galiciaunica Un recorrido semanal por Galicia, España.

NO ESTAMOS SOLOS

Por Gloria Gayoso

Esta semana a pesar de las huelgas prometidas, los femicidios cotidianos, la inflación galopante y los muertos por accidentes en ruta, mi corazón de poeta dio un brinco de alegría; pues en un rincón solitario de las portadas de los diarios se anunciaba el descubrimiento de un nuevo sistema solar con una estrella pequeña, Trappist-1, alrededor de la cual danzan siete planetas rocosos, que nos dan esperanza de otras vidas, suponemos embrionaria en algún caldo acuático. De algo similar salimos nosotros!!!

La noticia no encendió demasiadas expectativas en un mundo dedicado a las finanzas y al vacío consumista de cosas prescindibles.

Algunos locos de locura cuerda espiamos los títulos y las explicaciones, como si hubiéramos encontrado las sandalias de Dios

De pronto pensé en tan vasto universo con billones de galaxias y billones de estrellas y planetas, que por supuesto nunca me parecieron un adorno. Hice una oración con ojos húmedos. ¡Comprendí la grandeza de una mente Divina que acomodó cada pieza en el lugar preciso!!

Me sentí pequeña, frágil, diminuta y privilegiada por poder festejar la noticia.

Cuando era niña conocí un vecinito, que a los cuatro años perdió a su abuelo de muerte natural y le preguntó a su madre dónde se había ido. Ante la respuesta entrecortada de su progenitora, él sólo dijo: «¿Y para qué quiere Dios tantos allí»?

Desde aquella contestación, que tuve el gusto de escuchar, mi corazón siempre anduvo husmeando estrellas como si en algún lugar ciencia y espiritualidad tuvieran un encuentro amoroso, que desataría todos los nudos de la fe a ciegas.

Pensar que somos muchos, con distinta morfología de acuerdo a su hábitat, que algunos han alcanzado la posibilidad de viajar en la luz, que la vida es infinita como lo es el telón del cielo… pone a mi alma de rodillas.

Nunca pensé en la muerte sin propósito, aquel niño tenía muy claro que Dios no nos pondría a holgazanear en el Paraíso.

El periódico de turno apenas dedicó unas letras a una noticia que podría sembrar optimismo. Me acordé del: «Y sin embargo se mueve» de Galileo y reflexioné, con pena, que nuestras mentes sólo se abren ante los papeles verdes, las pelotas que giran noventa minutos y los vestidos de la reina española y la primera dama argentina.

Hoy les comparto mi regocijo y mi dolor como hermanos «escribidores» y sé que algunos de ustedes han de asomarse a la ventana para gritar una alabanza.

¡Gracias, Padre, quizás pronto dejemos de pensar que sólo somos nosotros, los únicos!! Tu creatividad nos ha abierto el infinito como un «puzzle» que tendremos que resolver; aunque algunos se distraen, otros ponen manos a la obra.