A JOSÉ EL SABALERO, CANTOR DEL PUEBLO

Por J. Javier  García Pena

Hoy, tempranito, te encontraron con nueva vida; cerquita nomás de nuestro Río de la Plata. Los diarios creyeron que te moriste:

—- ¡Ché!, ¿viste que murió Carbajal?

Pretendieron darnos otra cachetada. ¡Pobre de ellos!

Vos siempre cerca del agua, Sabalero, atrapador de sábalos en tu pueblito de Juan Lacaze.

La muerte, esa puta vieja y fría, salió a buscarte en Villa Argentina, pero vos la engañaste y solo se llevo una sombra. Vos y yo nos seguiremos riendo de ella mientras tengamos corazón. Vós mismo me lo enseñaste:

—- “¡El día que me caliente salgo a perseguirla yo!”

Los uruguayos no necesitamos oírte porque tu voz sale de dentro de nosotros. ¡Es nuestra propia voz!

¿Acaso no me acompañarás este domingo, como siempre, alternando con Gardel, Alfredo, Washington y Cristina, con Lola Flores y

Juan Legido, mientras hago el asado para mi gente?

Hablaremos de destierros y reencuentros. Y me reiré de tus anécdotas y te pondrás serio, por un ratito, con las mías. Y me hablarás de Pedro y de la Villa Pancha.

Y vos me aguantarás, compasivo, que te hable de Sada, que te aburra con Sada, que tiene tanta agua como tu Juan Lacaze, y te haré rabiar porque en tu pueblo no hay sardinas y pretenderás, infructuosamente, hacerme rabiar porque…

—– “¡En el tuyo no hay sábalos, goyega!”

́—- ¡Dejáte de embromar, José, y dedicáte a contar, que lo hacés mejor que cantar!- te diré.

Cantaste con voz de pueblo y le devolviste, mejoradas y multiplicadas, las voces que de él heredaste. Le pusiste letra y gesto al sentir de los humildes. Hoy todos te heredamos…

—- “Dicen que te fuiste, dicen que no estás, dicen que

te has muerto…”, sé que jamás te irás.

En cada uruguayo hay una Chiquillada latente, una Sencillita, como tu infancia, como la de tantos de nosotros. Como la de nuestra gente. Como nos gusta ser.

Esa “puta vieja y fría” no podrá con vos, José, no te tumbará…

Ya no cumplirás más años, ya no envejecerás.

Tus canciones ya no son, ( nunca lo fueron) solo tuyas.

Son tuyas y nuestras.  Para siempre.

Gracias por tu humildad de siempre… ¡No faltés al asado del domingo, Pepe!

(El cantor se nos fue un mal día de Octubre de hace seis años. No podíamos menos que recordarlo… mientras escuchamos sus canciones.)