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O SEA, DINERO HABÍA

Por Diego Carcedo

Algo, algo muy preocupante, debió fallar en los ordenadores del ministerio de Hacienda. ¿Algún virus? Hace tres meses e incluso menos, no había dinero en los presupuestos para subir las pensiones en paralelo con el aumento del coste de la vida. Lo dijo Mariano Rajoy, el infalible presidente, lo ratificaron los altos cargos del ramo, con Montoro a la cabeza, y lo corearon con espanto los palmeros del Régimen, mayormente los viscerales crónicos contra el PSOE, nada digamos de Podemos.

Centeneras de miles de pensionistas, todos de edades de riesgo gripal, desafiaban el frio y el viento en calles y plazas exigiendo que se pusiera fin al humillante 0,25 por ciento con que se les intentaba tapar la boca y la respuesta desabrida y argumentada con cifras y estadísticas era que lo que pretendían era una barbaridad, que la economía española no podía sostener semejante despilfarro y, eso así, que si alguno se moría de hambre, pues el más sentido pésame.

Pero de pronto, ¡oh, milagro!, resulta que las cuentas empezaron a cuadrar y ya hay dinero para subir todas las pensiones el 1,6 por ciento, que está aumentando previsto del coste de la vida. Los votos parlamentarios del PNV que asegurarán que Rajoy siga de brazos cruzados consiguieron que las partidas se vuelvan hinchables: el dinero que no existía resulta que si existe y la mejora que no se podía, casualmente se va a poder.

Los pensionistas están de enhorabuena. No es que vayan a mejorar mucho sus ingresos mensuales pero al menos no tendrán que transigir un año con ser tratados como mendigos que reciben una limosna. Los políticos del PNV podrán enorgullecerse, y con razón, de que gracias a ellos las pensiones entrarán en vía de normalidad; además, no se les podrá acusar de haber barrido sólo para casa. Mientras tanto el PP, además de encontrar el dinero que no existía, habrán contribuido una vez más a que el nacionalismo progrese en sus objetivos.