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LA MODERACIÓN CONTRA LAS DOCTRINAS DEL PASADO

El “aznarismo” es un tumor político, hereditario y contagioso, que solo conduce a la derrota electoral y si el Partido Popular le da crédito, la próxima será aún más estrepitosa que estas últimas.

No debéis de cometer el error político de minusvalorar al Partido Popular como fuerza indispensable para el equilibrio democrático… porque es bueno que coexista en el Estado de las Naciones que viene.

Ahora bien, los que os consideráis militantes o simplemente estáis muy próximos al centro-derecha, no permitáis que el PP caiga en ese precipicio que llamamos “aznarismo”; por ser doctrina pasada y porque aún es la ideología vigente de aquellos “Legionarios de Cristo”, los que auparon en el poder a un presidente que nos metió en una guerra, siguiendo el mal ejemplo medieval de cristianos contra moros.

El “aznarismo” es un tumor político, hereditario y contagioso, que solo conduce a la derrota electoral y si le dais crédito, la próxima será aún más estrepitosa que estas últimas del 28A y del 26M. Los resultados obtenidos solo conducen a pactos con los que algunos emprenderán el vuelo del águila imperial; los residuos del franquismo a los que hemos permitido alzar la voz pese a las fechorías fascistas de sus antepasados, algunas de las cuáles aún figuran en este proyecto actual.  

Os supongo enterados del guirigay del lunes, en la sesión matinal de la Directiva Nacional del PP y en la comida que sucedió al inicial rifirrafe. Lo que hizo estallar la indignación fue la insinuación del nombramiento de Cayetana Ávarez de Toledo como portavoz popular en el Congreso, una sugerencia que le hizo Aznar a su influenciable líder.

Pablo Casado ya había hablado de una nueva era, de la recuperación de cinco autonomías y de 23 capitales de provincia, de refundación del PP y de la madre que lo parió. Fue otro discurso inmovilista en el que dijo que “no hacía falta cambiar nada, porque no había pasado nada y todos los males estaban ya superados”.

El caso es que a día de hoy, viernes, Casado no tiene ninguno de esos gobiernos asegurados y aún encima ha estigmatizado al PP escorándose hacia la extrema derecha y sonriendo a los mas fachas del juego político.

No me extraña que la gente sensata le tirase a degüello a los postres de una comida que se les atragantó a todos. Fue cuando Alberto Núñez Feijóo tomó la palabra, firme pero sereno, y le cantó las cuarenta a ese líder cuya figura va empequeñeciendo a medida que surgen las dificultades.

O noso presidente vino a decirle…

—- El escaso repunte electoral entre el 28A y el 26M ha sido como consecuencia de la moderación de nuestro discurso, de centrar nuestra política. Y el futuro pasa por lo mismo, no por repartir cargos entre quienes no representan precisamente nuestras ideas.

PeroCasado no se arredró y quiso rebatir ese escoramiento hacia el “aznarismo” poniendo como ejemplo a Moreno y su pacto a la andaluza con Ciudadanos y Vox. Moreno le respondió con su currículo moderado tanto en su pasado político como en sus declaraciones actuales.

Feijóo y Moreno se levantaron de la mesa antes de que acabase la reunión y el asunto de los nombramientos ha quedado pospuesto para dentro de un mes, cuando esté más claro el panorama de alcaldes, presidentes autonómicos y senadores.

El discurso de Feijóo lo compartieron una veintena de presidentes regionales del PP y los llamados barones, pero no creo que Pablo Casado reniegue de su “aznarismo” por la reprimenda del político con mas carisma y mayor aceptación popular de su partido.

Tendrán que ser las masas las que pongan en su sitio a esta gente que aún cree que el franquismo fue una idea, no una dictadura. Y si no quieren ver como se diluye el partido con mayor número de militantes de España, será mejor que sus voces lleguen hasta la planta noble de Génova, 13 –Madrid, cuanto antes.

Por lo de pronto yo le aconsejaría a Alberto Núñez Feijóo que vaya distanciando el Partido Popular de Galicia de ese “aznarismo central”. Y eso sí está en su mano.