galiciaunica Un recorrido semanal por Galicia, España.

MUROS, LA VIDA FELIZ

Desde el Ancoradoiro contemplaba Gallaguer la serenidad marina de este espacio de mar infinito, teñido de azul romántico.

Gallaguer fue el primer alemán que descubrió el paisaje mítico del Monte Louro y desde entonces son muchos los turistas germanos que buscan aquí la tranquilidad de esta playa abierta, próxima al lago donde la leyenda oculta la ciudad sumergida.

El Monte Louro es el más legendario símbolo  del mar de Muros, visible desde los barcos del xeito y desde los mercantes que rompen el perfil del horizonte atlántico.

Es este un lugar magnífico para encaramarse sobre el paisaje que encara el misterio de la lejanía, que por algo este lugar es principio y fin de la Costa da Morte.

Tiene este espacio natural dos millones de años y sobre él vuelan patos, garzas y alavancos, cuando el frío del invierno llega a Europa.

Los que pertenecen a la estirpe marinera de Muros dicen que el Monte Louro calma las aguas, enfrentándose a vientos y mareas de temporal.

Por eso el Atlántico se duerme al otro lado del legendario monte, para crear la ensenada y playa de San Francisco, el lugar donde las olas susurran cálidos veranos.

Luego, el océano se convierte en ría, en la que buscan refugio todos los barcos…

A LAGOA, LA PLAYA Y EL MONTE, EL GRAN ESPACIO NATURAL

Muros es la villa marinera que comparte protagonismo con Noia en la más norteña de las Rías Baixas, en donde la leyenda situó a Noé y a su arca bíblica, tras el diluvio universal:

“Sucedió que el Patriarca encalló su embarcación en un lugar de arena fina, desde el que se veía un monte que brillaba como si fuera de fuego…

Y al ver corretear feliz a su hija Arnoia por la playa, decidió fundar una ciudad en su honor.

La llamó Noia y a aquel monte, el Monte del Oro”.

Esta es la leyenda que se cuenta de este mar, el de Muros-Noia. La historia de cada día, es otra cosa: la escriben el veraneo y la pesca de bajura y del cerco, todo el año.

Porque este mar de Muros en verano, brilla mucho más; es el delicioso espejo de agua de la vida feliz.

Refulge su puerto y sus playas, de ahí que se haya convertido en una de las zonas veraniegas más importantes de Galicia.

Concentra su ambiente veraniego en la propia villa y en la ensenada de San Francisco, donde más ha crecido el sector servicios, en torno a la playa del mismo nombre.

Tiene Muros otras excelentes playas, como la de Arealonga, al pie del Monte Louro. Es el único arenal a mar abierto, la única playa atlántica del municipio, pero además posee un gran interés ecológico.

La costa de Muros es un territorio fantástico, con un sin fin de miradores que nos permiten ver el paso de los barcos con el fondo de un paisaje marino de olas de colores,  frágiles y limpias.

Dicen que la gente de aquí lleva un crepúsculo en el alma, porque desde el Monte Louro bien se ve como el sol incendia el atardecer del Fin de la Tierra, tan solo a unas cuantas millas marinas.

ATARDECER EN EL FIN DE LA TIERRA

En el entorno portuario de Muros bien se ve como la villa creció de las azules aguas recogiendo su belleza y trepando por la ladera en la se asientan la historia y la monumentalidad.

Si el puerto está lleno de vida la villa refleja sus lejanos orígenes en cada casa, en los soportales, en las calles del pintoresquismo marinero, en cada plaza pequeña…

Es antigua como la brisa de este mar fecundo…

Muros de barcos que van y vienen y rincón fulgurante de violentos contraluces. Es la típica villa marinera que sorprende por su singularidad y la importancia de su patrimonio histórico monumental.

Concebida como un conjunto arquitectónico armónico, sus calles y plazas tienen un especial encanto.

Su configuración urbana más antigua es de un acusado carácter popular y a nadie extraña que haya sido declarado conjunto histórico-artístico ya en 1970.

En Muros destacan  sus góticos palacios y sobre todo dos templos: el de la antigua Colegiata y el Santuario de la Virgen del Camino, ubicado al pié de la ruta final xacobea, la de Fisterra.

Algunas de las calles de la villa originaria son muy curiosas por su trazado, estrecho y serpenteante, como si escalaran la colina.

Llaman también la atención los soportales de los edificios antiguos que se alinean frente al puerto pesquero.

Calles, callejones, pequeñas plazas, cruceiros…

Muros conserva todo el esplendor que le confiere su carácter de villa monumental.

EL ENCANTO DE UNA VILLA PEQUEÑA

Muros posee también un gran puerto pesquero, porque es el más importante de la ría. En él sustentó y aún sustenta esta villa su base económica; y fue también el puerto, el factor decisivo de su crecimiento.

400 familias viven directamente del sector y en los muelles atracan unas 160 embarcaciones de diferentes tipos y tamaños.

La pesca de arrastre es el arte con mayor presencia en la Lonja de Muros, en la que comercializan sus capturas los barcos de los puertos próximos, de Lira y O Pindo.

El calamar, el pulpo, el lirio y la cigala son las especies que gozan de mayor fama, incluso más allá de esta ría.

MUROS, MARINERO Y COLORISTA