galiciaunica Un recorrido semanal por Galicia, España.

LA CANCIÓN DEL MAR

En la Tierra Única se rinde un riguroso culto a los muertos y los cementerios son muestra de este sumo respeto, aunque a veces, en las lápidas, sean los propios muertos los que se ríen de todo.  

En algunos pueblos pequeños aún se siguen oficiando misas por los difuntos y hay zonas en las que la superstición sigue tan viva como hace siglos. No hay más que ir a San Andrés de Teixido, en el día grande de septiembre, para comprobar cómo la gente va, efectivamente, de viva… para no ir de muerta.

La muerte, los espíritus, las almas en pena ocupan un lugar de privilegio en la fantasía de este país y esta semana de manera muy especial. La muerte es temida pero justa para la mentalidad popular, ya que no distingue a ricos de pobres. La representa un esqueleto con una guadaña y siempre avisa de su llegada.

Pero hay más que contar. Se dice en algunas crónicas antiguas que existía un Mar de los Muertos, buscado y nunca hallado por pueblos y personas. Sin embargo, la ruta de la salvación la marcaban, por el día el sol en su camino hacia el Fin de la Tierra  y por las noches las estrellas de la Vía Láctea.

Los caminos de esta ruta estaban sembrados de megalitos. Y en todo el trayecto, se expresa el profundo conocimiento de los sabios maestros y las tradiciones, mágicas y secretas, que practican misteriosas cofradías.

Algunos escritos, tan antiguos que se ignora su procedencia, hablan de ciudades sumergidas en lagos y lagunas. Dicen que,  antes de su desaparición bajo las aguas, fueron el crisol de la culturas galaica, creadora del megalitismo y del lenguaje de los petroglifos… Ciudades en donde se mezclaba el canto rumoroso de los pinos, con el de las sirenas y  la voz de los druidas; en realidad, profetas de aquella época, en la que Venus presidía todos los cabos de Galicia.

Es la versión más antigua de la búsqueda del lejano Occidente para encontrar el nunca revelado secreto de Dios y el Mar de los Muertos jamás hallado.

La historia moderna despierta las almas peregrinas, que llegan a aquel mismo fin del mundo, para escuchar la canción del mar; del mismo mar en el que esperan ver reflejado el camino olvidado que conduce hacia el Cielo.

Porque tras el horizonte, aún está el Infinito…