galiciaunica Un recorrido semanal por Galicia, España.

LO QUE ES Y LO QUE PUDO SER

La moda gallega solo sirvió para hacer ricos a unos pocos…

 

Nos recordaba Alberto Barciela, el otro día, en su historia de la semana, aquellos tiempos en los que nos pareció que la moda gallega había sentado las bases para comerse el mundo. Solo tengo una reflexión: el liderazgo del diseño gallego sirvió para hacer ricos a unos pocos y más pobres a otras muchas; a las que se embarcaron en comprar maquinaria para sus pequeños talleres y fueron tirando hasta aquel otro día en que Inditex, por poner un ejemplo gigante, descubrió primero Portugal y luego Corea, tras haber pasado por la India y Marruecos.

Te lo explicaré.

Aquella Galicia rural ochentera iba camino del pleno empleo y aquellas mujeres, a las que tanto defendió la inolvidable Rosalía Mera, eran el sustento familiar de las aldeas, que coser resultaba más productivo que plantar comida de subsistencia. Ya entonces las llamaban emprendedoras.

Sin embargo, cuando la moda gallega en general supo donde estaba la mano de obra barata dejó plantadas con sus máquinas a aquellas mujeres que habían pedido un préstamo de los que ofrecían las caixas a la pequeña empresa… por eso se vieron obligadas a mantener los precios de producción, sin poder competir con Portugal. Todas tuvieron que cerrar sus pequeños talleres.

En ese instante comenzó el segundo éxodo rural hacia las capitales, hacia las del país y también hacia la Suiza de los albañiles gallegos alpinos y las costureras domésticas, nacidas aquí, entre la Cordillera y el océano, que además sabían cocinar y despachaban la limpieza.

Cuando por esta Tierra Única comenzamos a hablar con optimismo excesivo de la globalización del mercado textil, en Portugal callaban y las únicas campanas que sonaban eran las de las iglesias.

En Galicia, aquellas marcas pioneras, de las que hoy en día quedan tres o cuatro, protagonizaban entonces desfiles televisados y los medios de comunicación se deshacían en elogios para nuestros diseñadores, los descubridores de la belleza de la arruga y los nuevos listillos del pret a porter.

En la actualidad nada queda de aquella moda gallega que nos vendió Carballo, aquel gran publicista vigués.

Solo una empresa, gracias a cotizar en bolsa y a sus excelentes ejecutivos, alcanzó la meta de la globalización convirtiéndose en el segundo gigante textil del mundo. Pero lo logró para mayor gloria y riqueza de sus administradores y para nada dejó el beneficio laboral que esperábamos en una Galicia en crisis.

No. El sector textil no nos benefició a los gallegos. Mientras la automoción creció hasta crear 25.000 puestos de trabajo y originó el gran cluster industrial con empresas que abastecen incluso a las grandes firmas de aviación, la moda gallega, en la economía de esta tierra,… es meramente testimonial.

Lo contrario sucede en Portugal: entre Oporto y Guimarães crearon la mayor concentración de fábricas textiles de la Unión Europea. Ahí se ubican prestigiosas industrias a las que grandes marcas de 20 países encargan su producción,  entre ellas varias firmas gallegas. Además, presumen de buen hacer y de no trabajar ya a bajo coste.

Te lo cuento con sana envidia y con sinceridad te diré que lo que más me cabrea de todo es que todas esas fábricas textiles portuguesas crecieron gracias a Inditex… como podían haber crecido en el rural de Galicia, aquellos talleres de aldea.

Así que al señor Ortega, el más rico entre todos los ricos, y a quienes siguen echándole flores cuando pasa… ¡Que les den!