galiciaunica Un recorrido semanal por Galicia, España.

ESTOS LODOS VIENEN DE AQUELLOS POLVOS

Por Isidoro Gracia

Alcoa, Meirama, As Pontes, Automoción, Ence…

 

Hace muchos meses e incluso años, he venido sosteniendo en Galicia Única que la falta de política industrial de la Xunta lleva a Galicia a la irrelevancia en ese ámbito.

Ya en 2013 analizábamos lo que iba a suponer la inevitable realidad de la llegada del coche eléctrico. Si tenemos en cuenta que entre el sur de Galicia y el norte de Portugal más de un centenar de multinacionales disponen de instalaciones en producción, además de uno de los centros de I+D+I del sector más importante de Europa (CTAG), parecía lógico que este sector sería una apuesta segura si la masa crítica, de la que ya disponemos, se completaba en aspectos sobre los que la Xunta tiene competencias y un papel relevante: la detección y extracción de materias primas minerales.

Tengo constancia de dos hechos relevantes, uno, la investigación minera ha encontrado, en Galicia, esas materias en cantidades explotables y competitivas con las existentes en otras partes del mundo, y dos, el proceso de puesta en explotación se ha estancado por dos factores, entre los cuales la inoperancia burocrática de la administración autonómica es el principal obstáculo a superar, el otro es la contestación social a cualquier iniciativa minera.

Desde 2014, a raíz del informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el cambio climático he venido demandando “decisiones urgentes” para adaptar nuestro sistema de producción industrial y de generación de energía a la nueva situación. Pues bien la primera y una de las más importantes decisiones de la actual Xunta en esta materia fue la suspensión del Concurso Eólico de la anterior, bloqueando la implantación de más de 2.300 Mw (potencia instalada equivalente a 2,5 grandes centrales nucleares). Y otra aprobar una propuesta del BNG de prohibir los parques eólicos en la costa gallega. Ambas decisiones sumadas al abandono por el Gobierno del Estado en 2012 de la política de incentivos a las renovables, (el que creó el impuesto al sol)  además de detener “sine die” la transición del modelo energético español y gallego, tuvo la virtud de liquidar la mayor parte de las iniciativas empresariales gallegas, que con tecnología y mercado propios, intentaban consolidarse tanto en el subsector eólico como en el solar, y simultáneamente evitar futuros usos de las infrautilizadas instalaciones de Astano y Bazan, para los complejos artefactos como los puestos en marcha para los mercados del Reino Unido en septiembre, o el mercado alemán en octubre del presente año, este pilotado por Iberdrola.

Frente a la propuesta de mantener las tarifas y otras condiciones especiales para mantener las actividades industriales de grandes consumidores eléctricos, se ha sostenido desde estas líneas como medidas alternativas subvencionar, en las instalaciones consideradas estratégicas, soluciones similares a las utilizadas por otras empresas con instalaciones de gran consumo para consolidar su futuro competitivo.  La solución lógica para una industria que declara que el 40% o 50% de sus costes es la energía, es disponer en propiedad, o bajo su control, de ese componente.

Algunos grandes consumidores europeos, y en otros países desarrollados (p/e USA) han optado por estrategias de ahorro y autogeneración de su propia energía, mediante inversiones en las tecnologías más avanzadas y económicas existentes en su entorno. Solo en una ocasión la Xunta ha adoptado esta posición, al oponerse a la segregación de las centrales hidroeléctricas ligadas a Ferroatlántica y su producción de silicio en Sabón. En lo que considero una de las pocas apuestas acertadas, cara a la consolidación en territorio gallego de actividades con futuro, a pesar de su alto consumo específico de energía.

Si se consigue superar el actual conflicto de Alcoa y se gana algo de tiempo, será necesario ligar el futuro de la industria del aluminio a inversiones en la generación de su propia energía.

Claro está que antes será necesario que tanto el conjunto de la UE como España consideren que el subsector aluminio es un sector estratégico para su sector secundario.