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LA VERDAD NO ES VERDE

¿Me preguntas por qué compro arroz y flores? Compro arroz para vivir y flores para tener algo por lo que vivir.

(Confucio, filósofo chino, (551 a. C. -478 a. C.)

Por Alberto Barciela

La verdad ha de ser traslúcida, la tonalidad la aportan la opinión, la subjetividad, los intereses camuflados tras un bosque de una especie que se miente con verdades construidas.

Ejemplos: el Mar Rojo es gris, la Selva Negra verde y el Danubio nunca ha sido azul. Los seres vivos nos relacionamos entre nosotros y con el entorno con brusquedad, abuso, inconsciencia o muy escasa sensibilidad. Hay lógicas excepciones, pero son las menos. El resultado es palpable: contaminación de ríos y montañas, océanos plastificados, cambio climático -incendios e inundaciones devastadores-, basura digital e incluso espacial.

Ecología, de las palabras griegas oikos (casa, vivienda, hogar) y logos (estudio o tratado), significa “estudio del hogar”, por extensión de nuestro hábitat, de la tierra y del universo.

La necesidad de contar con recursos naturales o minerales y de energía suficientes para mantener el crecimiento económico y social, nos lleva a rebasar cualquier idea de protección medioambiental, a invadir territorios y destruir ecosistemas que han evolucionado durante milenios. Y todo ello con un nulo equilibrio entre los beneficios y su impacto para las zonas dañadas, que suelen ser las más pobres del planeta.

Celebramos cumbres del Clima, el Día Mundial del Medio Ambiente, y no hay especie animal o vegetal que no cuente con protectores especializados -algunas veces patrocinados por las empresas contaminantes-. Todo resulta insuficiente para obtener una concienciación efectiva ante la voracidad de las multinacionales extractivas, los gobiernos dictatoriales, el capricho o la simple ignorancia.

Vertidos tóxicos, presas hidroeléctricas, accidentes en centrales nucleares, falta de reciclado de basuras urbanas, talado de bosques, desplazamiento de pueblos, se turnan diariamente en los titulares de los medios de comunicación.

La voracidad del ser humano tiene dos últimas víctimas: el planeta y sus especies, empezando por la llamada racional. Se habla de la conquista de Marte como alternativa a cuanto pueda ocurrir con nuestro hogar -ese que tanto estudiamos-, el hermoso Planeta Azul, la tierra. Pero la verdad no es verde, ese solo es el color del que pintaban a los marcianos hace unas décadas y los prados de los anuncios.

Es hora de asumir un problema cierto, de tomarlo en serio y de predeterminar planes eficientes y de ejecutarlos con eficacia. Germine la verdad, para reciclar tanta mentira.

La ecología nos lo advierte cada día. Todavía estamos aquí, en nuestra casa y el cielo es azul -como en la publicidad de las empresas más contaminantes-. La sabiduría de los indígenas americanos dice que “cuando sea cortado el último árbol, pescado el último pez y desaparecido el último río; el hombre va a descubrir que el dinero no se come”. Advertidos estamos.