galiciaunica Un recorrido semanal por Galicia, España.

MANUEL SANTOS AMIGO – Aquel euromillonario

El difuminado rostro de Manuel Santos Amigo

Este buen hombre me tiene fascinado aún seis años después… Manuel Santos Amigo. Sí, aquel cocinero en paro al que le cayeron en suerte más de cuarenta y cinco euromillones y… al menos en un principio, siguió haciendo vida de cocinero parado…

Hasta tal punto que,  en Pudenza, -la aldea que le vió nacer, en la parroquia de Brandomil, en el ayuntamiento de Zás-,  pocos se creyeron lo de su fortuna.

Pero en Pudenza tampoco se creen que existiera la romana mansión de Brandomil. Ni siquiera después de las excavaciones del 2008, cuando aparecieron huellas de un importante asentamiento romano del siglo I. Y el núcleo romano de Brandomil es equiparable en importancia a los de Brigantium o Iria Flavia.

La verdad es que Manuel Santos solo fue hace un par de años por Pudenza para tocarles las narices:

—- Víu cun Mercedes deportivo e parecía con ganas de amolar…

El afortunado hacía tiempo que no vivía en la aldea.  Habitaba un piso modesto de la calle Curros Enríquez de Santa Comba, donde sus vecinos lo acusan, ahora que es millonario,  de ser poco sociable.

Al menos, según contó su anónimo bancario, el del Pastor, renovó su cocina…

—- Estaba no paro e a cociña da casa era una miseria. O primeiro que fixo foi renovala  para poder cociñar; porque o que mais lle gusta é cociñar.

Puede que todos estos comentarios se deban a que Manuel Santos Amigo fue emigrante en Madrid y se daba poco a conocer, aunque tampoco  dejó buen recuerdo en Vimianzo, donde trabajó en A Lagoa, un conocido restaurante.

—- Era moi reservado e apenas falaba coa xente. E aquí a xente e moi faladora…

Y su exsuegra es de las que dice que…

—- Si lle tocase a il esa morea de cartos, polo menos faría fronte os seus deberes de pai…

Sus hermanos pasan de él porque algo pasó que no  quieren confesar…

—- Do meu irmau a mín nin me fale…

Y hasta las vacas que compró, dicen por allí que se cansó de ellas y ahora las administra el Banco Pastor…

Porque lo que es a él, al misterioso afortunado euromillonario, ya no se le ve ni en Fontecada, en donde se hizo una casa para irse  a vivir…

En todos estos sitios, a Manuel Santos Amigo lo dan por desaparecido y no les preocupa mucho, porque…

—- Non se fixo querer nin de pobre nin de rico… ¡Si é que o é!

Ni en Pudenza, ni en Santa Comba, ni en Vimianzo, ni en Fontecada se abrió una mala botella de vino para celebrar una fortuna; y esto en la Galicia rural, solidaria y sociable hasta por las corredoiras, no se perdona.

Lo cierto es que aún tardó un tiempo en desaparecer de este entorno, de los más bellos y tranquilos del interior de la provincia de A Coruña.

Ahora Manuel ya roza los sesenta años.  En su pasado escribió dos matrimonios y tres hijos. Solo uno de ellos tiene un indicio de que su padre es millonario, Ángel Santos, madrileño de 29 años, fruto de su primer matrimonio y piloto de rallyes.

A Ángel,  su padre le regaló un Ferrari F430 rojo, valorado en 225 mil euros, similar a un modelo con el  que ganó el Mundial de GT, en Monza, en Estambul, en Montmeló y en Estoril…

Separado y tal vez menos perdido de lo que la gente cree, Manuel Santos Amigo, se  echó un nuevo amor a cuestas en este otoño dulce de su vida, en el que todos le dan por desaparecido…

Pero a mí me da que Manuel Santos Amigo se fue a otro paraíso del planeta para olvidar Brandomil. A un lugar donde pueda comer caviar iraní  sin que nadie le reconozca como el euromillonario que cocinaba mejor que nadie el jabalí.

Los de Pudenza, siguen sin creerse lo del premio porque la familia del rico riquísimo se dedica a lo de siempre, a las vacas; y ni siquiera Manuel les regaló las suyas, que sigue administrando el Banco Pastor.

Y nadie olvida aquel día en el que,  Manuel les saludó tímidamente con la mano, desde el Mercedes deportivo y descapotable, que aparcó frente al bar del pueblo para entrar en él, tomar la más barata cerveza de Estrella de Galicia, poner un euro encima del mostrador y  marcharse sin decir nada.

Los paisanos que allí se encontraban, tampoco le dirigieron la palabra…

Yo creo que esté donde esté sí se acordará, al menos, del día que pasó por el Bar A Quiniela, pidió tres apuestas automáticas del Euromillón y puso seis euros sobre la mesa, también sin decir palabra…

Porque el único que no tiene duda de que a Manuel Santos Amigo le tocaron más de 45 millones, es el propietario del establecimiento, Modesto García, que tampoco supo mas del que dejó de ser Manuel, el cocinero, para ser, simplemente, “el euromillonario de Zás”.

Si lo ves en algún lugar de la Tierra… ¡No le hables! Porque ni te contestará…