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HA MUERTO CARLOS OROZA

OROZA +

EL MEJOR POETA ORAL

Ha muerto Carlos Oroza. Con más de noventa años de vida el poeta no pudo resistir la tentación de conocer un Mas Allá que le obsesionaba, al menos desde aquella época de la movida, cuando era un rebelde vate que decía su obra de sala en sala o de taberna en taberna…

—– “Malú es una hierba que se cultiva en el Nepal… O Eva, évame… Évame malú”…  

Alguien le llamó un día poeta oral y  para fastidiarle comenzó a publicar poemarios. Pero a los amigos siempre nos contó la poesía, que es la manera mejor de transmitirte sentimientos.

—– Escuchar poesía es como respirar profundamente. Te llenará de vida.

Oroza llegó a Madrid desde su Viveiro natal y a Vigo desde la locura de Ibiza, un mediodía de lluvia y frío. Buscaba refugio, como yo y como todos, en el Bar Roucos de la calle Santa Marta, que era una especie de resguardo gastronómico-intelectual de los insurrectos de la época, aún franquista.  

Bohemio, soñador, enjuto y de pelo largo, le vi pinta de poeta nada más entrar por la puerta y recibir la bienvenida de Sirita. Le acompañaba Jaime Noguerol, cronista de la buena y mala vida. Se sentaron ambos  a la mesa que ese día compartíamos Pepe Corbal, Laxeiro y yo. Tras la primera de yerbas, empezó a cantarnos aquel rollo suyo, como si fuera un hippie de los sesenta, cuando en realidad había estudiado para beatnik.

—– ¡Dejad que el trigo nazca en las fronteras!  

Esta fue una frase que adoptamos, como si fuera nuestra religión, aquellos que acostumbrábamos a disfrutar de los humildes cocidos del Roucos: Carlos Vello o Viejo, Sanxuás, Alexandro, Vidal Souto, los ya citados  y otros muchos entre los que se encontraba Pepe Rei,  que por aquel entonces era solo un excelente periodista.

Por allí, por el Roucos pasaron muchos artistas “invitados”, entre otros Julio Iglesias que se sintió muy a gusto entre aquella panda de progres de los setenta. Oroza era de los que más disfrutaba cuando tras la tortilla nocturna se organizaban canturriadas.

Pero pasado el tiempo,  Carlos me dijo…

—– Aún me acuerdo de aquella noche en la que Julito estaba empeñado en cantar y no cantaba un carallo…

Estaba claro que ninguno éramos su público.   

Desde entonces me encantó compartir aquellas nuestras copas de las madrugadas de rock… que durarían tan solo una década.

Luego nos vimos aquella otra vez en Cangas y en alguna exposición en el Vigo de su derrota, que eso decía siempre.

Hazte con algunos de sus poemarios publicados: Eléncar” (1974), “Cabalum” (1980), “Alicia” (1985), “Una porción de tierra gris del norte” (1996), “La llama prestada” (1998) y “Un sentimiento ingrávido recorre el ambiente” (2006).

Verás que siempre tuvo un mensaje…

El alcalde de Vigo, Abel Caballero, que es hombre sensible para muchas cosas, debiera pensar en el viguismo de Carlos Oroza y rendirle público homenaje.

Hoy a Carlos solo le pido que, eso sí, sin prisas, me vaya haciendo sitio… A mí y a aquellos locos del Roucos. 

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