mismo arenal que el día anterior dejaron, al atardecer, con su habitual color dorado. Limpiar y volver a limpiar ha sido la constante de estas gentes, llegadas desde el Japón del sol naciente; de la Europa central que no conoce el color del mar; o de la cálida Cuba, de clima más agradecido. Todos ellos acudieron entonces para demostrar al mundo que aún nos queda la esperanza de la solidaridad de unos jóvenes, a los que algunos niegan sus admirables valores…

        Los jóvenes voluntarios nos han dado una gran lección en esta tragedia y gracias a ellos hemos sellado una gran hermandad con los otros pueblos de España y de medio mundo. Al menos ahora sabemos que nunca estaremos solos.

NUNCA MAIS

       Aún no había pasado un mes de la tragedia y las calles de Galicia se incendian. El grito “Nunca Mais” suena con eco en las paredes de piedra de las siete grandes ciudades.

        En Santiago de Compostela, doscientas mil personas le piden al mundo entero que no permita la repetición de una tragedia de la magnitud de esta,  que aún sufre el litoral gallego y sobre la que se ciernen mil incógnitas. Porque una segunda marea negra está llegando a la costa…

        Hasta los poetas denuncian una pésima gestión de la catástrofe …

“… Apocalípticamente viraronse na maldición dunha moura pestilencia, viscosa serpe parida do pezoñento pecio, esparexando inmundicia sobre os peixes e as aves denegridas, e sobre as xentes ribeiráns…¡Impotencia!” (ELIO MARIO)

MAN DE CAMELLE   

            Muy cerca de Muxía está el pueblo camariñano de Camelle, en el que, en los postreros días del fatídico 2002, fallecía Manfred Gadinger, nacido en un pueblo alemán próximo a Friburgo, y crecido al pié de este mar desde los veintipocos años. Llegó de traje y corbata,  y  soñó historias de amor con una maestra de la zona, que nunca se convirtieron en realidad…

             Man –como se le conocía en Camelle- descubrió, despechado, la pasión que en él despertaba el mar e inventó la filosofía del círculo: la vida es una circunferencia, decía, mientras esculpía las rocas del entorno de su casa, que le había construido un albañil de la zona…

             Cubierto, desde finales de los años sesenta, solo por un taparrabos, invierno y verano, Man  convirtió el entorno en un auténtico museo, que la maldita marea negra había teñido de luto. Dice el Rubio, percebeiro incluso furtivo, que el “galipote” le hirió el alma…

             Los médicos le echan la culpa a que dejó de tomar el Simtrón, un medicamento que precisaba para que no se le coagulase la sangre. Pero en Camelle, culpan al “Prestige” y su negro veneno: “morreu de melancolía”, dicen…

             Man, el Alemán de Camelle, era el último anacoreta de la Costa da Morte y su recuerdo siempre estará vivo en este museo, su jardín de piedra.

JUICIO

         La Audiencia Provincial de A Coruña busca responsables de esta tragedia desde hace unos días. Miles de personas afectadas por la mayor catástrofe medioambiental que sufrió Galicia, que esto fue lo que provocó el petrolero “Prestige”, esperan un final que tardará en llegar… Dios sabe cuando.

         Los acusados de “a bordo” son el capitán del buque, Apóstolos Mangouras; el jefe de Máquinas, Nikolaos Argyropoulos y el primer oficial Ireneo Maloto…

         De todos los políticos implicados solo uno está acusado por un supuesto delito contra el medio ambiente. Es José Luís López-Sors González, a la sazón director general de la Marina Mercante.

         El ministro, su superior, Francisco Álvarez Cascos, estaba cazando osos y “no tuvo nada que ver con el asunto”. Pero, ojo, sigue cobrando dinero público.

         Los 1.264 millones de euros que se reclaman de daños, los pagarán si los pagan dos únicos “solventes”, como responsables civiles directos: The London Steam-Ship Owners Mutual Insurance Association Limited, la aseguradora; y el Fondo Internacional de Indemnización de Daños, por ser un delito de contaminación de hidrocarburos. Como responsables subsidiarios podrían hacerlo las navieras Mare Shipping Inc y Universe Marítime Ltd., juntamente con el Estado Español.

         Esto, si la sentencia es favorable… Pero lo que probablemente resultará del juicio de A Coruña… será un recurso. ¿Tardará otros diez años en resolverse?

   …Con mi recuerdo, afecto y admiración hacia todas las personas cuyo trabajo voluntario nos permitió seguir  llamando a nuestro litoral…¡Costa bonita!

   Xerardo Rodríguez.

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