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HISTORIAS DE GUERRA Y PAZ

Me ha tocado vivir en postguerra pero nunca estuve en eso que los militares llaman el frente. Como algunos amigos, que fueron reporteros y no olvidaron nunca las escenas del horror. A la vuelta siempre narraban sus historias de muerte para terminar el relato diciendo…

—-  ¡Menos mal que te lo puedo contar!

Recuerdo los tiempos de Vietnam. Mi amigo Diego Carcedo estuvo allí y es un gran especialista en esa guerra, de la que escribió miles de crónicas, algún libro e impartió cientos de lecciones magistrales. Siempre que le escuché hablar de aquel infierno me puso los pelos de punta.

Los reporteros de entonces estaban hechos de otra pasta porque a la primera ya se les curaba el miedo. Por eso eran tan buenos, los jodidos, haciendo su trabajo. Duró veinte años pero la década de los sesenta fue especialmente dura para los enviados especiales porque supieron que existía el napalm, aquella mezcla explosiva que lo quemaba todo. Incluso los cuerpos de los niños.

Para ser reportero de guerra no solo hay que ser un gran profesional del periodismo, sino que además se requiere mucho valor. Sobre todo para narrar las escenas vividas y lo absurdo de tanta muerte inútil.

Yo no sé cuantas guerras hay en el mundo en este momento pero me pasaron el balance anual del 2017 de Reporteros sin Fronteras. Por él me entero que el año pasado han sido asesinados 65 reporteros, 326 se encuentran en prisión y 54 secuestrados.

Las cifras son preocupantes según el informe de la ONG, que puedes conocer en su página web. Pero los periodistas no solamente encuentran la muerte en conflictos bélicos, como el de Siria, sino que son asesinados impunemente en países que dicen vivir la paz, como por ejemplo México.

No hace mucho, en Siria fueron víctimas de los bombardeos de la aviación rusa, un grupo de cámaras de TV, fotógrafos y periodistas que cubrían la batalla de Deir el Zor, situada a la orilla del río Éufrates, la ciudad más grande y más importante del este de Siria, que como casi todas quedó completamente destruida.

México es el país más peligroso para ejercer el periodismo porque allí te asesinan deliberadamente porque molestan tus investigaciones. Once víctimas hubo que lamentar en 2016. Algunas de ellas se habían distinguido por su lucha contra la corrupción y el narcotráfico.

Los asesinos no distinguen sexo y este año cayeron diez mujeres en su aguerrida batalla profesional. A pesar de las amenazas que habían recibido, muchas de ellas seguían investigando y revelando casos de corrupción, como Daphne Caruana Galizia en Malta,  Gauri Lankesh en India o Miroslava Breach Velducea, en México.

El secretario general de Reporteros Sin Fronteras, Chistophe Deloire, alerta de lo que está pasando ahora con los periodistas de investigación:

—-  Son el blanco de aquellos a quienes sus investigaciones incomodan. Esta alarmante situación nos recuerda la necesidad de proteger aún más a los periodistas, en un período de globalización de los desafíos de la información y de la internacionalización de la amenaza.

En lo que se refiere a los países que encarcelan a los reporteros, Deloire afirma que…

—-   Ciertos países que hasta ahora no habían sido identificados como «países cárcel» para los profesionales de los medios de comunicación, se han distinguido por un número inusualmente elevado de periodistas encarcelados. Es el caso de Rusia y de Marruecos.

Pero están China y en Turquía las mayores prisiones de periodistas del mundo.

En cuanto a los secuestros todos los casos se dieron en la guerra de Siria y actualmente se desconoce su paradero.