galiciaunica Un recorrido semanal por Galicia, España.

MAR DE INVIERNO, TIERRA MÍTICA

Leda vai a nao. Na proa, unha frol:

a rosa albariña do meu corazón…”

(Bouza Brey)

El mar de invierno acaricia la gran playa y bate contra las rocas que emergen del lecho submarino, frente a las islas, a las que envuelven leyendas de piratas, tesoros, ejércitos fantásticos, demonios y bellas nereidas hijas de Neptuno.

Frente a este mar de invierno resplandecen los lagos legendarios que ocultan históricos pueblos de la antigüedad. En ellos se enraízan juncos y nenúfares que procuran la dulzura del agua mansa.

En el horizonte inalcanzable, la caricia del sol calma tempestades y los barcos danzan entre olas, ebrios de sal,  navegando hacia el puerto de la vida…

Por la arena de la playa un sol tímido persigue la sombra de las nubes mientras las aves dejan sus huellas mojadas.

Bajo el agua,  bailan invisibles el pulpo y la nécora, y miles de peces corren enloquecidos por el espacio.

Las olas pronuncian su sinfonía contra la roca…

Casi es invierno y en Galicia, hay un mar que esculpe estatuas de piedra y otro que se mece en la calma de la playa serena

Aquí, en este océano y en esta costa, todo y nada es eterno  porque tiene magia y la leyenda preside los absolutos silencios del presente y su modernidad. El tiempo se ha detenido hoy  y solo se aprecia  una cadena de luz tímida entre sombras de nube.

Ocurre todo en este paisaje  entre las playas vírgenes de invierno y las islas majestuosas, de costa de arena y rocas de aguja, sobre las que saltan las olas atlánticas. 

Las Cíes, las illas del Parque, siempre nos asombran. Han permanecido inalterables desde que eran las “Siccae”o las “Ficas”, 3.500 años antes de Cristo.

Su historia nos habla de romanos, de monjes y de piratas de todos los confines. Pero el protagonista de su leyenda principal es Francis Drake, aquel pirata británico que la Reina convirtió en sir y los ingleses veneraron como gran marino.

Cuentan viejos cuentos que el Lago dos Nenos aún esconde los tesoros de Drake en una casa-refugio de los piratas que permanece sepultada bajo agua y arena. 

Playas para pasear el invierno son las que se hallan frente a Cíes,  entre las dos agujas que marcan el principio y fin de la llamada Costa de la Vela. Son las puntas Robaleira y Subrido, y Cabo Home, a donde es posible llegar a pié desde Donón y poder tocar de cerca, la belleza más abrupta.

Siguiendo por el horizonte, las Ons son también Illas Atlánticas del Parque Nacional.  Tiene su paisaje un aire entre el azul y el verde, que destaca en los días de los cielos claros. Su leyenda habita en la Onceta, en  misteriosas cuevas donde dicen se esconden los demonios para robar las almas que vagan, desaparecidas,  en el inmenso mar.

Las Ons encaran la bicentenaria capilla de Nosa Señora , virgen milagreira que cura los meigallos de la fecundidad, para lo que hay que seguir un rito religioso o tomar un baño de nueve olas en A Lanzada, que es playa desierta en invierno, ancha y larga que baña el mismo mar, además de sistema dunar recuperado y protegido.

Luego está Sálvora. Fue, según la leyenda,  la isla de provocativas nereidas, hijas que Poseidón tuvo fruto de sus amoríos pasajeros. El viejo Poseidón aún tiene en las profundidades, rodeando el islote, un reino de castillos dorados donde moran sus amantes.

La dulce canción de las sirenas se escucha entre la calma de Monte Louro, donde el Atlántico impuso su  fuerza al pequeño río Longarelo obligándole a formar la Laguna de As Xarfas. En sus aguas renace cada noche la leyenda de la ciudad sumergida, nueva Atlántida imaginaria, iluminada por el viejo Faro que vuelve su mirada a las Américas,  cuando las sombras de nubes huyen con la llegada de la noche.

Desde la cumbre del Louro se enfrenta el Pindo, monte sagrado de los celtas y de los primitivos pueblos galaicos, que esconde mil historias legendarias entre mil rostros de piedra.

Esta es la atalaya perfecta para alcanzar las playas vírgenes de Carnota, O Pindo y Ézaro, que nos invitan a pasear en busca del tímido sol de invierno.

Enfrente, casi en el horizonte marino, está el lugar magnífico en donde los romanos vieron el Fin de la Tierra…

Deberías salir de tu refugio y pisar estos lugares míticos que hacen posible un invierno más hermoso, sin fríos polares ni lluvias torrenciales. 

He aquí un anticipo: el sol se esconderá tras el cabo para sumergirse en las frías aguas atlánticas y dejar que sea la Luna quien encienda la noche.