galiciaunica Un recorrido semanal por Galicia, España.

LAS PLAYAS DEL ALMA

Tranquilos o furiosos, pero siempre diferentes.

Un océano que se aquieta en la serenidad de las rías y un mar de ola brava.

Sobre ambos cantan los vientos del verano mientras la luz profunda, a veces ardiente, se posa sobre su lomo.

Atlántico y Cantábrico son dos mares de vida, de riqueza, de ocio, de sabores, de leyendas, de playas de bandera azul…

Cada verano, junto al mar gallego, la marea humana descubre el paisaje del éxtasis…

Está en la inmensa playa de paz y agua de sal elemental o en el arenal del que emergen las esculturas cantábricas.

Justo frente a…

        Las rías…

        El mar infinito…

        La laguna de la ciudad sumergida…

        El círculo mágico de los castros…

        El monte protector…

        El Faro del fin del mundo…

        Las islas del Parque…

        La isla habitada…

        La gran duna…

        Las vírgenes de los milagros…

Hoy te invito a perderte en la contemplación de las montañas de espuma que saltan la roca para deslizarse en la playa abierta… y a que te sumerjas entre la humanidad controlada que construye sus vacaciones en el vibrante arenal donde encuentra la fúlgida luz de un sol que jamás quema.

PLAYA DE RÍA

Si tus prisas te permiten disfrutar de la tarde verás como derrota toda trasparencia el azul del agua, entre las bateas de la Ría de Arousa.

Por camino de madera,  te llevaré a esa playa de la isla del sol, la luz y la vida, para que disfrutes de la pequeña cala, en medio del quebrado territorio del pequeño acantilado que interrumpe un suelo de duna.

Es mi playa soñada, sobre todo, cuando el Sol cede a la Luna su espacio y todo cuanto nos asombra resplandece: aquí descansa la luz de oro que todo lo inunda, incluso el agua mansa de esta mansa ría.

PLAYA ATLÁNTICA     

Esto que ves es Caldebarcos, que posee un magnífico arenal y una marisma, la “Estivaríña”, humedal protegido e incluido en la Red Natura.

La gran playa de todo este entorno –y tal vez la más grande de Galicia– es la de Carnota. Tiene siete kilómetros de longitud, una arena fina y blanca, formando una concha de singular belleza. Es tan grande que nunca se llena. El Atlántico la mima especialmente.      

Viajando por la costa de Carnota hacia Muros se suceden pequeños pero hermosos refugios marineros que responden a curiosos nombres también marinos: Porto Cubelo en Lira, Porto das Barcas, Porto do Curro, Porto das Cabras o Porto dos Botes.

Son todos estos los puertos atlánticos de Carnota, desde los que se contemplan las puntas rocosas que ya anuncian la costa gallega más abrupta y que separan playas de ensueño.

PLAYA CANTÁBRICA

Mientras el mar hace temblar los barcos que danzan sobre las olas, ebrios de sal, cerca de la Illa Coelleira,  por Arealonga, en O Barqueiro, el sol persigue a las hijas de Neptuno que se esconden bajo sus aguas, mientras la deliciosa coquina deja sus huellas mojadas en la arena. 

Un poco más allá, las olas del mismo mar pronuncian su sinfonía contra la roca para seguir construyendo Catedrales

Ya lo sabes. El Cantábrico es un mar que esculpe estatuas de piedra y se mece luego en la calma de la playa serena.

PLAYA DEL FARO

Mi colega Antonio Rodríguez obtuvo esta fotografía de la playa del fin del mundo, que no es otra que O Rostro, la más próxima al Faro de Fisterra.

Esta costa es de muerte, porque fueron muchos los que se acostaron con la parca en el lecho de este mar. En las estadísticas están escritos 157 naufragios y más de 500 víctimas.

Pero también es costa de vida por los espacios de resurrección que encontramos insertados en un paisaje de ensueño; que hay quien dice que aquí está el paraíso.

Sí, las cruces de piedra se miran en este mar como recuerdo imborrable de tantos navíos. Tras cada nombre, una leyenda. Detrás de cada tragedia, un temporal y rocas de aguja con apodo, agrupadas para recibir la embestida de las olas.

Pero la vida resplandece también cada verano sobre el agua, en playas interminables con luces plata de amanecer, verdiazules de mediodía y olas de fuego que llegan desde la infinidad a la orilla, entre la luz y las sombras, en el luscofusco del hermoso lugar donde se acaba la Tierra.

PLAYA DEL CASTRO

Dicen que la playa y el castro viven un eterno idilio desde que los nerios llegaron a Baroña. Esta es la huella que certifica nuestra historia desde hace mas de dos mil quinientos años, aunque los gallegos solo sepamos de su existencia desde 1933.

Castro y playa se aman y es a este lugar mágico donde acuden los cuerpos desnudos en busca del sol, de la arena caliente, del yodo, de las olas y del nordés. Es decir, de ese verano tan nuestro.

PLAYA DE LA DUNA

Hay también un mar de arena que espera, paciente, el ir y venir de las mareas en su espacio protegido. Es un desierto junto al mar que crece hacia el cielo, como producto del misterioso amor entre la arena y el viento.

Es la playa interminable y el gran sistema dunar.

La playa recibe, una tras a otra, todas las olas atlánticas.

La duna se limita a escuchar las voces de las mismas olas.

Sobre la playa y sobre la duna, nubes transparentes y el brillo de un sol que anuncia ya el atardecer cálido de este verano.

PLAYA DE LAS ISLAS

En este lugar apartado de las aglomeraciones playeras, barrera protectora de los males del mar,  parece que existió un edén en el que nacieron todos los pájaros. Las Cíes son centinelas de la Ría de Vigo, a la que protegen. Y  los vigueses las prefieren como paisaje por encima de todos los paisajes de mar.

Forman parte del Parque Nacional de las Islas Atlánticas y la visita es posible desde Vigo, a 15 kilómetros marinos o desde Baiona. Hay cruceros que hasta allí nos llevan.

Las Cíes nos animarán por sí mismas a respetarlas: son islas de acantilado en donde anida la gaviota y el cormorán, con  playa espléndida considerada por los expertos la mejor del mundo.

Desde el mar o desde el aire bien se aprecia esta belleza de aguamarina verdiazul que rodea el paraíso.