galiciaunica Un recorrido semanal por Galicia, España.

EL MAPA GALLEGO DEL SABOR

Hay un mapa gallego del sabor.

En él visualizamos los larpeiros del país el paisaje del amor que profesamos al mar y a la tierra, por esos frutos que nos aproximan a los más variados placeres.

En el entorno marinero confluyen el pulpo y la centolla; el percebe y el mejillón; la nécora y la vieira; el santiaguiño y el berberecho…

Y el rodaballo, la robaliza, el sanmartiño…

Y muchos más cefalópodos, crustáceos, bivalvos y pescados…

Son sabores de mar…

Todos, además, tienen paisaje propio y el paisanaje les organiza a cada uno su fiesta. Porque comer en Galicia es un regalo para el cuerpo y para el alma.

De las entrañas de la tierra nace el río de truchas, salmones y reos, pero también el de angulas y anguilas; y el de lampreas, sabroso pez vampiro nacido del horror de los divinos errores.

Por eso el gusto es muy nuestro, incluso, cuando comemos entre el gran público, que es una buena manera para aumentar el conocimiento y disfrutar de los amigos.

Desde el souto, sobre todo cuando tiene suelo de erizos de castaña, se ve el valle donde crecen los grelos de nabiza y humea la chimenea de la casa humilde, porque en el techo de la lareira cuelgan por cada San Martín los chorizos del cocho familiar.

En la aldea bonita también sobran sabores para combatir el frío que viene: el caldo y el cocido; la empanada y los callos; el jamón, el butelo, el lacón con grelos, la ternera, el chuletón, el churrasco,  el cabrito…

Son lujos gastronómicos nacidos alrededor de la vieja casa, en el entorno de subsistencia, atalaya de la tierra cultivada…

Son sabores de la tierra…

Hace algún tiempo, volvió a Lalín un entrañable retornado de Suecia, el único que se había aventurado a emigrar al norte de Europa, porque según cuentan se confundió de destino; él quería haber ido a Suiza, como todos.

Volvió entusiasmado por el arte del amor, pero, tras un buen cocido en La Molinera, convino con el anciano senador de Madrid, que solo en la cocina se halla el supremo arte amoroso…

Para gustos…