galiciaunica Un recorrido semanal por Galicia, España.

“MARÍA” NO ES LA PELIGROSA

A quienes nos mandan les extraña mucho el aumento del consumo de marihuana en esta Galicia que bien sabe de generaciones perdidas por culpa de la droga. La “María” no puede considerarse científicamente peligrosa o por lo menos no más que el alcohol que consumen los menores de edad en los botellones del fin de semana. Pero abusar de ella –como del tabaco- puede resultar muy dañino, es verdad.

Sin embargo nuestras autoridades deben saber que en esto tampoco somos líderes: en Málaga, por poner un ejemplo, ya se alquilan las viviendas con una habitación de más para el cultivo de la planta.

Así que no hay que asustarse por lo que llaman proliferación de plantaciones en nuestros verdes campos, ni siquiera en la semana en la que la Guardia Civil descubrió una nave industrial de As Somozas, en la que un numeroso grupo de trabajadores chinos, que la utilizaban también como vivienda, se dedicaban al cultivo de marihuana.

—- Yo abogo porque desaparezca de la clandestinidad…

—- ¿Cómo?

—- ¡Legalizándola!

Esa es la respuesta que te dan personas cualificadas y que han estudiado en profundidad esta medida, aplicada ya en varios países del mundo. Lo clandestino solo sirve para que aumente la delincuencia y lo prohibido siempre resulta una irresistible atracción para los más débiles, que son los jóvenes que aún transitan por la pubertad y sin embargo ya se ven mayores para todo.

Analizando la situación actual del narcotráfico creo que la marihuana no es un problema, ni siquiera menor.

Lo que debiera asustarnos realmente es la detección en nuestras costas, otra vez, de fardos de heroína, la droga capaz de matar a una generación. La libre circulación en los lugares del ocio juvenil de esas pastillas cuya composición produce efectos catastróficos. O el consumo habitual de cocaína incluso entre algunos ejecutivos que mueven los hilos de algunas empresas del país.

Cuando la edad me lo permitía yo me he fumado más de un peta entre amigos y escuchando música en directo en un concierto. Te confieso que ese –bueno, también algún otro- fue un muy gustoso pecado de mi juventud.