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LOS FARAONES DE OURENSE

Ambos son el paradigma de esa política capaz de juntar en la misma cama a dos depredadores del voto; guerrearon con las armas del insulto por las calles de la ciudad, a pleno pulmón, pero sellaron la paz con un pacto que les permite compartir Concello y Diputación como una unidad de destino en lo universal, que se decía en aquellos tiempos en los que Jimmy perseguía a Merry por El Pardo.

José Manuel Baltar, presidente; y Gonzalo Pérez Jácome, alcalde, llegaron una gran conclusión esta semana…

Imos valorar a innovadora idea de construir en Ourense un gran rañaceos. Sería o maior de España e un dos cinco primeiros de Europa. Unha atracción para os visitantes garantida.

Jácome, atrevido y lenguaraz cuando tiene enfrente cámaras, micrófonos y periodistas, aporta los datos de la gran idea: ochenta plantas en una superficie construida de 55.600 metros cuadrados, rodeados por un superparque con equipamientos deportivos, entre otros una piscina climatizada.

El rañaceos ya tiene ubicación, solo pendiente de aprobación del nuevo plan urbanístico, que espero resulte más racional: será en la Finca Santamariña o Finca Diputación, organismo que posee la mayor parte de esos terrenos.

Lo mejor de todo es que el alcalde ourensano ya tiene pensados los inquilinos de su nueva atracción turística y la financiación:

A ocupación do rañaceos podería ter varios inquilinos e tería unha distribución multifuncional nas plantas. As plantas poderían acoller residencias, hoteis, oficinas públicas como o futuro centro de Intelixencia Artificial. Endemais, esta idea, que se pretende promover dende Concello e Deputación, sería unha aposta polo beneficio público, xa que non estamos a falar de especulacións privadas, xa que o 80 % do hipotético rañaceos sería de propiedade pública.

O sea, que estos señores van tan en serio como en su día iba el alcalde Cuevillas, aquel general que brindaba con champagne francés en los asalto-baile del Posío, que interrumpía para pronunciar sus arengas. Fue su corporación la que aprobó la construcción de La Torre o Edificio Sanmartín…

—- ¿La Casa del Coño?

Efectivamente, ese es el nombre que le quedó porque cuanto viandante pasaba por el Parque de San Lázaro, exclamaba:

—- ¡Coño, que casa!

La obra anunciada es faraónica y no dudo que ese ochenta por ciento de propiedad municipal y provincial mermaría mucho los presupuestos. Ninguno de los dos “faraones” sabe aún a que partidas restarán, pero yo me lo imagino, porque ni Jácome ni Baltar hablan de viviendas de protección social en el edificio. Ambos los dos están acostumbrados a pisar mullida moqueta y a no mirar por la ventana de la realidad urbana y provincial.

La última noticia que me llegó de Ourense, hace escasos momentos, es la de esa mujer de 75 años que tiene que cuidar sola -sin ayuda de ningún  tipo y con un pensión de mierda- a su madre de 102 años. Por lo visto, la Diputación y el Concello ignoran muchas situaciones como esta.

Esto hace pensar que Ourense, mi ciudad y mi provincia, tienen problemas mucho más acuciantes que la construcción de un rascacielos.

Además, hay que ser muy paleto para afirmar que un edificio, por muy alto que sea, se convertirá en atractivo turístico. ¡Como lo iba a ser la Ciudad de la Cultura en Santiago!