galiciaunica Un recorrido semanal por Galicia, España.

LAS REBAJAS DEL MARISCO

Entre el cantábrico Faro do Castro y el mirador atlántico del Tecla, los dos mares buscan refugio en las rías, nacidas todas del sublime acto de amor que provocan los ríos principales cuando se entregan al mar.

Las rías de Galicia son la esplendorosa hermosura del paisaje y al mismo tiempo la sal elemental de la vida marinera. Esconden maravillosos misterios, leyendas imaginarias e imaginados tesoros, tan ocultos que nunca fueron hallados.

Tienen islas propias y playas de ensueño en el lugar donde duermen las mareas, mientras suena una sinfonía de paz inmensa. En las rías, la luz de oro penetra en el agua procurando los moluscos, los crustáceos y el rey de los cefalópodos.

Las rías de Galicia son paisaje y literatura de un mar sereno, siempre propicio para el relato de otoño. 

En las rías, la luz rompe el agua en busca de sus misterios ocultos.  La batea es la gran fábrica del mejillón que emerge del agua entre las estrellas de plata del mediodía. La pequeña gamela navega cercana procurando entre sumergidas rocas la nécora y la centolla, que son las reinas de este mar de atardeceres de oro.

Un torbellino de color rompe también la mañana cuando confluyen a flor de agua, manos de mujer y mariscos bivalvos; el marisqueo fue siempre el gran espectáculo de la ría mansa, de arenoso fondo e irisada superficie. He aquí el bello ejemplo de esta estampa en Carril, años sesenta.

Y en el mágico mar de la muerte, allá donde las estatuas de salitre llenan el espacio, el hombre se empapa de sal atlántica en busca del percebe, el genuino sabor a mar. Marisco y paisaje nos devuelven hoy el gusto y la resplandeciente belleza de los paraísos perfectos, en los que siempre hallamos asilo ecológico.   

Cíes, Ons y Sálvora son islas protectoras del entorno marinero donde tiene lugar la faena habitual de la flota de bajura de los puertos próximos.

Desde ellas se avista la silueta, minúscula, casi imperceptible en tan ancho mar, de los pequeños barcos que buscan la vida en el horizonte atlántico. Y la encuentran en forma de sabrosos pescados: rodaballo salvaje, lubina, mero, merluza del pincho, salmonete…

Hay otra flota más humilde, la de las gamelas y las dornas que procuran bajo el agua en calma de las rías el mejor marisco del mundo, el gran tesoro de estas aguas en las que nacen y crecen la nécora, la centolla, el camarón, la cigala o el santiaguiño, por citar los mas apetecidos y los más cotizados.

Mariscos de ría y pescados del pincho son el menú ideal de estas fechas. Porque…

Es en otoño-invierno, antes y después de las fiestas navideñas, cuando el marisco y los pescados resultan más sabrosos, más asequibles a todos los bolsillos e indispensables en todo menú que se precie.

En los meses con “erre” es cuando los mariscos están lo que se dice “en comida” y sobre todo “de rebajas”. Por eso te aconsejo que compres el marisco que más te guste en este mes de octubre para evitar la gran subida de precios de las fiestas navideñas. Solo tienes que cocerlo y congelarlo. En Nochebuena, Navidad o Año Nuevo solo tendrás que descongelarlo y ponerlo a la mesa… Nadie notará que lo has preparado dos meses antes, te lo garantizo. 

La más importante flota de bajura de Galicia es la de la ría de Arousa y el más turístico de sus puertos O Grove, villa que presume de ser el “paraíso del marisco”. En esta época O Grove es un mar en calma, en el que permanecen abiertos al visitante sus principales atractivos. Es decir, su paisaje y su sabor.

El paisaje resulta gratis e invita a un saludable paseo tras una buena mariscada, que nos costará un cincuenta por ciento menos que en diciembre o en verano, cuando O Grove y sus playas se llenan de gente.

Estamos en temporada baja y eso se nota en comodidad, en la calidad de los productos y sobre todo en el precio, que nos permite darnos el placer de esa gran mariscada sin que tiemble nuestra economía.

En el puerto de O Grove podrás embarcar hasta las bateas, conocer el proceso de los cultivos e incluso degustarlo a bordo acompañado por un buen albariño.