galiciaunica Un recorrido semanal por Galicia, España.

OTRA MENOS, NATURALMENTE

Por J.J. García Pena

Acaricié el volante y el suave tapizado de mi nuevo auto. Me deleité como un niño jugando con los accesorios cibernéticos de su increíble consola.

Noventa y nueve por ciento satisfecho de la compra, me bajé, cerré la portezuela y, tras servirme un café de cortesía,  me arrellané  en el mullido sofá de la elegante automotora, dispuesto a esperar unos breves minutos.

– Señor García, ¿aún usted por aquí? ¿Espera a alguien, quizás?

Mi sonriente vendedor había dado en el blanco.

– Sí. A la mujer.

¡Oh! Naturalmente. Debí suponer que su esposa vendría a  compartir el primer viaje de estreno del nuevo automóvil.

— Soy divorciado y en busca de compañía femenina, naturalmente

Le mentí, mientras sonreía ante el notorio desconcierto del sorprendido vendedor.

Demorará mucho en llegar? Debo estar a las 10:30 en Tal Lado y…

— ¿A quién se refiere usted, señor García?

La sonrisa profesional del vendedor mostraba signos de un incipiente nerviosismo, poco natural en su arsenal rutinario.

– ¿Cómo a quién? ¡A la chica voluptuosa del coche impecable, naturalmente, hombre!

— Perdone mi ignorancia, señor García, pero, por favor, le ruego que me explique el significado de sus palabras… ¿A qué chica se refiere usted?

– Pero hombre, no hay ningún misterio en mis palabras. Naturalmente le estoy preguntando si la joven curvilínea del anuncio, la que, decididamente inclinó la balanza de mi flamante compra, tardará en llegar. Ya le he dicho a usted que tengo compromisos a las 10:30  y, naturalmente, no puedo defraudar a quienes me esperan. Detesto la impuntualidad y las mendaces excusas al uso.

– Señor García… ¿No creerá usted que la chica de la propaganda viene incluida en el paquete de…

— ¿Por qué no habría de creerlo? ¿Acaso me dirá usted, ahora, que mi nueva adquisición  no cuenta, naturalmente, con GPS (Geo Posicionador Satelital) y SAA (Sistema de Aparcado Autónomo)?

– ¡Po, po… por supuesto!  ¡Naturalmente que cuenta con todo eso, además de ABS y AE (Airbags Envolventes), EE (Espejos Eléctricos)  y GPPTA (Garantía Plena Por Tres años) , señor García! Pero de ahí a incluir UBM (Una Bella Mujer) …!

— Mire usted, –le espeté, interrumpiendo su verborrea de astuto vendedor en repliegue estratégico… Lo de bella podemos obviarlo, siempre que, naturalmente, sea mujer e  inteligente. Y de prosa fluida, si no es mucho pedir, naturalmente…

— ¡No sé nada de leprosas ni de fluidos!-, casi chilló, pálido, el mercader de ilusiones. La mujer del reclamo es una conocida y muy cara modelo de pasarela que…

— ¿Me está diciendo usted que usaron la imagen de una mujer solo para inducirme a decidir mi compra?, dije poniendo mi mejor cara de imbécil sin el menor esfuerzo ya que, con tantos años de práctica, me sale tan natural que ni Dustin Hoffman.

—  Bueno… no es tan así, entienda usted… Pero la figura femenina… ya se sabe, se presta , naturalmente, como gancho de atracción comercial irresistible, especialmente en bienes de consumo destinados mayoritariamente al sector masculino. Tenga usted en cuenta que , naturalmente, un elevado porcentaje del poder económico reside en los varones de entre cuarenta  y setenta  años.

Volvió la ensayada sonrisa y el color a la cara del cuentamusas apenas se dio cuenta de que estaba tratando con un gilipollas. Recuperó del todo su arrogancia y aplomo cuando me oyó decir:

— Y esa mujer de la propaganda, ¿se “presta” a participar en el engaño?

— ¡Pero mi estimado señor Garcíiiiía!-, exclamó en tono campechano, abriendo los brazos, echando la cabeza para atrás y estirando como un chicle la i de mi vulgar apellido… No hay engaño alguuuuno; esa mujer de película cobra por vendernos sus servicios y todos contentos…

— Yo no tanto¿Está usted seguro que no le falta la rueda auxiliar al coche? ¡Iré a ver…!

– Tranquiiiilo , señor Garciiiiiia. ¿Sabe qué? Me resulta usted muy simpático, ¡já, já,! ¡Qué ocurrente! ¡já, já, já!  ¡Naturalmente que cuenta con RYGDA (Rueda Y Gato De Auxilio), hombre!.

(Se expresaba, y con razón, como si tuviese enfrente de sí al mismísimo Paco Martínez Soria. Tanto, que el Garciiiiiiía me sonó como un Martíiiiínez.)

Dueño de la situación y en un tono entre confidencial y paternalista, remató su discurso triunfal   giñándome un ojo mientras me ilustraba sobre esas cosas mundanas que “todo hombre de mundo no puede ignorar”.

– ¿Recuerda aquello de que la mujer fue creada de una sobrante costilla de Adán, rey de la Creación? Pues eso: si se dispuso así desde “arriba”, no cabe duda de que todo sigue en su lugar , ¡já, já, já!.  El gancho funciona, evidentemente. ¿O acaso usted fue refractario al atractivo reclamo?  Naturalmente que no. ¡Jé, jé, jé!

Con dos palmaditas tácitas y humillantes en mi espalda de borrego, me instó a estrenar la radiante nave de cuatro ruedas y aceptar, sin rechistar, las reglas del juego.

En resumen: que no había mujer, ni joven ni vieja, ni rubia ni morocha. Ná de ná, diría un andaluz.

Me vi , súbita y cómodamente, surcando mi amada Montevideo, pero más solo que Robinson Crusoe  en la cabina de la reluciente máquina que el sagaz anunciante, vía TV, me había recomendado para cruzar épicos desiertos desolados, sortear la legendaria y polvorienta Ruta 66 de USA, derrapando por  terrenos escarpados y trochas anegadas y barrosas,  pero sin la promesa del pelo suave y perfumado de aquella mujer ideal que, según el anuncio- ¡ay!,- debiera desmayar su cabecita vacua en mi hombro de varón, dómine del mundo .

Cuando esa noche el informativista, con su letanía soporífica, me empezó a contar los escabrosos detalles del natural e infaltable feminicidio nuestro de cada día, su cara y su voz, andá a saber vos por qué,  se transmutaron en  la convincente sonrisa y los cómplices guiños del truhán vendedor de ilusiones:

  Accesorios, señor García.  Las mujeres son eso, apenas unos accesorios de placer, hechos a  partir de una de las abundantes costillas de nosotros, los reyes de la Creación. ¡Já, já, já!

— Tal vez algún día todas ellas se nieguen,  de plano, a ser tratadas como objetos decorativos de use-tire y escupan las caras de quienes les propongan continuar siéndolo. Quizás, para entonces, los múltiples cobardes que festejan y repiten humillantes  chistes de mujeres sean una minoría en extinción.

Estas dos últimas frases no las emitió el sonriente vendedor de maravillas automotrices, sino otro varón, inquietantemente parecido a mí.

Apenas mi sosias concluyó su ácido parlamento y se hubo esfumado, el mercachifle fantasma, ahora carirrojo, sardónico y cornudo, reanudó su jocunda cháchara:

– Mientras tanto,señor García, relájese y  disfrute, con naturalidad, de sus PN (Privilegios Naturales) ¡Já, já, já,! Disfrute mientras pueda, con TI (Total Impunidad) , de sus  BPO ( Benditos Privilegios Originales).¡Já, já, já!