galiciaunica Un recorrido semanal por Galicia, España.

NADA NUEVO EN LA INVESTIGACIÓN, SEÑORÍAS.

Cuando Pablo Crespo cuenta la verdad y no le hacen caso…

Entiendo el cabreo de Pablo Crespo, el pontevedrés al que corresponde el nada honroso número 2 de la trama Gürtell y que en otros tiempos de mucha felicidad para él llegó a ser secretario de Organización del Partido Popular de Galicia.

A ver, Crespo está en la cárcel por los mismos delitos que también cometieron cientos de empresarios en este país, dadores de coimas a políticos de diferentes formaciones, porque les ayudaron a ganar concursos de obra pública, a organizar eventos o incluso les facilitaron subvenciones para sus actividades.

Esta práctica era habitual y estaba consentida por los partidos que también se beneficiaban de las comisiones. Y cuando digo “por los partidos” quiero decir “por todos los partidos” que han tocado poder en un ayuntamiento, en una diputación, en un gobierno autonómico o en la dirección de empresas y órganos ejecutivos del Estado.

El guión estaba escrito así: se adjudicaba un trabajo con sobrecoste. La diferencia entre el valor real y el precio del concurso se la repartían el conseguidor –también llamado hombre del maletín– y el partido. Esas cantidades no solo servían para financiar campañas y sedes, sino también para completar los salarios de los cargos públicos.

Esto lo sabe cualquier periodista de los que nos dedicamos alguna vez a la información política, cualquier político que haya ocupado un cargo de más o menos relevancia, todos los dirigentes de los partidos y un ejército de policías y jueces que, hasta hace bien poco, han hecho la vista gorda para medrar.

Crespo fue primero hombre del maletín y luego donante efectivo de comisiones a políticos. Estuvo en ambos lados de la línea y habla con propiedad cuando denuncia a sus antiguos colegas que lo dejaron tirado cuando se inventó la UDEF y estas cosas dejaron de permitirse por la irrupción de una dosis importante de honestidad en la política española y gracias al periodismo de investigación que supo aprovecharse de los enfrentamientos fratricidas por el poder para conseguir grandes éxitos editoriales.

Crespo dijo en la comisión de investigación del Caso Gürtell que se lleva a cabo en el Congreso estos días:

—- Yo mismo repartí sobresueldos ilegales a responsables del PP en Galicia porque existía una dinámica de donativos y pagos en “b” instalada institucionalmente. Y aunque un secretario general no entre hasta el detalle de lo que hace un gerente, sí conoce los aspectos globales de cómo se financia un partido o de si recibe un donativo y hasta quien lo donó.

Pablo Crespo es profundo conocedor de ese sistema y además tiene la lista completa de aquellos que utilizaron la política en Galicia para enriquecerse; de gente que aún vive en la actualidad en algunas mansiones que se diferencian en la periferia de las ciudades y que ha conseguido verdaderas fortunas gracias a invertir las comisiones ilegales que cobraban en diversos mercados inmobiliarios.

Desde que la cosa se puso fea, tanto las direcciones de los partidos como los propios empresarios que utilizaban estas “artes” para conseguir obras y prebendas, han frenado sus actividades al margen de la ley, pero eso no quiere decir que muchos de los que participaron en esta orgía económica no sigan en sus cargos y los dadores trabajando para las administraciones o con sus concesiones en vigor.

Pablo Crespo no ha mentido nunca en sus declaraciones, ya fueren ante la autoridad judicial, ante los señores diputados o en entrevistas periodísticas. Lo que ha dicho esta semana en el Congreso no ha sido otra cosa que corroborar lo que sabe un 99% de los dirigentes políticos, ya sean gallegos, catalanes o madrileños.

Y si los delitos de este tipo no tuviesen fecha de caducidad estoy seguro de que esta UDEF que tenemos ahora para destapar a los golfos iba a llenar las cárceles españolas de grandes prebostes de esos de los que dices…

—- Este tío nunca se bajó del coche oficial.

Así que, amigos míos, esa comisión de investigación y otras muchas que se están llevando a cabo actualmente no nos cuentan nada que no se sepa. Pese a todo, yo confío en el futuro –aunque el mío sea hoy- y en los políticos honestos, que también los hay. De ellos espero, al margen de las ideologías, que se lo pongan tan difícil a los corruptos que tengan que emigrar a esos países que todos sabemos.