galiciaunica Un recorrido semanal por Galicia, España.

NATALIA OREIRO

En mis viajes a Buenos Aires he conocido a gente muy interesante nacida en Galicia o de ascendencia gallega. Recuerdo que la primera vez llegué con fiebre desde Río de Janeiro y el médico del hotel me tranquilizó en mi idioma, lo que me hizo pensar que estaba en casa.

Comprendí en otros viajes mucho más intensos porqué a Buenos Aires le llamaban la quinta provincia gallega; y de  convencerme de la importancia de la galleguidad porteña se encargó el profesor Adolfo Lozano, de la universidad de Belgrano, mi prestigioso guía por una ciudad que vibra cantando y se emociona bailando.

Porque Buenos Aires es la ciudad del arte y de los artistas, de enorme dimensión urbana pero también cultural, expresada en los llamativos carteles que anuncian grandes espectáculos, los estrenos del cine y del teatro; o el nuevo libro de Gabriela Acher.

En uno de esos carteles, “a toda valla”, conocí a Natalia Oreiro, actriz. Su apellido me recordó a un amigo mío de Compostela y me pregunté, claro, si era gallega…

Me contestó ella misma, esa noche, en la Telefé, promocionando su película…

—-  Jamás he renunciado a la nacionalidad española ni a mis orígenes gallegos… Mi padre y mi madre me educaron en la multicultura de la emigración, que es la que mas enriquece.

Luego me enteré de que había nacido en Montevideo como una consecuencia más de aquel éxodo y que tenía, artísticamente, vocación nómada.

—-  Sí, a mi me gusta trabajar en el mundo entero, allá donde me quieran, cantando o actuando, haciendo cine, teatro, televisión…

A medida que la noche avanzaba más me interesaba el personaje, del que también me habló, al día siguiente, comiendo Manuel Corral, mi poeta y cocinero, bandera del galleguismo culinario porteño:

—-   Natalia es una figura de la música, del cine y de la televisión. Es nieta de gallegos y por sus venas corre la sangre del corazón de Galicia, mezclada con mate uruguayo y los acentos argentinos.

Tenía yo un inusitado interés en entrevistar a Natalia, disponía solo de dos días más en Buenos Aires y ella “se encontraba en el extranjero”, le repetían de su oficina a mi productor.

Bucée en Internet y leí un gran artículo sobre ella en una revista musical. Por lo visto se acababa de editar su segundo disco, “Tu Veneno” y estaba de gira por Europa…

Es curioso, pero su mayor éxito lo obtuvo en Rusia y en Polonia, donde conoció a algunos “niños de la guerra”, españoles como ella. Aquella gira fue el primer hito de su carrera como cantante:

—- Cantar para miles de personas en escenarios tan distintos a los que estás acostumbrada es fantástico. Jamás pensé que podría tener tanto éxito en la Europa Oriental…

Yo me quede con las ganas de conocer a Natalia Oreiro Iglesias que aún tiene la juventud en el rostro y un cuerpo de 36 años, después de haber conquistado la gran pantalla consiguiendo el “Martín Fierro”, que es como nuestro “Goya” o el “Oscar” americano.

Cuenta el periodista argentino Álvaro Francisco que parece increíble que una cantante con solo tres discos haya conseguido vender nada menos que diez millones de copias…

—- Eso sí, después de medio centenar de teleseries y películas.

He leído en alguna parte que está rodando “Mi primera boda”, un film de Ariel Winograd que protagoniza junto a Hendler e Imanol Arias, entre otros. Se estrenará el 25 de agosto en España.

Y Natalia Oreiro recién terminó “Infancia Clandestina”, un drama basado en 1979…

—- Me divierte mezclar géneros, así que ensayé las dos películas al mismo tiempo. Fue genial porque la de Benjamín Ávila tuvo mucha demanda física. Ahí soy una militante, la madre del personaje. Yo tengo 33 años, nací en plena dictadura, pero por eso mismo tenés que olvidarte de todo lo que pasó para ponerte en el momento histórico exacto, donde no se sabía qué sucedería.

La última vez que estuve en Eceiza para volar a Montevideo me pareció que Natalia se escondía detrás de unas enormes gafas oscuras, en la escalera de bajada de la terminal…

Sí,  era ella, la más popular de todas las actrices gallegas y yo nunca pude entrevistarla…

¡Tendré que volver a Buenos Aires…!