galiciaunica Un recorrido semanal por Galicia, España.

LOS GRANDES BOSQUES

Penetremos pues en el interior de este bosque cuando se pone el traje multicolor, por encima de un verdoso tapiz de maravillosas degradaciones, en ese momento en el que la luz obtiene del entorno los irrepetibles colores de la estación primaveral…

Amanece con bruma mansa que empapa la tierra. A través de ella penetra un sol tímido que matiza las perspectivas. Clarea más allá del mediodía entre conversaciones de pájaros. A veces, por la tarde, el verde se torna plomizo-gris de lluvia. Aunque luce más cuando aparece sobre el cielo el rojo gastado de un largo atardecer.

En primavera todo se anima en este bosque, el mismo que inspiró a Wenceslao Fernández Florez y tal vez aquel que los celtas llamaron Lubre y convirtieron en sagrado.

Crecen en él árboles de extrañas formas abrazados por líquenes misteriosos. Y a su lado, helechos de ascendencia milenaria, que esconden la casa del gnomo. ¡Y quién sabe si en él habitan aún las hadas!

Este bosque es la fraga, bella y misteriosa, y propia de la Tierra Única, el paraíso de la Galicia mas interior.

Hay en el país otros bosques de ladera, crecidos entre prados y cultivos, que llamamos soutos. Crece en ellos el castaño que da fruto en otoño y en primavera aún se presenta desnudo de hojas y de erizos.

El souto es primo hermano de la carballeira, que está próxima a lugares humanizados, e incluso llega a ser el centro de alguno de ellos: pulmón de villa en donde se celebra la feria y la fiesta.  Pero hay carballeiras hermosas que nacieron para la romería en el entorno alto de las románicas capillas.

Dicen que estos bosques  llegaron a cubrir todo el país, cuando el territorio era solo de los galaicos. Algunos carballos nos salen al paso.

Seguro que en aquella época, eran también extensos los bosques de ribera, crecidos junto a los ríos, con madera de abedul.

Aunque los abedules o bidueiros también buscan la belleza de la sierra, en la tierra fantástica que crece hacia el cielo por los picos de San Mamede. Y si no, ahí está como muestra inequívoca el Bidueiral de Montederramo, espacio protegido europeo.

La magia y la fantasía de esta tierra convierte todos estos bosques en espacios de leyenda…