FIDEL CASTRO, DE HÉROE A VILLANO

“LA VIDA OCULTA DE FIDEL CASTRO”

DENUNCIA SUS  PRESUNTOS VICIOS

A principios de los setenta, en los últimos años de la dictadura franquista, cuando los jóvenes de por aquí andábamos en eso que se dio en llamar luego guerrilla urbana, te confieso que era un tipo que me caía bien: había derrocado a un régimen totalitario por medio de una revolución y ese ya era aval suficiente para considerarle un líder, que además tenía a su lado nada menos que a Ernesto Che Guevara.

Aquel Primero de Mayo en La Habana, cuando lo vi de cerca presidiendo la gran concentración del pueblo, os confieso que me pareció una especie de semidiós llegado a la Isla para salvarla del vicio americano. Si a ello le añadía su origen gallego no había duda: Fidel Castro era un jefe de Estado honesto y brillante, al que merecía la pena conocer.

Y así ocurrió a finales de los ochenta, cuando regresé a Cuba para disfrutar de la compañía de mis amigos músicos y escritores, en una muy corta semana de vacaciones.

El Comandante me invitó al Lar Gallego, uno de sus refugios habaneros, en donde nos dimos un almuerzo en buena compañía y se interesó por Galicia como si sintiera la llamada de la otra Patria… A los tres años visitaba mi país invitado nada menos que por Manuel Fraga, que ya había conquistado el liderazgo político y era el todopoderoso presidente de la Xunta.

Desde entonces, tuve el placer de conocer a muchos políticos cubanos, jóvenes, menos jóvenes, fidelistas, anticomunistas, incluso… al hermanísimo, Raúl Castro. Cada uno con sus defectos y también con sus virtudes. Y todos formando parte del gran mito de la revolución cubana.

A día de hoy, pasados treinta años de mi primera visita a Cuba, nadie me ha convencido de dos cosas: de que aquella revolución no fuese necesaria y de que esta oposición no marcará el futuro del país.

Pero siempre me gustó la bonhomía, la hospitalidad, el carácter y esa mezcla cultural que posee el pueblo cubano, cuyos más genuinos representantes son aquellos hombres y mujeres de piel canela exponentes de un nuevo universo racial, en el que, en mis fantasías, logran que desaparezca la desigualdad en el mundo.

Ya, piensas que esto no fue posible…

Pero quizá algún día, cuando los hombres y mujeres de Sierra Maestra, los de la lucha popular, vean que su ciclo ya pasó…  quizá entonces las nuevas generaciones con piel canela sepan apretar la tuerca que Cuba necesita para convertirse en una gran República al servicio de sus ciudadanos… ¡Ojalá! ¡Se lo deseo con todo mi alma porque es uno de esos lugares en los que entremezclan tan bien las letras, con la palabra y el sonido de su música propia, que nunca lo olvidas!

Yo creo que llegó la hora de enterrar los viejos rencores en el cementerio de La Habana y ayudar a la transición política que este rico país precisa a todas luces, pero distinguiendo el polvo de la paja, aquellos que se aprovechan de las ansias de cambio del pueblo cubano en beneficio propio. Es decir, los de la libretita, como Bárcenas en España.

Porque un ejemplo de libreta acaba de saltar a la palestra internacional para convertirla en libro, que el marketing del vicio es algo que se le da muy bien a las grandes editoriales del viejo capitalismo ahora llamado Mercados. Lo firma Juan Reinaldo Sánchez, 17 años a la sombra de Fidel Castro como guardaespaldas y lo que hiciese falta; y ahora, tras tanto tiempo adorando al mito, resulta que le escribe….

—– El mito tenía los pies de barro, se le derrumbó su honestidad, conoció de cerca el vicio de la droga y el alcohol, era sexoadicto y amante de todos los lujos que ofrece el Planeta a los corruptos…”

El libro denuncia al expresidente cubano como “narcotraficante poseedor de Cayo Piedra, una islita rodeada de arrecifes de coral con una playa de ensueño”.    

—– Él dirigía el tráfico de cocaína como un padrino y la consideraba un arma de lucha revolucionaria para desestabilizar a la sociedad estadounidense.

Juan Reinaldo acusa a Fidel de la muerte del general Ochoa, un héroe nacional fusilado como máximo responsable del narcotráfico…

—– El general sabía demasiado…

El que fuera su escolta dice que Fidel Castro siempre vivió como un millonario cuando pedía sacrificios a los cubanos:

—– Posee 20 mansiones diseminadas por toda Cuba, cuatro yates de paseo, dos barcos de pesca y otras embarcaciones. Para él la riqueza constituye ante todo un instrumento de poder, de supervivencia política, de protección personal… Llevaba una “dolce vita” en la que incluía el jamón “pata negra” y el whisky de 20 años.

Yo me imagino a Fidel en el lecho del dolor – el cáncer sigue ahí dándole la vara- y pensando en sexo como describe en su libreta Juan Reinaldo:

—– Se caso con Mirta Díaz-Balart, de la que se separó para casarse con la enseñante Dalia Soto del Valle. Tuvo líos con la bellísima habanera Naty Revuelta; con Celia Sánchez, su secretaria particular; con Juanita Vera, su intérprete oficial; y con la azafata Gladys. Estas que yo sepa, claro…

En el libro se relata que sus hijos son nueve, fruto de cinco relaciones diferentes; y que no es Fidelito el primogénito, sino Jorge Ángel Castro, fruto de otra relación…

—– Es que Fidel Castro tenía dos o tres mujeres al mismo tiempo…

Pero como dice mi meiga, desde el 2006 Fidel Castro no está para esos trotes y esto del sexo, en La Habana, es cosa que no cuenta como pecado.

Y te digo. Me he preguntado a que viene este libro ahora, al final de la vida del hombre que mandó en Cuba cincuenta años… Y no encuentro otra respuesta que no sea la del dinero que intenta ganar Reinaldo, un guardaespaldas despechado y que incluso estuvo encarcelado, ignoro el porqué.

En este libro la exageración es lo que predomina, si bien… a mi me hubiera gustado que Fidel Castro siguiese siendo el de Sierra Maestra, tal como me lo contó mi amigo Armando Hart. Y creo que hace muchos años que dejó de serlo…  Pero no,  eso no impide que este libro me suene a una vendetta de Reynaldo, al que presta su colaboración  el periodista francés  Axel Gyldén.