galiciaunica Un recorrido semanal por Galicia, España.

IDEAL vs REAL

Por J.J. García Pena

Hace treinta y cinco años dejé de fumar sesenta cigarrillos de tabaco por día. Esa adicción temprana, había sido inducida e inconsciente .Una niñería, como sucede casi siempre. Ya se sabe… La inseguridad y las presiones grupales típicas de la preadolescencia. El dejarla luego de dieciocho años de consumo continuo y compulsivo, fue una decisión razonada y consciente. 

Fue el único vicio en toda mi vida. Hasta hoy no he vuelto a probar ni una sola pitada o calada. Lo ideal es que nunca hubiese fumado ni un solo cigarrillo.  Ningún otro animal aspira  humo voluntariamente.

Ninguna droga adictiva, ya por el solo hecho de serlo, puede ser buena.  Ni siquiera debieran existir en sociedades humanas emocionalmente sanas. Pero el hecho inocultable es que existen, se consumen y retroalimentan a un sórdido y pingüe negocio universal que, a fuerza de ser perseguido,  se convirtió en ilegal, con el rosario de consecuencias negativas que ello significa. 

Lo ideal es que nadie las consumiese.  Ningún otro animal, voluntariamente, lo hace.

Legalizar el alcohol en USA no terminó con los borrachos, es cierto, apenas los disminuyó, pero al menos destruyó la trama mafiosa que, además del daño, evadía impuestos a la propia sociedad que contribuía a intoxicar.

Lo ideal es que no hubiese consumidores de alcohol. O necesidad de consumirlo, que es lo mismo. Ningún otro animal lo ingiere a sabiendas.

En Uruguay no creemos que legalizar la marihuana, o cualesquiera de las drogas que se consumen, sea la panacea. Pero sí  que el regularizar su consumo restará valor e interés de mercadeo a las mafias que trafican con y comprometen  la salud del pueblo. La solución está lejos de ser salomónica, pero es lo mejor que se ha encontrado, por ahora. 

Cuando hace más de un siglo los uruguayos decidieron que las mujeres pudieran divorciarse, puede suponerse el escándalo público que acaudilló la santa iglesia. De acuerdo: lo ideal es que quienes se juraron fidelidad la mantuviesen hasta la muerte, como se prometieron voluntariamente bajo los efectos narcóticos del enamoramiento.

Lo real es que la narcolepsia erótica viene con fecha de caducidad en el culo del frasco y en la góndola del súper la mayoría solo nos fijamos en la forma y color del envase. (Un puñado de afortunados conoce la alquimia que transforma el fugaz enamoramiento en amor perdurable, pero ese insignificante detalle no viene al caso hoy).

Te contaba, entonces, que desde los púlpitos  se desgarraban histriónicamente  las casullas e  incitaban  al pueblo a desgarrarse la ropa en señal de duelo y protesta, mientras les  pontificaban sobre las virtudes católicas del sagrado vínculo … ¡Justamente aquellos  desviados antinaturales que menos  sabían  de lo que estaban pregonando,  por haber renunciado, en plena eclosión de sus hormonas sexuales,  a la normalidad biológica! 

Esos… (ponele calificativo vos)  intentaban dar clases de moral pulpiteña mientras se negaban a seguir la misma doctrina que repetían como loritos  para los demás: 

—- ¡Creced y multiplicáos, coño!  

Hipocresía en estado puro. ¿Acaso se consideran una especie paralela al rebaño que los escucha tres metros más abajo?  

—- Haz lo que digo, pero no hagas lo q.

—-  ¿Te recuerda algo…?

Ningún otro animal se castra voluntariamente. Esos  contra natura, sí. O peor aún: fingen santurrona castración o castidad…  ¡Y no veas la que montan luego con tanta comedia de abstención fingida! ¡Lo tienen loco a Pancho El Matero, con tanta demanda!

Sin embargo, aquellos uruguayos lúcidos y progresistas, asqueados de tanta hipocresía de tálamo y talar oculta, estaban sentando las bases del respeto que hoy pocos retrógrados le siguen negando a las mujeres.

Hoy, aquel singular y criticado paso, es moneda fuerte y confiable en todo rincón civilizado. Los oscuros anatemas no pudieron con el brillo de la razón. El derecho de toda mujer a abortar dentro del marco jurídico que le garantiza las mejores  condiciones de hacerlo, será otra moneda de oro y corriente a futuro, no lo dudés.

Por eso,  aguardemos a que el tiempo nos dé su inapelable dictamen respecto a la «maruja».

Lo ideal es que un milagro nos libere de todo consumo pernicioso…  Lo real es que la humanidad, para subsistir y avanzar, ha dependido de sí misma, no de milagros ni manosantas.

Si de ellos dependiera, aún andaríamos colgados de los árboles.